Era conocido como “El Alemán” y fue un talentoso técnico que supo llevar a la práctica su teoría y un preparador estudioso que también se dio el gusto de disfrutar al volante de un auto de competición. Hablamos de Björn Basse Knudsen supo salvarla complejidad de su nombre –y de los errores de ortografía al escribirlo- con un apodo que trascendería en el automovilismo, “Bamse”.

“¿Sabe qué significa mi nombre en alemán? Björn es oso, y Bamse, osito. Pero yo soy argentino, nací en 1930 en Caleta Córdoba, Comodoro Rivadavia. Mi madre era alemana y mi padre noruego. Justamente él estaba trabajando allí como ingeniero de la primera cañería petrolera submarina de Sudamérica. En ese ambiente me crié y fui creciendo, rodeado de motores, germinando una pasión que luego sería mi medio de vida”, le contó al recordado Oscar Izzo en una entrevista de 1985 para la revista Corsa.

Los comienzos de “Bamse” se remontan a 1950, cuando acompañó a Raimundo Requejo, primo de Ramón, en la Vuelta de Santa Fe en el Ford N°48. Aunque abandonaron en Tostado, en la primera etapa. En 1947 se inscribió en la Facultad de Ingeniería de La Plata para estudiar ingeniería mecánica. “A los 22 años me vine a Buenos Aires, instalando un taller dedicado casi exclusivamente a árboles de levas. Allí fue naciendo la idea de comenzar a correr”, explicó.

En 1957 se decidió a probar como corredor en Mecánica Nacional. Lo hizo con un auto que había sido de José Félix López, equipado con motor Chrysler. “Hacía tres años que había desarrollado un equipo de inyección y nada mejor que probarlo en ese auto. Corrí unas seis o siete carreras, hasta que volqué una competencia en Las Flores. Aunque logré muy buenos parciales por ser un motor de 400 kilos y 5300 cm3, tuve problemas de rotura en el diferencial, la caja y la placa de embrague”, recordaba “Bamse” cuando ya había entrado en la conversación grande.

Su pasión deportiva fue creciendo, conjuntamente con su prestigio como preparador. Estudioso, trabajador, desarrolló equipos de inyección, árboles de levas, múltiples de admisión. “Me vinculé con el TC allá por 1961. Al Ford de Ernesto Petrini le instalé mi equipo de inyección y le hice la puesta a punto, siendo también su acompañante. Estuve bastante en la categoría y, a la par, me fui construyendo mi propio auto”, comentaba “Bamse”.

En los talleres Avenida de Ángel Rienzi, en Olivos, trabajó en 1964 en la carrocería de una cupé de TC, pero no fue una cupecita más, era muy aerodinámica, sin canaletas, con las ventanillas en el mismo plano con el lateral, en la que el baúl terminaba en forma trunca, al estilo de algunos GT europeos. Era un Ford 1939 con un chasis 1946 de la misma marca, con un Ford F100 V8 con válvulas laterales alimentado -claro está- por uno de sus equipos de inyección. Debutó el 11 de abril en el Autódromo de Buenos Aires, dando sólo dos vueltas en la primera serie, en la que abandonó.

“Estuve dos años en la categoría, y si bien no gané ninguna carrera tuve la satisfacción de ser muchas veces el más veloz en las pruebas de clasificación. Además hacía elementos para otros pilotos, y se me vienen a la mente Carmelo Galbato, Pablo Facchini, Ángel Rienzi… ¡un montón!”.

“Bamse” también supo aprovechar su apodo comercialmente. Algo menos conocido que su trabajo como preparador fue que diseñaba y fabricaba máquinas. ¿La marca?“Bamse”, por supuesto. Así presentaba su balanceadora electrónica 1502 en un aviso publicitario de 1962: “Su calidad, su terminación, su sensibilidad con seguridad de un service permanente colocan a nuestra balanceadora en un plano superior a cualquiera de su tipo. Se paga sola. En el año 1963 van a ser sólo 24 máquinas, que se entregarán conservando un riguroso orden de prioridad”.

Luego de su paso por el Turismo Carretera, en 1966 volvió a los monoplazas, preparando el motor F100 de Mecánica Nacional del monoplaza de Carlos Destéfano, de la época de los últimos de motor delantera. Muy poco después fue colaborador en Turismo Anexo “J”. Entre 1967 y 1968 estuve trabajando en la Scuderia Concesionarios, el equipo oficial Fiat, cuando los pilotos eran Eduardo Rodríguez Canedo, Roberto Pedelaborde, Carlos Guimarey, Carlos Reutemann y Oscar Franco. Hacía las levas y trabajaba en la diagramación del motor junto a Tony Winter y Alfredo Berghella. Ahí me picó el ‘bichito’ y armé un Fiat 1500 que corrí en el Autódromo de Buenos Aires en pareja con José Osso. ¡Qué mala suerte! Iba segundo en la general en una carrera a 24 horas cuando faltando media hora se cortó un bulón de biela”.

Su capacidad técnica fue también reconocida al ser llamado para trabajar en la confección del reglamento de Turismo Carretera que comenzó su vigencia en 1970, el de motores hasta 3000 cm3: “Fui uno de los que redactó el reglamento de TC junto a José Manuel Spada y el ingeniero Bianchi, y no sólo eso, también el de la clase hasta dos litros”, explicó “Bamse” en la mencionada entrevista de la revista Corsa.

En 1972 y 1973 fue convocado por Vicente Formisano, un prolífico constructor que había comenzado en 1967 para que sea su preparador de Sport Prototipo. Más precisamente fue el último preparador de Ford en SP y por extensión, también lo hizo para Mecánica Argentina Fórmula 1. Basse Knudsen fue el encargado de la preparación del motor F100 del McLaren que en 1971 había corrido Nasif Estéfano con preparación de Horacio Ferrea. En 1972 este auto de Formisano fue conducido por Esteban Fernandino y Juan Carlos Salatino.

En 1973 el último piloto del McLaren-Ford fue Osvaldo “Cocho” López, quien comenzó la temporada de despedida de la categoría con una victoria en Comodoro Rivadavia. Este fue el único triunfo de “Cocho” López en Sport Prototipo y el último de un auto de Formisano y de Ford en Sport Prototipo. Una vez desafectada la categoría SP, el motor V8 preparado por “Bamse” siguió impulsado otro auto de Formisano en 1973.

El mencionado F100 fue el motor del Formisano F16, el monoplaza de Mecánica Argentina Fórmula 1, último auto de competición construido por Vicente Formisano. Este auto fue armado con elementos provenientes del McLaren de Sport Prototipo, entre ellos, su motor y caja. Con este auto “Cocho” López corrió las 500 Millas de Rafaela de 1973, en las que marcó el 18° tiempo de clasificación y en carrera cumplió un muy destacado desempeño. Llegó a ubicarse cuarto y aunque abandonó con 116 vueltas cumplidas, quedó clasificado 11° a 56 vueltas de Néstor García Veiga, el ganador con Berta-Tornado.

Cuando a “Bamse” le preguntaron sobre la comparación del automovilismo “de antes” con el “de ahora”, respondió: “Indudablemente es más lindo el de ahora. Antes había que hacer todo, paso a paso. En cambio ahora las cosas son muy distintas. Hay más posibilidades”.

En el aspecto de los pilotos que más lo impresionaron, “El Alemán” respondió: “En primer lugar, Carlos Reutemann. Y después agrupo a Esteban Fernandino, “Cocho” López y Rubén Daray”.

Habiendo sido vecino de Florida y Vicente López hablamos justamente con Guillermo Kissling, ex piloto y reconocido ingeniero de Olivos, para que nos cuente algo sobre “Bamse” si lo había conocido. Y no sólo eso, sino que además fueron muy amigos. Guillermo nos especificó primero las distintas locaciones de su taller: “Primero estuvo en Laprida 1479 de Vicente López, y a partir de 1965 se instaló en la calle Vergara al 1550, en Florida. Finalmente, se mudó a un gran galpón en Don Torcuato”.

Luego Kissling nos contó sobre algunas de sus ingeniosas soluciones técnicas: “Algo que me llamó la atención fue el acelerador a ruedita que creó. En vez de un pedal plano, tenía una ‘L’ que salía del piso del auto, con una ruedita dentada de modo que con la suela del zapato se tenía una sensibilidad mucho mayor que con el acelerador plano. ‘Bamse’ lo tenía muy pensado al auto”.

“Compartí muchas horas con él, era tremendo, un tipo increíble, de su amistad con la gente, cómo se relacionaba, era un sabio. Te lo dice un ingeniero, él era muy creativo, a quien le gustaba mucho terminar un proyecto. También era muy acelerado; vivía creando sobre la marcha, un sabio para escuchar”.

“Era un eterno creador e innovador, un tipo totalmente sociable y éramos de vernos día por medio, porque vivía a cuadras de mi casa. Para mí fue un asesor, un tipo a quién preguntarle. Un eterno trabajador que mecanizaba todo, una gran hacedor que para mí fue una biblioteca viviente. Llegaba a las 6 de la mañana al taller, y para las 8 que era cuando empezaba a trabajar, se había leído todos los diarios. ‘Bamse ‘era alguien tan agradable; yo recién empezaba y me tomó mucho afecto”.

“Después de haber estado en Florida, ‘Bamse’ se fue a Don Torcuato, donde tenía unos perros bravos, que uno lo mordió y anduvo un tiempo con los brazos lastimados. Eran bravísimos, pero él adoraba a los animales. Cuando aún estaba en Vergara, tenía el banco de pruebas casi a la intemperie, con un techo en el fondo del terreno, que para el banco de pruebas era mejor porque estaba oxigenado. Allí tenía un perro que cuando se volvía loco no pasaban unos segundos que se rompía el motor. El perro captaba una frecuencia o algo, porque se ponía a dar vueltas sobre sí mismo y cuando pasaba eso, ‘Bamse’ decía: ‘Paren, paren que se rompe’. Por eso, les puedo decir que ‘Coco’ fue un gran artesano. Porque en realidad le decían ‘Coco’, casi nadie lo llamaba ‘Bamse’”.

“Lo que más importante, es que ‘Bamse’ fue un creador, un laburador tremendo y le gustaba charlar. Me decía: ‘Vení, vamos a tomar un café’, y nos íbamos al Antiguo Molino Rojo, sobre Maipú entre Vergara y San Martin. La inventiva que tenía era tremenda, te lo dice alguien a quien le tocó estar al lado de Oreste Berta, y estuve mano a mano. Pero seguro que de ‘Coco’ aprendí cosas”, concluye Guillermo Kissling.

Corresponde mencionar que “Bamse” fue el preparador de la Ford Sierra XR4 con la que Rubén Daray ganó el Campeonato de TC2000 de 1985. Pero no sólo tuvo un desempeño destacado en grandes categorías del automovilismo, sino que para aquellos días de 1985 también realizó un valioso aporte preparando motores de Fiat 600 de Standard Mejorado, así como el de uno de Fiat 128 llevado a 1900 cm3: “Que sirve para picadas como para andar por calle”, explicó.

Cuando Björn Basse Knudsen, “Bamse”, falleció el 16 de agosto de 2015 a los 86 años el automovilismo argentino perdió un técnico excepcionalmente talentoso. 


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