Una vez consolidada, la industria automotriz nacional, unos años después se produjo un fenómeno inédito: el los autos fuera de serie. Con características deportivas, los hubo varias clases. Unos fueron autos modificados y mejorados, como el Torino Lutteral Comahue o el Torino Pronello. Otros, la versión de un clásico extranjero con mecánica nacional como el Lotus Seven. También hubo algunos estudios de diseño como el Dogo de Clemar Bucci con motor de Peugeot 404 en 1969.

Otra vertiente de los fuoriserie criollos la constituyó el diseño y construcción de autos con una carrocería completamente nueva, e inspirada en el Ital Design tan en boga por aquellos años. Entre ellos, el Andino GT diseñado por Luis Varela con plataforma y mecánica de Renault Gordini.

El prolífico constructor de autos para las tres categorías de monoplazas argentinos tomó como base el Torino 380W, un auto muy deseado por entonces por el público argentino, para diseñar y construir el auto que sería un fuera de serie de prolongada presencia en el mercado argentino. Para saber sobre este auto, hablamos con su creador, Tulio Crespi.

¿Cómo surgió la idea del Tulia GT?

Sucedió en 1967, el año en el que los Torino aparecieron en Turismo Carretera. Nasif Estéfano corría un 380W de la concesionaria que estaba en Avenida del Libertador, Donati. El 3 de junio, el sábado anterior a la primera carrera que el TC corría ese año en Buenos Aires, Nasif se despista y se despista contra el paredón de la tribuna en la entrada de la Ese del Ciervo. El Torino queda chocado y yo lo modifico, esto fue un poco antes que apareciera la Liebre II. Al Torino le corrimos el motor, la caja de cambios, el torpedo y la posición del piloto, todo treinta centímetros hacia atrás para mejorar la distribución de pesos, con parabrisas y todo. Le dimos la inclinación máxima posible de parabrisas para mejorar la aerodinámica y por tener la altura mínima reglamentaria nace “El Petiso”, que lo bautizaron así porque no había autos tan bajitos.  

Ese auto debutó un mes después, también en el Autódromo de Buenos Aires, el 16 de julio del accidentado debut del Prototipo Ford de Atilio Viale del Carril y de la presentación triunfal de Andrea Vianini con el Bellavigna-Chevrolet, La Garrafa. Nasif fue 15° en pruebas de clasificación, tercero en la tercera serie y cuarto en la final, detrás de Vianini y los Torino de Héctor Gradassi y Benedicto Caldarella.

Después viajamos a Córdoba, a la fábrica IKA-Renault y nos trajimos tres carrocerías de Torino. Con ellas fabricamos dos autos más, uno de los cuales fue para Rodolfo de Alzaga. Con este auto, Rolo ganó el 19 de mayo de 1968 a 198 km/h el VII Premio Ciudad de Rafaela, una carrera de 120 vueltas.

¿Cuándo se te ocurrió fabricar el Tulia?

De las tres carrocerías me quedó una y me dije: “Con ella voy a hacer un auto de calle”. Estaba inspirado en el Torino-Crespi de TC, con el motor y la caja corridos treinta centímetros, lo que permitía bajar bien la trompa. Ese auto lo presenté en el Predio Ferial de Palermo y al segundo día vino el director de La Rural a ver el auto y me da un lugar. Primero estaba el autito solo, en un lugar chiquito que me costaba una fortuna; y de ahí en adelante tuve un espacio grande y no pagué nunca más un stand. Un año en La Rural tuvimos la publicidad de una importante marca de cigarrillos y la modelo era Marcela Tinayre.

¿Dónde lo diseñaste, en un tablero, con planos?

Nunca dibujé, pero sé hacerlo y fui dándole la forma. Lo sacábamos al medio de la calle y ahí veíamos la perspectiva. Mi taller estaba en el barrio porteño de Chacarita, en la esquina de Santos Dumont y Montenegro y como era una cortada, lo poníamos en el medio de la esquina y allí le dábamos la forma. Se hacía todo en chapa, como lo hacía Pinin Farina, que era chapista. Se moldeaba, y después de hacerlo a mano, lo pintaba y copiaba todo en fibra. Ese auto servía de modelo, era cuando aquí recién empezaban a hacerse cosas en fibra de vidrio. 

¿Cómo era el primer Tulia?

El primero era cortito y no tenía ventanilla trasera; luego se agregó el vidrio. Otra característica era que tenía cola cortita y después se alargó la cola. Pero lo más curioso fue que el primer ejemplar no tuvo motor de Torino. La calle Warnes me quedaba a una cuadra del taller, así que cuando necesitaba algo me iba para allá. Así que como no tenía el motor, crucé la vía y compré un Ford de seis cilindros usado. Lo armamos y fue el motor de la primera Tulia GT.

¿Cuáles eran las características del Tulia GT?

Tenía butacas especiales con masajeador en la espalda, tablero con consola central que bajaba al centro, como después tuvo el Torino y volante especial Sandrini. Las llantas fueron las primeras de aluminio que hizo Ruedas Argentinas y contaba con la mecánica original de Torino con los tres carburadores, suspensiones bien bajitas con despeje de ocho centímetros y faros retráctiles. Había una fábrica de antenas de radio eléctricas y el fabricante me hacía el motor; prendías las luces y subían los faros, las apagabas y bajaban, comandadas con un motorcito eléctrico.

¿Qué podés contarnos del chasis?

Primero usé la plataforma del Torino al que le colocaba la carrocería, pero después fabriqué el chasis completo, sin usar el piso de Torino. Tanto el chasis como la carrocería estaban hechos por nosotros, y la ventaja de la segunda versión es que entraban dos pasajeros cómodos atrás, por lo que el auto era para cuatro personas. El chasis era de caños cuadrados, una estructura que no torsionaba. También le cambiamos los anclajes de suspensión para bajar la altura y se le modificaron los amortiguadores. Salvo los componentes mencionados, todo lo demás era de Torino, pero el Tulia era mucho más liviano.

¿Qué podés contarnos de la evolución del Tulia?

Los primeros tenían trompa y cola de fibra de vidrio, con base de Torino. El torpedo del original con el piso, las puertas originales de Torino modificadas y la altura se bajaba un poco. Teníamos que hacer todos los vidrios, los de las puertas y la luneta pero el parabrisas era de Torino, inclinado como en el auto de TC.

¿Cuánto tiempo fue fabricado y cuántos fueron los ejemplares?

Desde 1968 hasta que me vine a Balcarce, todos los Tulia GT fueron construidos en el taller de Chacarita y el último debe haber sido, realizado en 1985. Construimos 25 unidades y fueron pintados, primero color amarillo –una novedad para la época-, rojo, plateado, azul oscuro y negro.

¿Cuál fue el año en el que más Tulia GT fabricaste y cuánto costaban?

No lo recuerdo, iban siendo fabricados de a uno. La mayoría de los clientes venían y me decían: “Yo no lo pregunté el precio, pero quiero ese auto”, y estaba recontra vendido y atrasada la entrega, porque hacía autos de Fórmula 4 a rolete, Fórmula 2 y los prototipos de Sport. El precio del Tulia GT era el doble que un Torino 380W o los modelos que lo reemplazaron, como el GS200.

¿El Tulia GT tuvo algún propietario famoso?

No lo recuerdo, pero sí que un día vino Víctor Galíndez, el boxeador, que estaba por comprar uno. Llegó con unos muchachos con lentes negros y mis empleadas se agarraron un susto bárbaro porque creían que venían a asaltarnos…

Tu auto también fue estrella de cine, en la saga de Los Superagentes, Tiburón, Delfín y Mojarrita.

Fue utilizado en tres de las películas de Víctor Bo, Ricardo Bauleo y Julio de Grazia. En una de ellas salgo yo entregando el auto, que fue especialmente modificado, porque cuando levantaban los faros salían ametralladoras y cuando se abría la tapa del baúl aparecía un cañón.

¿Qué podés contarnos del Tulia moderno?, ¿qué caja y motor tienen?

Estoy haciendo uno para un cliente, con mecánica de Volkswagen Vento y caja secuencial, pero tuvimos un problema y lo tiene en Nueve de Julio para ponerlo en marcha. Pero se trata de un proyecto top secret.

Sin embargo vimos una foto tuya al lado de un Tulia GT azul, equipado con vistosas llantas deportivas.

Pero no es un auto terminado, es una carrocería que me quedó del taller de Buenos Aires, con llantas rodado 18.

¿Cuántos Tulia quedan en condiciones de andar por la calle?

No lo sé, si el público quiere verlo puede hacerlo en Autoclásica. El que tiene uno que está perfecto es Luis Spadafora en el Museo del Automóvil de Buenos Aires, que corrió las 24 Horas en el Autódromo de Buenos Aires el 9 y 10 de octubre.

¿Qué te pareció que el Tulia haya sido elegido para la colección de Autos Inolvidables?

Bárbaro, compré un montón y les agradecí que lo hayan hecho.

Un momento muy especial en tu vida fue cuando exhibiste tus autos en el Salón de L’Automobile de París, en octubre de 1975.

Todo surgió porque pensaba hacer un equipo de Fórmula Renault para correr en Europa. Pasamos por donde iba a ser el Salón y no había lugar disponible. Pero a último momento me mandaron un mensaje que Lotus no terminaba su modelo nuevo –el Esprit, que fue fabricado desde 1976- y que estaba disponible su stand. Así que fuimos, llevé un Tulia GT prestado y una Tulieta, que era más chico y construido con plataforma y motor de Renault 4. A último momento, el Lotus apareció y lo pusieron en un pasillo, mientras que mis autos estaban en un stand. Como resultado, recibí tantos pedidos que no tenía plata para contestar las cartas. El Tulia GT salió en las revistas del automóvil y me preguntaron si seguían la producción, y ahí fue cuando además presenté otro modelo, el Spiaggia.


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