A fines de los años cincuenta los ratones alemanes estaban de moda. Había categorías en las que corrían los Heinkel, Isetta, Messerschmitt, Isard y Gogomovil entre otros.
Antonio era uno de los animadores de esas carreras. Evidentemente llevaba el automovilismo en la sangre como su hermano Bitito. La familia Mieres estuvo siempre ligada a los autos y las carreras y en particular al CAS ya que no solo los hermanos fueron socios sino también los hijos de Antonio: Alberto y Antonio (h.)
En diversos encuentros Antonio me contó alguno de sus secretos para llevar rápido un Heinkel, como pasarse al asiento del acompañante en algunas curvas para compensar peso y no aflojarle al acelerador, o pequeñas modificaciones para sacarle más potencia a tan limitada máquina.
En 1959 se corrían en el Parque Independencia de Rosario una serie de carreras que incluía la de microcoupés, pero en el reglamento figuraban como minicoches hasta 300cc. Esto porque no solo podían correr microcoupés sino también autos hasta 300cc.
Antonio se anotó con su Heinkel y partió a Rosario en su auto particular. En cambio, Mario Fusilli, su mecánico, fue acompañado por el entonces niño Alberto Mieres, hijo de Antonio, en el racer in situ.
Al llegar, los notificaron que no podían correr con el auto porque al estar preparado, quedaba al margen del reglamento. En medio de discusiones sobre si debía o no correr, un mecánico le comentó a Antonio que una señora le había dejado en su taller un Heinkel para arreglar la puerta por un choque. Fueron al taller a verlo y con permiso de la dueña, cambiaron la puerta frontal por la del auto de Antonio que era de otro color, colocándosela al de la señora; ergo, era otro auto, con la puerta «Mieres». Fusilli ajustó alguna cositas en el motor y sin clasificar fueron directo el domingo para la carrera. Obviamente largó último, pero el auto andaba bien y Antonio sabía como llevarlo. De a poco fue pasando a todo un lote de Isard e Isettas hasta alcanzar a Guimarey, a quien logró doblegar tras tenaz persecución, recibiendo en primer lugar la bandera a cuadros.
Cuando terminó la carrera no querían entregarle el premio, pensaban que el auto estaba preparado. Antonio recordaba y se reía: ”encima pintado bicolor quién me iba a creer”. Finalmente trascendió que el auto era de una señora y recibió el merecido premio al ganador.
Antonio ganó muchas carreras en diferentes categorías pero en sus recortes de su puño y letras se puede leer: “Rosario, quizá la más linda carrera que gané.”
En el año 2002 fui a visitar a Antonio con un Heinkel de un cliente recién restaurado. Cuando lo vio, se largo a llorar como un chico. Ese día me contó muchas anécdotas de carreras. Lo ayudamos a subirse y no se quería bajar.
4 comentarios
Celina · julio 17, 2020 a las 7:45 pm
Gracias Willy por la nota! Me imagino lo feliz que estaria subiendose nuevamente a ese auto despues de tantos años y recuerdos!!!
Willy Iacona · julio 17, 2020 a las 10:36 pm
Gracias Celina, fue un lindo momento. Fuimos con Alberto y a los pocos días volvimos con el que era su mecánico. Estuvo buenismo. beso.
Juse del Castillo · julio 17, 2020 a las 5:08 am
Muy lindas carreras hacían los microcupés. Más adelante dejaron correr al Isard 300
y la cosa era cómo ganarles con 100 c.c. menos. Sin duda que Antonio era de los que
más fuerte andaban, como también el menor de los Paillot con Isard.
Daba gusto verlos hacer la recta del Municipal entre 30 y 40 autos.
Willy Iacona · julio 17, 2020 a las 11:14 am
gracias Juse, en breve va otra nota de esta categoria.