A fines de los cincuenta algunos esclarecidos tuvieron la idea de hacer carreras de microcupés; por ejemplo,como complemento de los 200 Kilómetros de Vicente López de Mecánica Nacional.

 El circuito, veloz y angosto, tenía 2180 metros con dos rectas paralelas unidas por dos curvas de 180º. Era muy seguro, con los taludes que bordeaban la autopista y los puentes como tribunas para ubicar al numeroso público que asistió el 23 de agosto de 1959.

La revista Velocidad, escribió en la crónica de la carrera: “En el intervalo entre ambas series, se corre con microcupés, y sus velocidades parecen aun menores dadas las longitudes de las rectas. En las curvas hubo un poco de emoción, con amagos de vuelcos y aun se llega al vuelco sin amago. 

Mucha pista para poco coche. Pero al menos rellenan ese espacio vacío entre serie y serie que el corredor aprovecha pero el público no desea”. Hasta esta carrera Antonio Mieres había sido “El rey de las microcupés”, excepto en la Costanera Norte donde lo habían vencido los Isard 300 –que para muchos no eran microcupés-, y, además, en Vicente López el debutante Jorge Cupeiro le ganó. 

En el transcurso de la prueba, un Heinkel efectivamente volcó y, haciendo una comparación entre las microcupés y los entonces autos de mayor desempeño del automovilismo argentino, los de Mecánica Nacional, Cupeiro marcó el récord de vuelta en 2m11s8/10 a 81,94 km/h mientras que en Mecánica Nacional José Froilán González con su Ferrari-Corvette hizo lo propio en casi un minutos menos: 1m13s7/10 a 146,676 km/h. 

Así fue la clasificación de aquella carrera del 23 de agosto de 1959 sobre 8 vueltas: 1º) Jorge Cupeiro (Heinkel Nº 8), 17m59s9/10 a 80,215 km/H; 2º) Antonio Mieres (Heinkel Nº 1), 18m01s8/10; 3º) Enrique E. Nivequín (Heinkel), 18m50s6/10; 4º) Armando de Rose (Heinkel), 18m52s1/10; 5º) Rodolfo Raba (Isetta), 19m09s6/10. Récord de vuelta: Cupeiro, 2m11s8/10 a 81,94 km/h.

El ganador, Jorge Cupeiro, nos contó sobre el que fue su debut y primer triunfo:… hace casi 61 años: “Le compré el Heinkel a Antonio Mieres, hermano de ‘Bitito’, quien como yo, también corría en moto. Debuté en la Panamericana, cuando en el intermedio de cada serie de Mecánica Nacional corrimos con las microcupés. No era por ningún campeonato, los que corrían iban a entretenerse. La mayoría eran Heinkel, luego Isetta y algunos Messerschmitt. Ibamos y volvíamos de contramano, en un circuito que era bastante piola. El reglamento era un poco libre, los autos no tenían jaula, ¡porque si volcaban salían rodando! Tenían la particularidad de que cuando uno doblaba, se levantaba en el aire la rueda delantera contraria.

Se corría habitualmente en San Miguel, Hurlingham, circuitos de cuatro o seis cuadras de largo en los barrios, los sábados y domingos.

Mieres había comprado un Heinkel nuevo y yo le compré el auto con el que el ganaba, se ve que tan viejo no era, porque le gané.

Corrí siete carreras y gané las siete; le había agarrado la mano. Me acuerdo que el número lo dibujaba con cinta adhesiva; terminada la carrera lo despegaba y me iba para mi casa en el Heinkel.

Aquel día Froilán González ganó en Mecánica Nacional, y yo que no lo conocía todavía, no me imaginaba que unos años después sería su piloto en el Chevytú”.

También hubo carreras de microcupés en el Autódromo de Buenos Aires, y  alguna vez en forma conjunta con los kart, contra los que resultaron vencidas.

Los Ratones fueron muy populares y  hasta largaron en los Grandes Premios de Turismo Mejorado, siendo el último bastión de las microcupés el solitario BMW Isetta de Domingo M. Corzo, quien corrió en 1966 y 1967, abandonando en ambas ediciones.


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