En lo que a presencia de automovilismo internacional se refiere, el año 1971 fue sencillamente extraordinario para Argentina. Primero, los 1000 Kilómetros de Buenos Aires, siguiendo con el Gran Premio de la República Argentina de Fórmula 1 –que regresaba sin puntaje- y por último, la visita de la Fórmula 2 al “Oscar Cabalén” de Alta Gracia.
A lo descripto, se sumó una visita inusual e inédita: la de la Fórmula Championship estadounidense con los autos de Indianápolis. En tal ocasión hubo un prodigio tecnológico, ya que fue la primera vez que en Argentina corrieron autos con motores sobrealimentados con turbocompresor y la única en la que corrió un auto impulsado a turbina. La carrera fue llamada 300 Millas de Rafaela, sin embargo fueron en rigor dos carreras o series, cada una con su clasificación final y que otorgaron puntaje para el campeonato por separado. Aquel 28 de febrero de 1971 fueron establecidos récords de velocidad imbatidos aun hoy, cuando los autos más veloces con motor sobrealimentado llegaron hasta los 332 km/h, que sigue siendo la velocidad máxima alcanzada en cualquier circuito argentino en todas las épocas.
Las 500 Millas de Indianápolis es una de las tres carreras más célebres del mundo; ya cumplió más de cien años, llevándose a cabo desde 1911. Su escenario es el renombrado Indianápolis Motor Speedway –un rectángulo con cuatro curvas peraltadas de 90º-, uno de los más autódromos más antiguos del mundo, con la especial característica de haber mantenido siempre su extensión de 2,5 millas o 4.023,5 metros. Ray Harroun (Marmom Wasp) fue el vencedor de la primera edición en 1911 a 120,041 km/h, mientras que Al Unser (Colt-Ford Turbo) en 1970 fue el ganador a 250,653 km/h.
Después de haber organizado carreras varios años antes, incluyendo la primera por las calles de la ciudad, y otro rutero que tocaba varios pueblos de Santa Fe, en 1937 el Atlético de Rafaela inauguró su circuito de 11.776 metros. En este trazado con piso de tierra, Carlos Zatuszek (Mercedes-Benz SSK) fue el triunfador de las clásicas 500 Millas Argentinas a 158,968 km/h. En 1970, en el óvalo con dos curvones peraltados cuya pista asfaltada fue inaugurada en 1966, Jorge Cupeiro (Trueno Sprint-Chevrolet) logró la segunda de sus tres victorias en ese clásico, a 215,669 km/h.
Las 500 Millas Argentinas corridas entre 1926 y 1973 han sido nuestra carrera de monoplazas más relevante, si bien en un principio corrían baquets biplazas y también se permitía la participación de autos sport. Su primer vencedor fue Raúl Riganti (Hudson) a 126,695 km/h, mientras que en última edición con 174 vueltas –de 500 millas de recorrido-, disputada en 1973, el triunfador fue Néstor Jesús García Veiga (Berta-Tornado) a 217,189 km/h.
El estado de Indiana es el segundo fabricante de automóviles de Estados Unidos y también un productor lácteo de gran magnitud, de allí la costumbre de que el ganador de las 500 Millas brinde con una botella de leche. La Provincia de Santa Fe cuenta también con una enorme industria y, como el Estado de Indiana, una importante producción agrícola, sobresaliendo la industria de la cuenca lechera en Sunchales y Rafaela. Ambos mundos se encontraron el 28 de febrero de 1971 en dos competencias inolvidables llamadas las 300 Millas de Rafaela o Rafaela 300 Indy.
“La idea fue de traer a los autos de Indianápolis a correr a Rafaela fue de Virgilio Marquéz, de la comisión directiva del Atlético de Rafaela, quien era el médico de mi madre. Me lo encontré en Indianápolis durante las pruebas de clasificación de las 500 Millas cuando intenté correr en 1970”, nos contó Carlos Alberto Pairetti, el único argentino que corrió el 28 de febrero de 1971 en aquella visita de la categoría estadounidense a Rafaela.
La máxima categoría de monoplazas de América del Norte había corrido una carrera de exhibición en Monte Fuji, Japón, en 1966 que ganó el escocés Jackie Stewart. Al año siguiente, la Fórmula Championship disputó dos carreras con puntaje en Canadá, en Mosport y Mont Tremblant, pero nunca había habido una competencia por el campeonato fuera de América del Norte. La categoría pertenecía al United States Auto Club, a cuyos dirigentes les pareció interesante la propuesta del Atlético de Rafaela y envió a Henry Banks, un ex piloto que se desempeñaba como director de competición, relaciones públicas y seguridad en el USAC.
Banks vino a Rafaela en 1970 para conocer el autódromo y a su vez el automovilismo argentino en un fin de semana de Sport Prototipo. Banks aprobó el circuito pero era necesario realizar varias mejoras. Estas incluían nuevos boxes y calle de boxes, el ensanchado de la pista de 12 a 18 metros y la colocación de nuevos guard-rails en todo el perímetro. Las nuevas defensas fueron triples en los curvones y dobles en las rectas y se mantuvieron durante 26 años, hasta que por razones de seguridad fueron reemplazadas por un muro. Cada uno de los boxes, con techos en forma de bóveda, fue decorado con los nombres de los ganadores de las 500 Millas Argentinas, entre ellos Domingo Bucci, Carlos Zatuszek, José Fanto, Luis Brosutti, Juan Manuel Fangio, José Froilán González y Ramón Requejo. Por el gran interés que despertó en el público la visita de los autos de Indy, fueron armadas tribunas tubulares a lo largo de la recta principal, a ambos lado de la tribuna permanente situada frente a los boxes.
El costo de la carrera fue de U$S 90.000, un monto muy importante en aquella época, que debió ser depositado en el Banco Nacional de Indianápolis antes del 31 de enero de 1971. Las gestiones del comité ejecutivo del Atlético de Rafaela, liderado por el ingeniero Eduardo Ricotti, tuvieron una respuesta favorable para que la carrera contara con puntaje para el campeonato. Esto, naturalmente, aseguraba que vinieran los principales equipos y pilotos.
Como decíamos, no fue una carrera de 300 Millas sino que se trató de dos heats o series de 53 vueltas y 152,28 millas cada una, otorgando puntos por separado aunque recibieron el nombre genérico de 300 Millas de Rafaela. Coloquialmente, se la llamó Rafaela 300 Indy o Raphy 300, esta última abreviatura ocurrencia de los muchachos de la redacción de la revista Parabrisas Corsa, especialmente de Héctor Luis Bergandi, rafaelino y fan de las 500 Millas de Indianápolis.
Hasta 1970, la Fórmula Championship tenía su campeonato con carreras en tres tipos de escenarios: óvalos –como Indianápolis, Pocono o Rafaela-, circuitos mixtos –como los autódromos en los que corre la Fórmula 1- y los dirt tracks, es decir, óvalos de tierra. A partir de 1971 y durante muchas temporadas, la categoría pasó a tener tres campeonatos diferentes según el tipo de circuitos. De acuerdo a esta nueva modalidad, el campeonato de óvalos o speedways comenzó en Rafaela, Argentina.
Un aspecto digno de mención fue que desde la pavimentación del óvalo de Rafaela en 1966, se desarrollaron carreras en ambos sentidos giro. La de la Fórmula Championship de 1971 fue corrida en el sentido opuesto a las agujas del reloj y desde entonces las carreras fueron realizadas en este sentido; esto es los autos largan desde la recta principal hacia el Curvón Sur.
Los 28 autos que vinieron desde Estados Unidos fueron transportados en dos aviones de Aerolíneas Argentinas, que arribaron a la Base Aérea de Paraná el 17 de febrero de 1971. Los monoplazas fueron alojados en los talleres de Fiat Grossi, concesionario de la marca italiana que brindó mucho apoyo al Atlético de Rafaela durante la visita de la Fórmula Championship a Rafaela.
Las carreras del USAC –hoy CART- comienzan con los monoplazas alineados detrás del auto largador o auto insignia, de allí que esta modalidad se llama largada tipo Indianápolis. En el caso de las dos carreras de Rafaela, el pace car fue muy diferente a los habitualmente usados en Indianápolis. No se trató de un Chevrolet Corvette o un Ford Mustang, sino un Fiat 1500 Coupé descapotable, transformación realizada por Fiat Grossi, que también colaboró con la provisión del auto largador.
En aquella oportunidad nos visitaron doce de los primeros pilotos del campeonato de 1970; entre ellos, los hermanos Bobby Unser –ganador de las 500 Millas de Indianápolis de 1968- y Al Unser -vencedor en Indy en 1970 y campeón en vigencia-. Asimismo, sobresalió la presencia del célebre Daniel Sexton Gurney, más conocido como Dan, uno de los pocos constructores-pilotos que ganaron en Fórmula 1. En el USAC descollaba con los Eagle de su construcción, dirigiendo el equipo que tenía a Bobby Unser y Swede Savage como pilotos. Es cierto que faltaron algunas figuras, como el legendario Anthony Joseph Foyt –“AJ Foyt”, Mark Donohue y Mario Andretti, cuyo jefe de equipo, el proverbial Andy Granatelli señaló: “No creo que el campeonato se defina por una carrera en Argentina”. De todos modos, Mario comenzaría a visitar Argentina regularmente a partir de 1972, corriendo para Ferrari, tanto en Sport como en Fórmula 1.
Rafaela vivió once días inolvidables con los protagonistas de la categoría de los monoplazas más potentes, voluminosos, pesados y veloces del automovilismo mundial. La mayoría de ellos estaban equipados con motores Ford V8 y, siguiendo en orden, ocho con el tradicional Offenhauser –Offy- de cuatro cilindros en línea. Luego, seis contaron con Chevrolet V8 y uno sólo con nuestro conocido Rambler de 6 en línea de AMC, similar al motor Tornado que equipaba a la línea Torino y Rambler de IKA Renault en Argentina.
Todos los motores tenían 2500 cm3 y turbocompresor, aunque hubo una excepción. Fue un auto que no tenía motor a pistón sino que según la tendencia surgida desde mediados de la década del sesenta se habían puesto de moda los autos de carrera impulsados a turbina. En Rafaela pudo verse al Glen Bryant de Rick Muther que tenía una turbina Pratt & Whitney, anduvo muy lejos de los mejores tiempos. Fue la primera y única vez que en Argentina corrió un auto con un motor de este tipo.
Los talleres de servicio de Fiat Grossi no sólo sirvieron para almacenar los autos sino también para realizar las reparaciones necesarias en los autos que sufrieron golpes. Uno de ellos fue un Eagle-Offenhauser del equipo de Dan Gurney que fue reparado con atención del ingeniero rafaelino Juan Carlos Fisanotti, por aquellos años diseñador y constructor de autos de Sport Prototipo y Mecánica Argentina Fórmula 1.
En las pruebas de clasificación sobresalió Lloyd Ruby (Mongoose-Ford) quien estableció 59s71/100 a 278,815 km/h; esta fue la vuelta más veloz jamás realizada en cualquier circuito argentino. Es un récord que nunca fue batido, permaneciendo vigente hasta hoy, 50 años después. Savage, con otra combinación de chasis y motor, Eagle-Offenhauser, giró en 59s81 y lo acompañó en la primera fila de largada de la primera serie. Ruby y Savage fueron los únicos que lograron girar en menos de un minuto en el Circuito Nº 1 de Rafaela, de 4.624,46 metros, muy lejos aun de tener chicanas. Desde la segunda fila largaron Al Unser (Colt-Ford), en 1m00s07/100 y Mike Mosley (Watson-Ford), en 1m00s26/100. Pairetti (Vollstedt-Ford) giró en su mejor vuelta en 1m03s94/100 y ocupó la 17ª ubicación de la grilla.
El domingo 28 de febrero a las 15.26 los 27 autos salieron a la pista y luego de tres vueltas detrás del Fiat 1500 Coupé convertible, a las 15h31m50s comenzó la carrera. Bobby Unser sólo dio pudo dar una vuelta, y se detuvo con el Offy humeando. Fueron tres los pilotos que disfrutaron de la punta: Ruby, desde la 1ª a la 4ª; Al Unser de la 5ª a la 7ª; Ruby de la 8ª a la 12ª; Unser de la 13ª a la 22ª, cuando se detuvo para cargar combustible. Luego Ruby fue nuevamente líder entre la 23ª y la 37ª; Mosley lo sucedió entre la 38ª y la 41ª, y por último Unser, de la 42ª a la 53ª. A las 16.29 finalizó la serie siendo Al Unser el ganador en 54m47s a 268,613 km/h. Esta resultó la carrera más rápida disputada en Argentina todas las épocas, y también constituyó un récord vigente desde hace 50 años. Ruby llegó segundo a 11 segundos y, con una vuelta menos, arribaron Mosley, Savage, McCluskey, Joe Leonard y Johnny Rutherford, mientras que Pairetti terminó 12º con tres vueltas menos. Llegaron 21 autos.
La segunda parte dio comienzo a las 17.45 y los 26 autos largaron según la clasificación de la primera serie. Ruby tomó la punta pero enseguida Al Unser lo superó. En la 9ª vuelta Mosley abandonó por la rotura de una válvula y en la 10ª Ruby realizó un semitrompo y enseguida entró a boxes. Al mismo tiempo, Bentley Warren golpeó el guard-rail en el Curvón Norte y su auto se prendió fuego. Se encendieron las luces amarillas y el operativo de seguridad funcionó a la perfección. Todos se detuvieron en boxes, aprovechando algunos para cargar combustible y a las 18.55 fue reanudada la serie. Unser ocupaba el liderazgo seguido por Savage y Leonard. En la segunda serie la vanguardia cambió de dueño cuatro veces: Ruby en la 1ª vuelta; Unser de la 2ª a la 40ª; su compañero de equipo Leonard de la 41ª a la 44ª y Unser desde la 45ª hasta la última. Debido al retraso que generó la detención por el accidente y a que una tormenta eléctrica se acercaba, la segunda serie fue detenida al cumplirse 50 vueltas. Por lo tanto, la segunda parte tuvo 144 millas de recorrido y la suma de ambas series, 296 millas en vez de las 300 programadas. Unser se impuso en 1h01m26s a 239,495 km/h y detrás se ubicaron Ruby, Leonard, McCluskey y Savage. A una vuelta llegaron Simon y Bettenhausen y con dos giros menos, Yarborough, Pairetti, Johncock, Rutherford y Walter. Fueron trece los que llegaron al final de la segunda serie. Unser ganaría otras tres carreras más en 1971, aunque Joe Leonard con un Colt-Ford similar al de Unser sería el campeón.
Una nota sobre el auto vencedor. En la última parte de 1969, el equipo de Al Unser, el Vel’s Parnelli Jones dirigido por George Bignotti, corrió con un Lola T150 con el que Unser ganó tres carreras. Bignotti decidió construir un auto propio basado en el Lola para 1970. La evolución del Lola T150 fue construida en los talleres del equipo en Torrance, California y recibió el nombre de Colt. Fue diseñado para utilizar el motor Ford V8 turbo de 780 HP a 9600 rpm con una caja Hewland LG500 de cuatro marchas. Unser ganó cinco carreras en 1970, cuatro de ellas con el Lola T150 modificado y una sola con el Colt: las 500 Millas de Indianápolis y se consagró campeón. El Colt vencedor en Indy fue el mismo que corrió en Rafaela, denominado Johnny Lightning Special de acuerdo a su patrocinante, el constructor de preciosos autitos en escala.
Las 300 Millas fue la carrera de Rafaela que mayor cantidad de púbico convocó, y aunque la troupe de la Fórmula Championship quedó encantada de haber venido, el Atlético de Rafaela perdió unos U$S 70.000. En consecuencia, todo quedó en esa experiencia única, tanto que ha sido evocada por las principales revistas y sitios web de automovilismo del mundo. Durante la semana anterior al 28 de febrero de 2021 hubo en Rafaela una serie de festejos por el 50ª aniversario, con participación de pilotos de todas las épocas, desfile de autos clásicos y la edición de un libro conmemorativo.
2 comentarios
Mike · mayo 7, 2021 a las 12:02 pm
Excelente recuerdo de esa carrera histórica para nuestro automovilismo. Cuánto tendrían que aprender de aquellos dirigentes que se jugaban por tener estos eventos. Y ni hablar de los pilotos de esas épocas (incluso los que corrían en los campeonatos argentinos) que iban a fondo en ese óvalo, sin chicanas ni pruebas previas…
Además es una forma de homenaje a gran Bobby Unser quien justo en estos días se fue a correr en otras pistas.
Willy Iacona · mayo 10, 2021 a las 3:02 pm
Tal cual Mike, fue un gran momento de nuestro automovilismo. sldos