El Lancia Lambda con sus prodigios técnicos iluminó el Salón del Automóvil de París y el de Londres, donde fue presentado. Hasta 1922, los fabricantes italianos producían principalmente autos de lujo con chasis del tipo escalera, suspensiones de eje rígido y motores haraganes de válvulas laterales, mientras que eran muchas las opciones para vestirlos contratando a un carrocero externo.
Impecablemente bien construido, el Lambda incorporó el muy novedoso sistema de construcción unitaria o autoportante.
El motor también acompañaba: un muy moderno y altamente sofisticado V4 compacto de ángulo muy cerrado, tan sólo 14º, con árbol de levas a la cabeza.
Otra característica inusual era la tapa de cilindros unitaria de aluminio. Su tren delantero era de suspensiones independientes con frenos en las cuatro ruedas en vez de sólo en las traseras como era lo habitual en su época.
Ninguna de estas características era exclusividad del Lambda, pero sí el haber sido el primero que las combinaba todas en un mismo auto. Asimismo, fue el primero en incorporar los amortiguadores telescópicos. En resumen, marcaba un hito técnico mayor en la historia del diseño del automóvil.
De 1922 a 1931 el Lambda fue producido en ocho series; de la primera con 49 HP a la octava y última serie con 90 HP –según el tipo de carrocería utilizada llegaba a los 120 o 125 k/h de velocidad máxima- fueron fabricados 12530 ejemplares.
En los Estados Unidos el Lambda fue vendido por Lancia Motors of America, y también llegó a la Argentina, donde Multedo y Berlingieri, con sede en Cangallo 1430, fueron sus importadores.
Si bien el fundador Vincenzo Lancia, un muy exitoso piloto de competición, veía al Lambda como auto distinguido por el de lujo y el confort, pero diseñado para recorrer largas distancias con alta performance-, su buen manejo llamó la atención de los pilotos privados. Tanto que en la Mille Miglia de 1928 fue, con quince ejemplares inscriptos, el modelo más numeroso, superando a Alfa Romeo –la marca ganadora- que tuvo once.
En Argentina el Lambda participo en algunas pruebas standard y de Fuerza Libre. José Peretti y Cía importo un Lambda que había corrido en Europa. El chassis n°16972 con el que Víctor Pángaro ganó el 6 de mayo de 1928 la carrera Standard de Chivilcoy y luego Enrique Fiandesio corrió en las 500 Millas de Rafaela, donde iba bien colocado pero abandonó por problemas de bujía y correa de ventilador.
En el XII Gran Premio Nacional de 1928 aparecen inscriptos dos Lambda, uno conducido por Américo Marocchi y el de Enrique Fiandesio.
En 1929 Jorge Cohen condujo el Lambda que era de Fiandesio en el Premio Otoño y en el Gran Premio Nacional. En 1932 su piloto fue Mario Verganti en Buenos Aires, Arrecifes (Fuerza Limitada), llegando cuarto en la preliminar al Póker de Ases hasta que en San Martín se incendió y perdió su curiosa cola.
Después de la Segunda Guerra lo corrieron Christian Briet y Horacio Vasega. Tiempo despues fue comprado por el arquitecto Clorindo Testa quien lo yuvo por mas de cuarenta años. En 1995 lo adquirió Carlos Quarta, quien lo retauro y volvió a su estado original.
Otros Lancia Lambda corrieron en Argentina conducidos por Gregorio Saturnino Pérez, A. Sabatini y R. Ritos.
Es interesante mencionar el caso de otro Lambda que compitió en Europa y en Argentina, el de Italo Rutini. Hijo del fundador de la célebre bodega que lleva su apellido, en su país natal y con licencia de la segunda categoría del Automóvil Club de Italia, lo corrió en trepadas y en el Gran Premio de Italia en Monza de 1926 en la categoría standard. Después de traer el Lancia original a la Argentina, fue alivianado y modificado ganando aspecto de auto de carrera, utilizándolo en carreras similares a las de Fuerza Libre. Con su Lambda ganó la medalla del Campeonato Automovilístico de Mendoza, realizado del 10 al 24 de diciembre de 1935.
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