Un pasacalle cruzaba la Avenida Centenario hace 86 años, paradójicamente a tan sólo a unos cuarenta metros de la entrada principal del Hipódromo de San Isidro donde se realiza anualmente el mayor encuentro nacional de autos clásicos. Para más datos y para satisfacer a los puristas, les podemos contar que el rectángulo de tela colgaba entre la esquina donde actualmente hay una gran pinturería y la esquina de la plaza de la Municipalidad, dándonos el dato preciso del día de la carrera: “Aquí se disputará la gran carrera de automóviles el 3 de octubre de 1937”.
La gran competencia correspondía a la pujante categoría Fuerza Libre, que en la única ocasión en que visitó San Isidro no corrió dentro del Hipódromo utilizando la pista hípica como en aquella la primera carrera argentina de 1901 en el Hipódromo de Palermo, sino en las avenidas perimetrales. El circuito era un rectángulo de lados desiguales, con cuatro tramos de distinta longitud y diferente al perímetro que bordea al Hipódromo de San Isidro desde hace por lo menos sesenta años, un rectángulo con dos secciones rectas largas unidos por otros dos más cortos.
Considerando que la procedencia de www.dandydriver.com es la ciudad de Martínez, tenemos nuestro corazón local, que va a permitirnos un apunte histórico. El hipódromo, que había sido inaugurado en 1935 tan solo dos años antes de la carrera, terminaba poco después del curvón oeste. Había allí una calle que separaba otra sección que llegaba aproximadamente a la actual Avenida Fleming y más aún, ese terreno había sido heredado por Prilidiano Pueyrredón en el Siglo XIX, quien en 1856 lo vendió a Manuel Alejandro Aguirre, y por esa razón llegó a ser conocido como la Chacra de los Aguirre. A su fallecimiento, sus herederos dividieron esas tierras y en la fracción que le correspondió a Rosa Aguirre llegó a operar un aeródromo en los albores de la aviación, algo que muchos desconocen. Esto sucedió entre 1921 y 1928, se trató del Aeródromo de San Isidro donde funcionaba una línea aérea comercial, la River Plate Aviation Company.
En un hallazgo deslumbrante en Autoclásica 2022 nos hicimos de un admirable lote de la revista señera del deporte argentino, El Gráfico, unos cien ejemplares desde la década del treinta hasta los sesenta. En uno de ellos encontramos la crónica que promovió el presente artículo de ww.dandydriver.com, de tal interés histórico y con una enorme profusión de material fotográfico de extraordinario valor documental.
En la foto mayor de una de las siete páginas dedicadas a la carrera, se aprecia nítidamente el empedrado que por entonces tenía la Avenida Centenario, dividida por el refugio para peatones y contiguo a éste, las dos vías de los tranvías que circulaban por San Isidro. En el sector exterior al circuito, sitio de la plaza donde las Damas Rosadas comenzaron su encomiable labor hace unos sesenta años, se aprecia una pequeña pared blanca con pilares, indicio de que allí había una quinta. Más curioso aún resulta apuntar que en el local donde actualmente funciona la pinturería el restaurant y parrilla de Juan Micheli abastecía a los hambrientos sanisidrenses. Según el cartel de la esquina, para pedir lo que llaman “delivery”, había que llamar al número de ¡Unión Telefónica 434! A ambos costados del restaurant no existía la famosa terminal de la Línea 338 de Transportes Automotores La Plata, más conocida como “La Costera”, que aún no existía.
Según las fotos publicadas en El Gráfico podemos deducir la línea de largada como los boxes se encontraban sobre la Avenida Márquez. El sentido de giro de la carrera era el de las agujas del reloj, la primera curva era en la esquina de Márquez y Santa Fe y luego se dirigían hacia Acassuso, para encarar la actual Dardo Rocha y luego continuar por el resto del circuito. Es pertinente apuntar de Ricardo Lorenzo en su crónica de El Gráfico: “El circuito de San Isidro de 5420 metros con una recta de 2100 y otra de 1600, unidas después por dos tramos, uno de los cuales es de adoquinado y consta de 800 metros, es buen escenario para las máquinas de bajo peso y mucho reprise. Las pesadas y las que por cilindrada consiguen velocidad merced a una fuerte multiplicación daban allí un alto hándicap. Por esa misma circunstancia no pudo competir Carlos Zatuszek pese a su buena voluntad para cumplir con quienes le habían rogado que integrara el lote de competidores a fin de hacer más interesante la fiesta. Preciso es decir que otros volantes respondieron al llamado por razones de amistad, pero sabiendo que carecían de chance”.
Aún a pesar de la ausencia de Zatuszek que privó al público de ver en acción al espectacular “Ómnibus”, fue congregado un parque lo suficientemente cuantioso tanto para que las series tuvieran carácter eliminatorio y entretener al numeroso público que se dio cita. Salvo el mencionado Zatuszek, los más importantes pilotos animaron la jornada sanisidrense: Carlos Arzani, Ricardo Nasi, Raúl Riganti, Ernesto Hilario Blanco, Eric Forrest Greene, Domingo Ochoteco, Eleuterio Donzino y Adriano Malusardi. A ellos se sumaron Fermín Martín, Mario Chiozza, José M. Garat, Plácido Ruiz, Félix Moyano y Ángel Garabato entre otros. En cuanto a las máquinas, eran monoplazas o bipostos, aunque la mayoría de los pilotos corrieron solos, con pocas excepciones como la de Plácido Ruiz, quien en su auto con volante a la derecha llevó acompañante en la butaca izquierda.
A la lista de conductores se sumaron tres invitados especiales provenientes de Brasil. Ellos eran Francisco Landi, su hermano Quirino y Nascimento Junior, quienes ya nos habían visitado para correr las 500 Millas Argentinas, aunque sin mayor suerte en el clásico rafaelino. Mientras que Francisco Landi y Nascimento lo hicieron con Alfa Romeo, Quirino Landi condujo el Fiat diseñado por Joe Rosa con el que había corrido en Rafaela.
Entre las máquinas presentadas sobresalió netamente un cuarteto de Alfa Romeo, que mencionaremos en orden según su cilindrada, este factor tendría relación directa con el resultado de la carrera. El motor del Alfa Romeo de Arzani tenía 3800 cm3 y además de ser el más potente de los cuatro estaba engalanado con los emblemas del Cavallino Rampante, ya que era un auto adquirido a la mismísima Scuderia Ferrari. Era un Tipo 8C-35 monoposto, con un característico carenado a ambos lados inferiores de la parrilla, que cubría los frenos y buena parte de las suspensiones delanteras. Tenía la peculiaridad de llevar la publicidad del aperitivo amargo Monte Cudine –léase Monte Cúdine–, como acertadamente ha comentado Lao Iacona en un artículo anterior de www. dandydriver.com.
Siguiendo el orden según el desplazamiento del motor, seguimos con el de Nasi, cuyo motor de 2900 cm3 fue llevado a 3200. Finalmente, los dos últimos eran los de nuestros vecinos: el Alfa Romeo de Nascimento Junior tenía 2900 cm3, mientras que el de Chico Landi –el primer brasileño que corrió en el Campeonato Mundial de Conductores–, tenía 2300 cm3, siendo el de menor desplazamiento de los cuatro Alfa que largaron aquel día.
Del grupo de volantes presentes, Carlos Arzani era uno de los más notables pilotos de esos tiempos. Había sobresalido en el Gran Premio al Chaco de 1935 en el que llegó cuarto, fue vencedor en la Costanera Norte en 1936 y tuvo una actuación descollante en La Gavea, Río de Janeiro, donde era un debutante. La reunión de San Isidro tuvo un mal comienzo para Arzani ya que en los entrenamientos se le había roto una válvula al poner en marcha el motor, lo que lo obligó a cambiar medio block. En las pruebas de clasificación, llamadas eliminatorias por entonces, experimentó un problema al final de la primera recta y se detuvo. Creyendo que no le computarían la vuelta, volvió a salir para cumplir la vuelta eliminatoria con el motor en pobres condiciones, estableciendo un tiempo mediocre aunque suficiente para correr al día siguiente. Desarmado el motor, sus mecánicos José Venegoni y Alfredo Marcione encontraron un serio problema en un pistón, por lo que debieron trabajar toda la noche para repararlo y dejar el Alfa Romeo en condiciones.
La programación dominical comenzó con las tres series de doce vueltas, de 65,040 kilómetros cada una. La final estuvo pactada a 20 vueltas y su equivalente de 108, 4 kilómetros. La primera serie fue ganada por el platense Juan María Garat a 127,598 km/h, seguido por Eleuterio Donzino a 26s, mientras que Riganti y Ruiz lucharon por el tercer puesto, definido a favor de Riganti en la que fue la más lenta de las tres baterías.
En la segunda, Arzani largaba retrasado por su lento tiempo en pruebas de clasificación. Pensaba seguir a Nascimento Junior que partía en la primera fila; sin embargo el brasileño sufrió un problema en el embrague y Arzani con su Alfa funcionando nuevamente a pleno alcanzó rápidamente la vanguardia, que conservó durante las doce vueltas, llegando triunfador a 140,627 km/h. Lo escoltaron los brasileños Nascimento Junior a 1m04s y Francisco Chico Landi con una vuelta menos. El dominio de Arzani se vio reflejado en la gran ventaja que le sacó al segundo, superior al minuto.
La tercera serie tuvo como vencedor a Ricardo Nasi, a 136,209 km/h, siendo el segundo parcial más veloz. Segundo llegó Félix Moyano y tercero Mario Chiozza, ambos a una vuelta del ganador.
La competencia definitiva estuvo reservada a quince máquinas, formándose la grilla de partida con los cinco primeros de cada serie. Los pilotos que largaron la final fueron los siguientes: Arzani, Nascimento, Garat, Donzino, Riganti, Ruiz, Zerba Balbi, Francisco Landi, Malusardi, Ochoteco, Moyano, Chiozza, Forrest Greene y Quirino Landi.
No era muy difícil a través del mero análisis de la diferencia del promedio de Arzani en la serie más rápida y el de Nasi, vencedor de la tercera, de 4,418 km/h que el piloto del Alfa Romeo de mayor cilindrada sería el máximo candidato a la victoria. Esto fue, en efecto, lo que sucedió. La punta estuvo formada por un grupo de cuatro, encabezado por los ganadores de las dos baterías más veloces Arzani, Nasi, Nascimento y Garat. Las posiciones se mantuvieron toda la carrera, con excepción de los abandonos de Chico Landi en la primer parte de la carrera y de Garat, pocas vueltas antes del final. De esta manera, los tres Alfa Romeo que quedaban ocupaban los tres primeros puestos, si bien distanciados entre sí.
Detrás del cuarteto de punta, prendidos por la quinta posición, pugnaban Donzino y Malusardi; luego de intentarlo varias veces, Malusardi superó a Donzino en la 15ª vuelta para ganar la quinta posición. Por su parte, Moyano y Ochoteco estaban en su propia lucha, en el séptimo y octavo puesto.
El ritmo del puntero resultó espectacular, al punto que Arzani fue acumulando ventajas. Tanto como su paso a más de 200 km/h en la mitad de la recta más larga. El ocho cilindros, rindió a pleno y Arzani lo condujo impecablemente, tanto que en la tercera vuelta ya tenía 16 segundos con respecto a Nasi y 25 sobre Nascimento. El avance de Arzani fue creciente: 19 segundos en la cuarta vuelta, y luego con incrementos desde el segundo hasta los seis por giro, de acuerdo a la siguiente progresión: 22 segundos, 28, 30, 33, 37, 38, 38, 45 y 47 en la 13ª vuelta, a partir de la cual evaluó que su ventaja era suficiente y se dedicó a mantener el liderazgo, y hasta disminuir la luz a 22 segundos en la 18ª, para distanciarse nuevamente de Nasi hasta el medio minuto de diferencia. Otro comentario interesante de Ricardo Lorenzo en El Gráfico la constituye que el promedio de Arzani cumplidas las cinco primeras vueltas era de 144,5 km/h y que con diez vueltas ascendió levemente a 145 km/h. La hegemonía de Arzani se vio también en haber marcado la vuelta más rápida en 2m11s4/5 a 148,042 km/h, aunque debemos señalar que en los entrenamientos había registrado un tiempo aún mejor, 2m09s a 151,256 km/h, el más elevado promedio alcanzado en el Circuito de San Isidro en aquel lejano fin de semana de 1937.
“El triunfo de Arzani fue del todo brillante y se debe a la armonía de dos factores: hombre y máquina. Ganador en La Costanera, Mar del Plata y La Plata, cuarto en Nápoles entre ases consumados; quinto en La Gavea y a la vez primero entre los sudamericanos”, concluye Ricardo Lorenzo en El Gráfico. A ello vale agregar el comentario de un buen piloto de la época, Fermín Martín, sobre el excelente manejo de Arzani: “Tiene máquina, pero es un gran volante. Estoy convencido”.
Una nota agradable la constituyó el banquete que la Scuderia Belgrano brindó en honor de los brasileños Francisco Landi, Quirino Landi y Nascimento Junior. El aspecto deportivo dejó el saldo de un hermoso espectáculo en la única ocasión en que la Fuerza Libre visitó San Isidro.
Las clasificaciones
Gran Premio Ciudad de San Isidro – Circuito de 5420 metros – Tres series de 12 vueltas (65,040 kilómetros) – Final de 20 vueltas (108 kilómetros) – 3 de octubre de 1937.
Primera serie
Pos. Piloto Tiempo Vueltas
1° José María Garat 30m35s 12
2° Eleuterio Donzino 31m01s 12
3° Raúl Riganti 31m50s 12
4° Plácido Ruiz 32m40s 12
5° Juan Andrés Zerba Balbi 33m01s 12
Promedio del ganador: 127,598 km/h.
-.-
Segunda serie
Pos. Piloto Tiempo Vueltas
1° Carlos Arzani 27m45s 12
2° Nascimento Junior 28m49s 12
3° Francisco Landi 27m58s 12
4° Adriano Malusardi 28m58s 11
5° Domingo Ochoteco 29m07s 11
Promedio del ganador: 140,627 km/h.
-.-
Tercera serie
Pos. Piloto Tiempo Vueltas
1° Ricardo Nasi 28m39s 12
2° Félix Moyano 29m03s 12
3° Mario Chiozza 29m34s 11
4° Eric Forrest Greene 30m22s 11
5° Quirino Landi 30m41s 11
Promedio del ganador: 136,209 km/h.
-.-
Final
Pos. Piloto Tiempo Vueltas
1° Carlos Arzani 45m23s 20
2° Ricardo Nasi 45m53s 20
3° Nascimento Junior 46m28s 19
4° Adriano Malusardi 46m10s 18
5° Eleuterio Donzino 46m16s 18
Promedio del ganador: 142,784 km/h.
1 comentario
José del Castillo · mayo 11, 2023 a las 2:11 pm
¿Donde habrán ido a parar esos autos, que belleza !
¿No dice el artículo con que auto corrió Eric Forrest Greene ?