Hace 56 años, antes de la llegada del Rally de Argentina del Campeonato Mundial, las tranquilas calles de Villa Carlos Paz también vibraban con el rugido de los motores –de muchos motores- con la llamada Semana de la Velocidad.

La así denominada Semana de la Velocidad de 1965 era en realidad más prolongada, porque se extendía durante quince días, en los que había no sólo competencias automovilísticas de distintas categorías, sino también karting y motociclismo, así como otras disciplinas como motonáutica, aviación y paracaidismo.

El año automovilístico de 1965 comenzó con la Semana de la Velocidad, con una carrera de Turismo Carretera y diez días más tarde, con una segunda realizada en otro trazado. Ambas fueron en Córdoba, siendo las dos primeras de un prolongado Campeonato Argentino con 35 competencias.

En la primera de ellas, en los alrededores de Carlos Paz, los Ford, Chevrolet y Ford compitieron conjuntamente con varios autos de Turismo Mejorado. La confrontación le dio brillo a la competencia, ya que fueron pocos los pilotos de TC que se atrevieron a la montaña. El 6 de enero de 1965 las cupecitas enfrentaron a los Renault, Peugeot, Auto Union y hasta a un Volvo que buscaron aprovechar los caminos sinuosos con los autos preparados de acuerdo al reglamento del Anexo “J”.

“Este interés resultó ser afortunadamente casual, no porque la gente le dé la espalda al TC (todo lo contrario…), sino porque en principio la carrera estaba destinada a cruzar la Pampa de Achala en ida y vuelta hasta Mina Clavero. El hecho de que la ruta estuviese intransitable a causa de una reciente tormenta, hizo que los organizadores prefieran el circuito que bordea al Lago San Roque”, escribió Carlos A. Fornaguera en su crónica de la revista Velocidad.

La lista de inscriptos contó con 29 pilotos, faltando a la cita el Campeón Argentino Dante Emiliozzi. En cuanto a las marcas, la mayoría fue de los Ford con diez unidades, sumados a ocho Chevrolet y un Dodge entre las tradicionales cupecitas. Los que corrieron autos de Turismo Mejorado fueron Gualterio Brenner y Juan Stessel con Peugeot 404, mientras que Ricardo Bellitti con el único Auto Union DKW. Por curiosa coincidencia, dos de los tres Renault Gordini o 1093 fueron conducidos por dos futuros campeones de Turismo Carretera, Juan Manuel Bordeu –el subcampeón de 1964- y Gastón Perkins. El piloto que corría bajo el seudónimo “El Dorado”, lo hizo con el tercer Renault. El auto de mayor cilindrada del grupo de Turismo fue el Rambler Classic con motor de seis cilindros en línea de Eduardo Carauni. Pero sobre todo llamó especialmente la atención el Volvo que condujo otro piloto de primera línea y, también, futuro Campeón Argentino de TC, Carlos Alberto Pairetti.

La historia que apuntamos comenzó el 2 de enero de 1965 cuando Armando Cattáneo, de Renka SA., firma representante de Volvo, lo llamó a Carlos Pairetti para que lo fuera a ver a su oficina de la calle Bartolomé Mitre, en Buenos Aires. “Carlos, yo sé que usted no tiene su auto listo para el domingo y quiero ofrecerle el Volvo para que lo corra”. 

La respuesta de Pairetti, que corría con una cupecita Chevrolet, fue la siguiente: “Ese auto lo corrió en el Gran Premio ‘Rolo’ de Alzaga y no tuvo una actuación destacada”.

Sin embargo, Cattáneo se tenía confianza, y le explicó a Pairetti: “Pero, Carlos, tenga en cuenta que este circuito es totalmente trabado”. Mientras la idea comenzaba a gustarle a Pairetti, Cattáneo le advertía: “Tengo un solo inconveniente: traje desde Suecia un motor nuevo para el Volvo, pero hace dos meses que está en la aduana de Ezeiza y no lo puedo sacar”.

“Luego de ponernos de acuerdo respecto de la parte económica, acepté, y las ocho de la mañana del viernes estaba en Ezeiza… A las nueve, ¡ya tenía el motor conmigo!”, recuerda Pairetti, quien agregó: “Inmediatamente mandamos el motor a Rosario, pues el Volvo estaba allí, en la representación de Renka SA. Allí me presentaron a Juan Barba, el mecánico jefe de taller y solamente tuvieron que poner el motor en el auto, ya que estaba totalmente preparado y pintadito; incluso, le puse mis publicidades. Recuerdo que yo mismo abrí el cajón donde había llegado el motor, y parecía una obra de arte. Inmediatamente lo armaron y me lo llevaron andando desde Rosario para hacerle unos quinientos kilómetros”, explica el arrecifeño en su libro “El Trueno Naranja vuelve a rugir”.

“El dilema fue saber quién me acompañaría, ya que Héctor ‘El Laucha’ Ríos debutaría en la siguiente carrera. Necesitaba alguien que conociera bien la montaña y por casualidad me encontré en Rosario a un amigo de Villa Carlos Paz que había sido taximetrero y se la pasaba viajando a Villa Carlos Paz, Mina Clavero, etc., ¡y conocía hasta las piedras del camino! Se trataba de Oscar Barandalla y fue mi copiloto en esa carrera”, continúa Pairetti.

“Recuerdo que cuando hacíamos el reconocimiento del camino en la montaña, había dos o tres que también estaban probando, y enseguida nos íbamos encima de ellos por lo que supe que iba a andar bien. El circuito era de 37 kilómetros, once de los cuales eran de pavimento. Pasábamos por el cucú de Villa Carlos Paz y en lo de Cabalén nos metíamos en la montaña. En el pavimento nos sacan de ocho a diez segundos pero en la montaña, yo les sacaba entre diez y doce”.

“En el circuito había una recta de siete u ocho kilómetros donde no podía llevar al auto derecho. ¿Qué pasaba? Resulta que tenía autoblocante y yo nunca había corrido con ese tipo de diferencial. Entonces, en lugar de ir totalmente a fondo, levanté hasta que el auto comenzó a ir derecho”, explica el fugaz piloto del Volvo 122S.

La carrera fue sobre seis vueltas al Circuito del Lago, con un recorrido total de 222 kilómetros. El orden de largada por ranking, le dio el N° 1 a Bordeu, quien partió primero con su Renault. Lo siguieron Pairetti con el 2 con el Volvo, Marcos Ciani con el 3 en su cupé Dodge, Luis Di Palma con el 4 en su cupé Chevrolet, Eduardo Casá en su Ford con el 5, Rubén Roux en su Chevrolet con el 6, Oscar Cabalén con el N° 7 en el Peugeot 404, Rodolfo de Alzaga octavo con el 8 en su Ford, noveno Carmelo Galbato con el 9 en su cupé Ford y décimo Carlos Menditeguy, con el Ford N° 10, completando los diez primeros.

En la primera vuelta Bordeu se mantuvo primero en el camino, aunque Rubén Roux comandaba los tiempos, seguido por Cabalén, Ciani, Pairetti y Antonio Bertolotto. Bordeu comenzó a retrasarse en el empalme a Tandil para luego abandonar. En la segunda vuelta Roux, el nuevo puntero, llegó a los dos minutos de ventaja sobre Pairetti, mientras que el Peugeot de Cabalén perdía rendimiento y era superado por Ciani, Bertolotto y Alzaga. Luego Roux debía detenerse para cambiar neumáticos y Pairetti tomaba la punta, aunque Roux con su veloz Negrita descontó la ventaja y recuperó la primera posición. La carrera no perdía emociones ya que durante la quinta vuelta Pairetti volvía a sobrepasar a Roux para acumular casi un minuto de ventaja, mientras que Ciani, con el único pero muy veloz Dodge, se sumaba a la lucha.

La lucha por la punta terminó al principio de la última vuelta, cuando Roux chocó al Chevrolet de Edgardo Raiteri, quien había volcado, y también volcó. Cumplidas las seis vueltas, Carlos Pairetti llegó ganador con el Volvo, estableciendo un suceso histórico, el del primer y único auto europeo triunfador en Turismo Carretera. Hasta la primera carrera de 1965, todas las victorias que hubo en el TC habían sido de autos producidos en los Estados Unidos. Resultó, asimismo, la primera de un auto de una cilindrada menor a los 2000 cm3 –la mitad que las cupecitas- y también de un motor de cuatro cilindros.

Para los aficionados a los números, podemos comentar que en aquella carrera del Circuito del Lago predominó el 2. El ganador llevó el N° 2, la denominación del Volvo era 122, el recorrido total fue de 222 kilómetros y el tiempo del ganador fue de 2h22m09s4/5. ¡Vaya coincidencias! Eso sí, el promedio del ganador fue de 93,960 km/h mientras que el récord de vuelta logrado por Rubén Roux en la primera, fue de 23m10s/5 a 95,814 km/h.

Detrás de Pairetti, la clasificación tuvo el siguiente orden: 2° Marcos Ciani (Dodge), a 3m39s; 3° Antonio Bertolotto (Ford); 4° Armando J. Ríos (Chevrolet); 5° Gualterio Brenner (Volkswagen); 6° Marcial Feijoo (Ford) y 7° Eduardo Carauni (Rambler Classic), todos con 7 vueltas.

“Diez días más tarde, también en Villa Carlos Paz pero en un trazado diferente, en dos etapas de ida y vuelta entre Villa Carlos Paz y San Francisco y bajo un diluvio universal, volví a ganar, pero esta vez al mando de mi tradicional cupé Chevrolet. Es decir, gané las dos carreras de TC de la Semana de la Velocidad, pero luego de ese triunfo vino una mala racha donde no pude lograr buenas posiciones”, rememora Carlos.

Debieron transcurrir trece años para que en el TC volviera a triunfar un auto de cilindrada menor a los 2000 cm3, aunque no producido en Europa como el Volvo sino de industria argentina. Sucedió en 1978 cuando el 18 de febrero Marcos Loioco ganó la segunda carrera del Torneo Nocturno y luego, el 6 de marzo, de nuevo Carlos Pairetti como en 1965 fue el vencedor en el Autódromo “General San Martín” de Mendoza. Ambos ganaron con Dodge 1500, aunque ninguna de las dos carreras otorgó puntaje para el Campeonato de TC.

Carlos Pairetti logró forjar su nombre en la historia del automovilismo argentino no sólo por su campeonato de 1968 con el Trueno Naranja –y por muchas otras victorias-, sino por haber sido el único que ganó una carrera válida por el campeonato con un auto de producción sueca siendo, asimismo, el único ganador en la división de menor cilindrada. Vaya nuestro reconocimiento al gran piloto nacido en Clucellas, Santa Fe, quien años después pasó a formar parte del recordado “Póker de Ases” de Arrecifes junto a Rubén Luis Di Palma, Carlos Oreste Marincovich y Néstor Jesús García Veiga.


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