El 12 de abril, Domingo de Pascua, nos dejó el legendario Stirling Moss a los 90 años.

Stirling Craufurd Moss había nacido el 17 de septiembre de 1929 en West Kensington, Londres, en el seno de una familia automovilística. Su padre Alfred, un dentista pudiente, corrió las 500 Millas de Indianápolis de 1924 en las que llegó 16º. Su madre Eileen lo hizo en trepadas de montaña, mientras que su hermana Pat fue una exitosa piloto de rally.

A los 17 años Moss compró en secreto un MG, si bien su campaña comenzó en 1947 con un BMW 328 que terminó destruido en un accidente. Pronto pasó a conducir monoplazas y en 1948 corrió quince carreras con su famoso Cooper-Jap 500 de Fórmula 3, con el que ganó doce. En 1949 pasó a formar parte del equipo oficial HWM con el que se consagró campeón británico de Fórmula 2 en 1949 y 1950.

En este mismo año, ganó el Tourist Trophy con un Jaguar XK120, venciendo al equipo oficial, que pasó a integrar en 1951. Sus resultados llamaron la atención del mismísimo Enzo Ferrari quien lo invitó a conducir uno de sus autos en el Grand Prix de Bari de 1951, pero cuando llegó allí encontró le habían asignado su auto a Piero Taruffi. Su disgusto fue tan grande que desde entonces no aceptó ninguno más de los ofrecimientos de Ferrari. Moss también corrió muchas veces con Lotus, pero siempre rehusó conducir para Colin Chapman, prefiriendo los Cooper y los Lotus azules del equipo particular del escocés Rob Walker.

Fue el primer inglés en ganar el Gran Premio de su país, cuando en 1955 superó a Fangio, su compañero en Mercedes, por 2/10 de segundo. Aunque, es cierto, que siempre sospechó que el balcarceño lo había dejado ganar en señal de gratitud y amistad.

Su admiración por Juan Manuel Fangio fue tan grande como la amistad que los unió, siendo la razón de sus últimas visitas al país. En 1991, para la presentación del libro Fangio de Pirelli y en 1995, cuando vino junto a Jackie Stewart para asistir al funeral del balcarceño, a quien los británicos llaman “El Maestro”. En noviembre de 2005 nos visitó en ocasión de la inauguración del monumento a Juan Manuel Fangio en Puerto Madero, cuando también participó en las Mil Millas Sport. En la que sería su despedida de la Argentina, tuvimos el privilegio de entrevistarlo con el gran Juan Carlos Pérez Loizeau. En una amable charla en el Hotel Alvear y ante semejante leyenda, no pudimos evitar conocer su opinión sobre la eterna cuestión de la importancia del piloto a través del tiempo. Stirling nos respondió con claridad: “Los pilotos actuales tienen una enorme habilidad pero no la pueden demostrar como en mis días, en los que, digamos, el piloto era el 40 por ciento del esfuerzo del equipo para ganar. Debido a los adelantos tecnológicos, hoy quizá llegue al 10 por ciento”. Pero el concepto más jugoso llegó cuando agregó: “La Fórmula 1 es interesante, pero no emocionante. El principal factor son los autos tan seguros. Esto motivó la pérdida del sentido de tragedia, lo que le quitó el gran atractivo a la Fórmula 1. Eso de que en cualquier momento podía ocurrir un accidente fatal era algo muy atractivo para el público”.

Stirling Moss, elevado a Caballero y luego a Sir en 2000, fue poco después elegido por sus cualidades conductivas como “El piloto más versátil de todos los tiempos” por la prestigiosa revista MotorSport, un justo reconocimiento para quien condujo al menos 84 autos diferentes en 495 carreras con 222 victorias. Esta distinción está fundamentada, entre otros argumentos, por haber sido uno de los pocos ganadores de Fórmula 1 con un auto de motor delantero y también trasero.

Algunas victorias destacadas fueron: la Targa Florio de 1955 –junto a Peter Collins- con Mercedes-Benz, los 1000 Kilómetros de Buenos Aires de 1956 compartiendo una Maserati 300S con Carlos Menditeguy y el Gran Premio Británico de 1957 en el que marcó otro hito: al ganar con el Vanwall obtuvo el primer triunfo de un auto británico en el Mundial de Fórmula 1. Todos ellos fueron tan excepcionales como el siempre evocado triunfo en el Gran Premio de Argentina de 1958 con un Cooper del escocés Rob Walker, primer triunfo de un auto de motor trasero en Fórmula 1.

Aunque cuando se le preguntaba por sus triunfos preferidos, su respuesta eran las Mille Miglia de 1955 con el Mercedes 300 SLR, en las que tuvo como navegante al gran periodista y escritor Denis S. Jenkinson, y el Gran Premio de Mónaco de 1961 cuando debido al calor decidió sacarle los laterales al Lotus 18-Climax para refrigerar el habitáculo. Al año siguiente, también con Lotus, logró vencer a las dominantes Ferrari 156 en Nürburgring. Su campaña prosiguió hasta el 23 de abril de 1962, cuando con el Lotus 18 del UDT-Laystall se accidentó durante el Glover Trophy en Goodwood. Las causas nunca quedaron claras del todo, pero sí las secuelas, serias heridas en la cabeza y después de probar un auto al año siguiente decidió dejar de correr. “Tuve el cuerpo paralizado durante seis meses, tardé un año en recuperarme. Volví a probar un auto, pero ya no era lo mismo. No tuve miedo, pero había perdido la concentración y eso me impedía hacer las cosas que se hacen automáticamente al manejar…”, nos explicó durante nuestra entrevista en 2005. Desde entonces no pudo seguir luchando contra el apodo de “Campeón sin corona”, a pesar de que en siete años consecutivos fue cuatro veces subcampeón y en los tres siguientes, tercero. Un sobrenombre sumamente injusto cuando Stirling Moss tras haber ganado ocho carreras del Mundial de Sport con Osca, Mercedes, Maserati y Aston Martin y, asimismo, obtener 16 victorias en el Mundial de Conductores con Maserati, Mercedes, Cooper, Vanwall y Lotus, ganando más Grandes Premios del Campeonato Mundial que 17 pilotos que lograron ceñirse la tan anhelada corona. Entre ellos, Alberto Ascari, Jack Brabham, Jochen Rindt o Emerson Fittipaldi. Creemos que está todo dicho.   

Gustavo Arsuaga                                                                     


1 comentario

Mike · junio 26, 2020 a las 3:03 pm

Excelente reseña Gustavo! Moss fue un exquisito piloto y valorado aún más que otros que han sido campeones, por poco él no llegó pero dejó una marca valorable.
Tu nota homenaje la sumo a la de Valeria con Menditeguy y recordando el triunfo juntos en 1956 en Buenos Aires con esa hermosa Maserati 300S que vaya a saber quién la tiene hoy en su colección.

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