El 12 y 13 de septiembre en el Autódromo de San Nicolás, Provincia de Buenos Aires, el automovilismo argentino volvió después de casi seis meses de inactividad. Con el estricto cumplimiento de los procedimientos y el único público de los que circulaban por la Ruta 9 y paraban unos minutos para mirar, el Turismo Carretera realizó la tercera y cuarta competencias del calendario 2020.

Una semana después, el 20 de septiembre en el Autódromo de Buenos Aires, el Super TC2000 llevó a cabo la primera prueba de la temporada. Las tres principales carreras de ambos fines de semana tuvieron un denominador común: sus triunfadores son oriundos de Arrecifes.

El sábado 12 de septiembre, Nicolás Trosset ganó por primera vez en Turismo Carretera llegando segundo Valentín Aguirre, ambos con Dodge. Los dos primeros fueron arrecifeños.

El domingo 13, Aguirre fue el vencedor escoltado por Agustín Canapino. Ambos lograron el segundo “1-2” de Arrecifes en dos días sucesivos. Valentín es muy joven y es el puntero del campeonato; Agustín siendo también joven, lleva ganados cuatro títulos de TC y es el campeón en vigencia. Aguirre y Canapino rubricaron el segundo doblete arrecifeño en dos días sucesivos.

El domingo 20 de septiembre, en vibrante definición en la última vuelta, Agustín Canapino con su Chevrolet Cruze llegó triunfador por una mínima diferencia sobre Matías Rossi con Toyota Corolla.

Arrecifes atesora 108 victorias de Turismo Carretera. Carlos Pairetti lidera la lista con 22 triunfos escoltado por Rubén Luis Di Palma con 20, mientras que su hijo Marcos Di Palma es el tercero con 11. Además de sus títulos en Turismo Carretera, los arrecifeños han ganado una gran cantidad de campeonatos de categorías como Coches Especiales, Standard, Mecánica Argentina Fórmula 1, Sport Prototipo, TC2000, Turismo Nacional, Supercart y otras.

Sólo la Ciudad de Buenos Aires supera a Arrecifes con 183 triunfos. El máximo ganador del TC de la historia sigue siendo Juan Gálvez con 56 y su hermano Oscar es el tercero con 43 triunfos. Corresponde aclarar que la población de Buenos Aires es de 3.000.000 de habitantes y la de Arrecifes de 34.000. Esto da una relación de cantidad de triunfos por habitante unas cien veces mayor a favor de Arrecifes.

Según Carlos Oreste Marincovich, ganador de diez competencias de TC y cuarto en la lista de los arrecifeños que triunfaron en TC -junto a Norberto Fontana y Agustín Canapino-, el auténtico pionero de los pilotos fue un asturiano radicado en Arrecifes en 1929, Don Cástulo Hortal.

Hortal corrió baquets y llegó segundo en el Gran Premio Nacional de 1935 que ganó Arturo Kruuse. Luego surgió Hipómenes, seudónimo de Angel Lo Valvo, el ganador del primer Gran Premio de TC en 1937. Dos años más tarde Lo Valvo fue el vencedor del Gran Premio Internacional del Sur en el que además cuatro arrecifeños llegaron entre los diez primeros: segundo finalizó Julio Pérez, noveno Manuel Arrouge y décimo Cástulo Hortal. En 1939 Lo Valvo se consagró primer Campeón Argentino de TC.

Julio Pérez encuentra la muerte corriendo las Mil Millas de 1940, llevando de acompañante a Bernardo Pérez -con quien no tenía ningún parentesco-, quien quedó con una pierna renga. Unos años más tarde comienza a correr Edison Hortal, el hijo mayor de Don Cástulo, en Mecánica Nacional Fuerza Limitada. Encho, tal su apodo, ganó dos carreras en Buenos Aires en 1947 pero en las pruebas de clasificación de la siguiente, en Rosario, sufrió un accidente y muere unos días después.

En 1946 surge José Froilán González quien cinco años más tarde ganaba en la Costanera Norte porteña las dos carreras de la Temporada Internacional de 1951. Fue en ese año que, derrotando a las Alfetta, venció en Silverstone para obtener la primera victoria de Ferrari en Fórmula 1. En 1954, también con la marca del Cavallino, triunfa en Le Mans -siendo aun hoy el único argentino en lograrlo- y, de nuevo en Silverstone, gana su segunda carrera de Fórmula 1. Concluye su campaña al volante de una Ferrari-Corvette con dos triunfos en las 500 Millas Argentinas en Rafaela y logrando los dos Torneos Triangulares disputados en Uruguay, Brasil y Argentina en 1959 y 1960.

La estirpe de Arrecifes continúa con Néstor Marincovich, quien en 1960 gana en Nueve de Julio su única carrera de TC. Lamentablemente se mata en un accidente con un auto particular.  Su Chevrolet es comprado por un grupo de empresarios y amigos para que lo corra Carlos Pairetti, quien gana algunas carreras y su primer Gran Premio. Posteriormente, la Peña El Gato Negro que ya apoyaba a Pairetti hace lo propio con Luis Di Palma para su debut. Luego comienzan a correr Carlos Marincovich y unos años más tarde, Néstor Jesús García Veiga.

El automovilismo de Arrecifes continuó creciendo con Rubén Bulla, Carlos Giay, Rodolfo Marincovich –primo de Carlos-, los hijos de Luis Di Palma, José Luis, Marcos, Patricio y Andrea, Norberto Fontana, Julio César Catalán Magni –padre de Juan Tomás Catalán Magni-, Gastón Aguirre –padre de Valentín Aguirre-, Juan Cruz Alvarez, Luis José Di Palma –Josito, nieto de Rubén Luis- y los mencionados Agustín Canapino y Nicolás Trosset, sobrino de Fontana. Incluso la esposa de Luis Di Palma forma parte del árbol genealógico del automovilismo arrecifeño; el apellido de Cayetana –La Tana- es Picoy, y su apellido materno es Lo Valvo…

Uno de quienes mejor conoce esta historia es Carlos Marincovich. Integrante del renombrado Póker de Ases de Arrecifes junto con Carlos Pairetti, Rubén Luis Di Palma y Néstor García Veiga. Marincovich sigue siendo el ganador de la carrera más veloz de TC corrida en un circuito, en Rafaela en 1968; fue subcampeón de Sport Prototipo en 1969 y el primer ganador con una cupé Chevy en TC en 1972.

A punto de editar su libro “El automovilismo que yo viví”, nadie mejor que él para hablarnos de la única ciudad de la Argentina en la que el automovilismo es más popular que el fútbol.

  • ¿Cómo se explica el fenómeno del automovilismo en Arrecifes?
  • Mi impresión es que todo arrecifeño que comienza a correr lo hace intentando emular a sus antecesores. Arrecifes vibró con el automovilismo a punto tal que cuando en 1938 se accidenta Lo Valvo y se mata el acompañante, éste era el papá de Héctor Moisello, quien fue junto a Bernardo Pérez el preparador del motor del Chevytrés que corrí en 1968 y 1969.
  • ¿Podrías aclararnos esto de la emulación?
  • Siempre pensé en que queremos imitar a Angel Lo Valvo, a José Froilán González, a Carlos Pairetti, a Luis Di Palma… Todos los corredores guardan en su memoria, en su interés, querer ser como los mejores antecesores, y los que actualmente corren en los zonales tienen la misma actitud. La de ser como Fontana, Canapino o Aguirre, que a su vez les ha pasado a los anteriores; ser como aquellos.
  • Lo que no deben faltar en Arrecifes son anécdotas.
  • Esto está manifestado en una última historia muy importante que ocurrió en 1939 con el Gran Premio Internacional del Sur. Algunos empresarios y entusiastas de Arrecifes se reunieron para comprarle una cupé Ford ‘39 a Lo Valvo para que pudiera correr ese Gran Premio. Lo hicieron con un doble propósito, que terminada la carrera esa cupé iba a ser puesta en condiciones de auto de calle, porque en esa época a los autos se les hacían pocas modificaciones, como cortarles los guardabarros. Lo Valvo ganó el Gran Premio, se consagró Campeón Argentino de TC y el Ford, vuelto a su condición original, fue rifado y el producto de esa rifa donado al Hospital Santa Francisca de Arrecifes.
  • Un excelente ejemplo de lo que sucedía con el automovilismo en ese tiempo.
  • Otro hecho sin precedentes ocurrió en 1949 cuando Arrecifes se deleitaba viendo a José Froilán González probar una flamante Maserati en plena ciudad, mientras sus habitantes cortaban las calles con “permiso”, lo que resultaba ser una cosa inusitada. Esto ocurría en Arrecifes, cuando esta pasión era inconmensurablemente mayor que la de hoy. A título de ejemplo recuerdo lo que sucedía cuando Carlos Pairetti, Luis Di Palma y yo estábamos en nuestros comienzos y la gente de Arrecifes se arremolinaba en nuestros talleres para ver trabajar a los mecánicos. ¡Y si estábamos nosotros el revuelo era aun mayor! Era una cosa espectacular, difícil de entender.

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