La larga historia del juguete es indudablemente apasionante y nuestro país tiene una larga tradición en esta materia, con realizaciones surgidas de creadores talentosos y geniales. Sin que podamos precisar exactamente cuándo, hace décadas los chicos no sólo soñaban con una pelota de fútbol, tanto una Pulpo como una Número 5, el famoso equipo de jugador y otros juguetes más sencillos, como el trompo, el balero o las bolitas.

Otros, también disfrutaban con los juegos de química o bien, con la ayuda del padre, tío, vecino o amigo, ingresar al mundo de la velocidad al volante del famoso carrito de rulemanes. Los pibes del barrio recorrían pacientemente los talleres buscando rodamientos en desuso que luego provocarían el característico ruido que interrumpía la tranquilidad de la siesta. Se corrían carreras de carritos de rulemanes en dos modalidades: una, en algún tramo de la calle, el joven piloto era empujado por algún amigo hasta lograr la suficiente velocidad y dejarlo recorrer un buen tramo a velocidad. La otra forma era la aplicación de la ley de gravitación universal formulada por Isaac Newton en 1687. Esta no era otra cosa que aprovechar el envión de la gravedad, corriendo carreritas en bajadas como la Caracol o Las Barrancas, en el bajo de Martínez o Acassuso, o en algún circuito parque como el Lezama porteño.

Los chicos con inquietudes aeronáuticas podían dedicarse a los aviones de madera balsa, que levantaban un corto vuelo propulsados por una hélice movida al liberar una larga banda elástica a la que se le daba innumerables vueltas. También, por qué no, armar con paciencia con la ayuda de algún iniciado y con la ayuda de algún amigo, tío o vecino, o bien con los planos de las recordadas revistas Hobby, Lúpin o Mecánica Popular, un barrilete. Hace unos cuantos años, cuarenta o más, se podía ver una gran cantidad de entusiastas en el difícil arte de hacerlos remontar; en el caso de la Ciudad de Buenos Aires, principalmente a ambos lados de la Avenida General Paz.

En este artículo presentamos los juguetes a través del tiempo, de industria argentina, apuntando especialmente en los autos y medios de transporte. Intentamos una reseña bastante rigurosa e interesante, aunque el tema es tan enormemente amplio que debimos incurrir en muchas omisiones. Antes de proseguir debemos resaltar y recomendar el excelente trabajo realizado por Daniela Pelegrinelli en su Diccionario de Juguetes Argentinos – Infancia, industria y educación 1880-1965”, un libro que recomendamos fervientemente a quienes le guste esta materia a todas luces maravillosa.

Un juguete muy difundido fueron los autos, camiones y trencitos de madera pintada, que cumplieron su función de divertir especialmente siendo tirados con un hilo atado a un gancho fijado en el paragolpes delantero.

Hace unos noventa años, en 1934 hizo su aparición una línea de juguetes de hojalata que se convertirían en una de las marcas más icónicas y buscadas por los coleccionistas: Matarazzo. Al enterarse de su existencia el neófito no demora mucho en preguntar: “¿Son los mismos de los fideos?”. No tuvimos que caminar mucho por la calle Defensa del barrio porteño de San Telmo para que en una casa de antigüedades especializada en juguetes, nos respondieran hace unos treinta años: “Sí, son los mismos. Y si tenés alguno, traelo que te lo compramos…”.

En 1881 Francesco Matarazzo dejó Italia y se radicó en Brasil, tuvo trece hijos y construyó un imperio juguetero en base a la grasa de cerdo, los enlatados y los molinos de trigo. Años después llegó a la Argentina, estableciéndose en la ciudad de Rosario. Matarazzo y Cía. fue fundada en 1934 por uno de los hijos de Francesco y sus primeros juguetes fueron fabricados en Villa Devoto. Desde la década del ’40, luego se mudó a Corrientes 5666, barrio porteño de Villa Crespo, donde produjeron una amplia gama que incluyó autos sedán, de carrera del tipo “bólido” –monoplazas largos y aerodinámicos-, voiturettes y limousines, camiones, motocicletas, motos con sidecar, aviones, transatlánticos con motor a vapor, el ómnibus “Expreso Alegría”, furgones de reparto, cocinitas, baldes, trompos, juegos de playa y otros artículos como patos caminadores. Para abaratar los costos se utilizaba generalmente material de descarte, como revelaba la observación del reverso de los juguetes.

El cierre de la importación causado por la Segunda Guerra Mundial significó un notable aumento de la producción de juguetes nacionales. A su vez, la política del gobierno justicialista que promovió regalar a los niños y niñas un juguete para Navidad y Reyes, le dio un gran impulso a la industria argentina.

En 1954 presentó con un aviso en la revista Billiken su “gran novedad”: un tren eléctrico de líneas aerodinámicas. Era un coche motor de dos vagones de pasajeros, con trompa y cola simétricos al estilo de chapa litografiada. Venía en una caja con el tendido de vías y funcionaba con corriente alterna de bajo voltaje.

No obstante, hace unos diez años se produjo un descubrimiento que, si bien no equivalente al de la piedra filosofal, se le  pareció bastante: en un depósito apareció un lote de trenes Matarazzo Patagonia de alrededor de setenta años de antigüedad en impecable estado. Era un juguete con mecanismo a cuerda, de 25 centímetros de largo, con locomotora a vapor y tres vagones; uno es de carga –fruta de Río Negro-, otro de correo y el tercero de pasajeros. Estaba construido en una pieza, de muchos colores y litografiado, con la imitación de las ruedas recortadas que en realidad rodaba sobre dos ejes, con una rueda delantera única y dos traseras. Debe haber sido un lote numeroso, ya que aún hay disponibles.

En 1938 Matarazzo publicó un catálogo en el que eran presentados ochenta artículos, y que se ha convertido en un ítem de colección. Igualmente interesante y no tan difícil de encontrar es el libro “Juguetes de hojalata argentinos Matarazzo”, de Diego M. Lascano y Daniel Sudalsky. Lamentablemente la producción de juguetes Matarazzo finalizó en 1959.

En la revista Mundo Infantil de Editorial Haynes, encontramos un aviso publicitario del Camioneli Mecánico, un camión desarmable de chapa cuyo chasis tiene dos largueros de 50 centímetros de longitud. Venía en varios colores, prendía las luces alimentado por una pila de las grandes –tipo C- con un interruptor de velador en la cabina. Otras características de este juguete notable era la apertura de puertas, su cajita de herramientas y las cuatro ruedas eran de madera pintada con ranuras imitando los dibujos de los neumáticos. Era un camión del tipo que hacía enloquecer a los chicos: un volcador para jugar y cargarlo con arena, tierra o piedritas. Un agujero en el eje trasero permitía ponerle un piolín que también accionaba sobre la caja, que se levantaba para cumplir la función de volcador. Se trata hoy de un artículo muy difícil de encontrar.

Entre 1932 y 1934, en Av. San Juan 1851, RK de Rosé instaló Al Paraíso Infantil, una fábrica de autitos, monopatines, triciclos y carretillas, donde también vendía otros juguetes.

Creada por Moisés Belous en 1942, Plombel se ha ganado también un lugar importante en la historia del juguete argentino. El nombre proviene de la combinación de la palabra plomo y el apellido Belous. Comenzó fabricando pequeños soldaditos de pasta (papel maché barnizado y pintado que parece de fundición) con sus respectivos uniformes. Pero no sólo fabricó soldaditos, sino una variedad de juguetes casi surrealista: desde una carabela de Cristóbal Colón para armar hasta los llamados “patrulleros del espacio plombelianos”, naves de la Guerra Fría y la pistola automática interplanetaria y, aunque ustedes no lo crean, ¡una alcancía con forma de bomba V2!

Plombel desarrolló una notable línea de soldaditos, no sólo de pasta sino también de plomo, de infantería y caballería, en una gran variedad que abarcó granaderos del Regimiento Patricios, miñones, húsares, morenos, pardos, bomberos de la Ciudad de Buenos Aires y hasta la reproducción del general José de San Martín. Plombel también incursionó en el terreno del die-cast, con una serie de autitos y hasta un ómnibus de larga distancia parecido a lo que eran los Mack de alrededor de 1950, fundidos en plomo. A partir de 1948 Plombel amplió su oferta con juguetes de plástico, entre ellos un portaaviones flotante, aviones de guerra y, por supuesto, soldaditos. Belous instaló Plombel en Quintino Bocayuva 328, del barrio porteño de Almagro, donde permaneció hasta 1955. Después cambió la firma que cerró en 1960.

En un ejemplar de la revista Patoruzú de alrededor de 1950, encontramos un aviso publicitario de un juguete desde hace años muy buscado por los coleccionistas: el Ruterito. Producido por la compañía Eico -Electro Sociedad Colectiva-, la llamada Escudería El Ruterito consistía en varias versiones de juguete. Por una parte, autos de carrera de Turismo Carretera y sobre esta base, una versión de auto de policía. Otros, autos de carrera tipo Grand Prix, es decir monoplazas que se han dan dado en llamar tipo “bólido”. Los otros Ruterito eran una variedad de camiones, que también eran juguetes grandes, de unos cuarenta centímetros de largo con apertura de puertas, capot, tapa de baúl con bisagras y llantas de metal. En ambos casos, existía una versión normal o standard y la “de lujo”, con faros que funcionaban con una pila. El camión tenía las líneas de su época, y fue producido en por lo menos tres versiones: con caja de carga y camión grúa de dos ejes, siendo una del Automóvil Club Argentino. El otro camión era con caja de carga más larga y doble eje trasero. Aun sin que representara fielmente ninguna marca en particular, eran muy atractivos. Tanto los autos como los camiones tenía ruedas de goma extraíbles y eran pintados a fuego en dos colores.

Las publicidades de las revistas de la época proveen una documentación magnífica, como el aviso en un ejemplar de la revista Billiken de 1955 en el que la renombrada juguetería El Aguilucho –Av. Corrientes 1521, Buenos Aires- presentaba las “últimas novedades” de Eico: una, el Ruterito patrullero, que no era otra cosa que la adaptación de la cupecita de TC, hasta con los cintos de cuero atando el capot y todo, pero pintada como auto de policía y con el agregado de un faro adicional sobre el techo. La otra, un Mercedes de Grand Prix, una aproximación del W154/163, como los que habían corrido en la Costanera Norte porteña en la Temporada Internacional de 1951, siendo uno conducido nada menos que por Juan Manuel Fangio. Se trata de otro juguete por cierto escaso aunque, si uno se pone en campaña, se puede encontrar, y hasta con la pintura original. Naturalmente, piden por ellos precios siderales.

La empresa argentina Occhipinti y Ferreri, establecida en la calle Bustillo del barrio porteño de Floresta en 1932, fue la creadora de un juguete didáctico muy logrado y popular: El Constructor Argentino. Venía en cajas de diversa cantidad de piezas, de madera y cartón. Venía con las paredes y los techos y los niños podían encastrar las ventanas para armar casas y edificios sobre una base de cartón. Esta firma también fabricó camiones de madera.

El año 1932 fue sin dudas trascendente para el juguete argentino, ya que además del mencionado El Constructor Argentino, un auténtico creador como Curvenaldo Laratro, abrió una tornería mecánica y fábrica de juguetes de madera en Solís 1079. Desde el barrio porteño de Constitución lanzó su línea de juguetes “El Pibe” formada por autos, barcos y camiones de madera, pero por sobre todo con billares hogareños. Su negocio fue creciendo y en 1940 mudó su fábrica a Monteagudo 487, en el barrio de Parque Patricios. En 1941 presentó una nueva línea de tres camiones de madera, todos frontales: uno era el Vareador, un camión con caja de bordes altos y dos ejes. Los otros dos tenían acoplados semirremolque: El Maderero, de caja abierta, transportaba troncos y El Norteño, tenía una larga caja cerrada. A ellos se agregaban otros juguetes como un juego de bowling y el foot-ball tiro de mesa –una especie de metegol-, todos de la marca El Pibe.

En 1944, Laratro ofrece la serie de los “Combinados Desarmables”, tratándose de “Un juguete que todavía en la actualidad desafiaría los principios pedagógicos más exigentes, una joya técnica de puro diseño constituida por piezas bien pulidas preparadas para ser ensambladas mediante pernos y tornillos también de madera con las que se podía armar varios objetos diferentes”, explica Daniela Pelegrinelli en su notable Diccionario de Juguetes Argentinos.

Tan sólo dos años después, Laratro presentó el “Ocho en Uno”, una caja o valija con el contenido para armar desde uno hasta ocho modelos distintos: auto, camión playo, camión con caja, camión tanque, camión volcador –una versión clásica y muy disfrutada por los pibes-, locomotora, tranvía y avión. Ese mismo año también presentó una serie de ocho modelos de contadores en maderas duras pintadas a la piroxilina y en 1947, un camión de bomberos y un helicóptero.

Aunque la principal fuente de ingresos de Laratro eran los billares, su enorme creatividad le permite otra creación genial: los Cubos Banderas, “Un entretenimiento de estudio e ingenio”, de 15 cubos que al combinarse, permitían formar las insignias de una enorme cantidad de países. Luego continuaría con un barco y una silla plegadiza para muñecas, y en 1958 inaugura una fábrica de artículos de plástico en Quilmes 137. Después de tan sorprendente producción, Laratro se retira en 1963 y, por lo tanto, desaparece la marca El Pibe.

Un tipo de juguetes que si decimos que marcaron una época, no exageramos, son los rodados. Uno de los más importantes fueron los realizados por la familia Lavintman. Una parte de ella, liderada por Issac Lavintman fundó La Automática en 1914 con sede en Cochabamba 3500 para desarrollar las marcas Halcón y Alteza, juguetes que “enriquecieron el parque automotor infantil durante setenta años”. Entre ellos podemos mencionar una serie de triciclos como el Docar, el Docar con canasta y el triciclo Chatita Aerodinámica, con un asiento adicional “sobre el caño”, que permitía que jugaran dos niños. También, una variedad de autos a pedal, cuya trompa imitaba al modelo real, como Ford y Pontiac, y el consabido “auto de carrera”. Tenían carrocería de metal esmaltada a fuego y –muy importante-, ruedas de rayos reforzadas.

En 1925 Halcón y Alteza agregaba la fabricación de muñecas y en la década del ’50 se asociaron a Vispa para fabricar juguetes mecánicos de hojalata litografiada. Uno de sus productos notables de Halcón Vispa fue una copia de uno de los modelos de la casa alemana Technofix. Era un juguete de hojalata con un fondo de paisaje multicolor alpino en tres tramos, por el cual un coche-motor o tranvía a cuerda recorría una vía que subía hasta el punto más alto y luego bajaba hasta llegar a una especie de estación. Halcón Vispa fabricó también otros artículos, como el tren de chapa Disney Express, de 70 centímetros de longitud, en el que aparecían litografiados los muy populares por entonces personajes de Walt Disney –el Ratón Mickey, el Pato Donald, el Perro Pluto y algunos más-, tanto en su locomotora a vapor como en los dos vagones de carga. La marca también fabricó un helicóptero de plástico a cuerda.

Otro juguete exitoso de Halcón Vispa en la década del cincuenta y los setenta fue el Jeep Loco, versión nacional del similar importado. Hecho de lata y con unos veinte centímetros de largo tenía ruedas delanteras pequeñas y traseras grandes. Su funcionamiento era a cuerda aunque puede haber habido también a pila. Hubo varias versiones, cuyo conductor era un soldado o bien el payaso Parchecito que domaban las extrañas y divertidas piruetas del Jeep.

Otra rama de la familia Lavintman, la de Naum Lavintman e hijos, fue la fundadora de Broadway, marca que surgió en 1929 y siguió hasta 1980. Su planta se encontraba en Tarija 4372 y Av. La Plata, Boedo, pero también tuvieron otra fábrica en Donato Álvarez 1537. Fabricaron una enorme serie de rodados: bicicletas, autos a pedal como un Cadillac convertible, Jeeps, motonetas tipo Vespa o Lambretta, sulkies y muchos modelos más.

La Industrial Argentina, fue la fábrica de Velocípedos Enrique Vaghi, los que entre 1910 y 1935 produjo todo tipo de rodados: velocípedos de hierro y mimbre, triciclos, autos de chapa y madera, manomóviles, cunas para muñecas, carritos, volantas para niños y muñecas. Primero su dirección fue Beauchef 632 y luego se mudaron a José María Moreno 850/52.

La marca Novel, Manufactura de Rodantes para Niños, con domicilio en Maipú 2978, Olivos, produjo entre 1946 y 1957, una serie de rodados para bebés, andadores, autos, triciclos y hasta sulkies para muñecas.

Según leemos en el Diccionario de Juguetes Argentinos, la historia de los juguetes Mai es impresionante. Enrique Mai nació en Magdeburgo, Alemania Oriental, en 1914. En 1923 decidió venir a la Argentina con su padre Alfonso –que llegó a combatir en Verdún- y con su mujer Magdalena. En 1944, en pleno conflicto bélico mundial, cuando Argentina le declaraba la guerra a Alemania, Mai pierde su trabajo en una agencia de noticias alemana. Pasa entonces a trabajar en el taller de matricería que su padre había instalado en el fondo de su casa de Belén 554, y se dedica al diseño y fabricación de juguetes. Estos se destacan por la fabricación de trenes, comenzando por el Marplatense, con locomotora diesel en cuya litografía se destacaban el Casino y la Rambla. Luego, también el tren Transporte de Circo, con litografías de animales y posteriormente los llamados Trenes Mai, que podían funcionar sobre cualquier superficie sin vías.

En 1957 incorporaron una fresadora que les permitió fabricar engranajes y por lo tanto, producir juguetes a fricción. De todos modos, su juguete más asombroso fueron los Trenes Colgantes Mai, representando el medio de locomoción futurista tan en boga en aquellos años. Tenía una locomotora doble que se desplazaba por medio de dos rodillos sincronizados funcionando a cuerda. La caja ilustraba una ilusoria Buenos Aires del futuro con la locomotora surcando la Avenida 9 de Julio a la altura con el Obelisco de fondo y siguiendo el mismo principio fabricaron también un cable carril. Luego, en hojalata, produjeron un juguete muy exitoso entre los chicos: una serie de colectivos con trompa similar al Ford F600 que también fue aprovechado para realizar un camión de Encotel, la empresa de estatal de correos. En 1962 Mai se mudó a Merlo, Provincia de Buenos Aires, donde también produjeron una serie de aviones de hojalata con litografías de Aerolíneas Argentinas, Lan Chile, Air France e inclusive de Batman.

Entre 1945 y 1955, el Establecimiento Metalúrgico San Alberto fabricó en metal, con y sin mecanismo, un auto patrullero con el N°1019, una ambulancia con el N°1020, el tren 1000 con locomotora de vapor y tres vagones, y una cocinita.

En el furor de los juguetes de hojalata, Demetrio Paviglianiti presentó entre 1949 y 1959 una serie de soldaditos con uniformes de las escuelas de las tres fuerzas armadas. A su vez, en 1950, suscribiendo al Año del Libertador General San Martín, produjo una reproducción a escala del célebre sable corvo de José de San Martín. En su sede de Venezuela 2385 fabricó con la marca Pavi una línea de autitos, camioncitos, trompos, pistolas y ametralladoras. Un aviso de la revista Juguetes de 1960 anuncia el Patrullero Pavi que funcionaba a cuerda y que tenía sirena y el garaje que venía para armar con las instrucciones correspondientes.

En la década del cincuenta, Kip Metal produjo una serie de juguetes de hojalata que actualmente son tanto raros como buscados por los coleccionistas. Entre ellos, un monoplaza del tipo bólido.

Lo sucedido en los cincuenta en cuanto a producción de juguetes no deja de sorprendernos, años en que los grandes triunfos internacionales de Juan Manuel Fangio fueron también motivo de creación de juguetes. Benigno Garrido estableció Artcraft S.A. Ind. y Com. en 1951, con planta en Avenida Maipú 1041, Vicente López, Produjo con éxito juguetes de caucho, aunque principalmente de plástico. Según un aviso reproducido en el Diccionario de Juguetes Argentinos, algunos de sus productos en el año 1956 eran autos de serie y de competición, que estaban ordenados a partir del N°101. Con este número salió un Mercedes-Benz W154/M163 como los que habían corrido en Buenos Aires en la Temporada Internacional de 1951, ¡cuando el mismo Fangio condujo uno!

Otros artículos de Artcraft eran: N°102, Cadillac –modelo Sixty dos puertas de 1955 o 1956-; con el N°103, otro auto de Juan Manuel Fangio, la Alfetta con la que había ganado su primer Campeonato Mundial. Los números 103 y 104 fueron asignados para cupecitas Ford de TC y el N°107, publicitado como “aeroplano”, reproducía al Douglas DC3 bimotor. Los números 111, 112 y 115 eran tres cajas de regalo con seis autos cada una; la 111 traía Cadillac; la 112, seis Mercedes monoplazas y la 115, otros tantos autos surtidos. Asimismo, produjeron otros artículos como un juego de aros y una serie de distintos camiones. Los directivos de Artcraft supieron ver más allá, ya que algunos de sus autitos de carrera ya venían preparados “de fábrica” con el sobrepeso de plomo, como se estilaba en la época para jugar en carreritas en las que cada participante tiraba el auto con la mano. Hacia 1957 o 1958, la fábrica se mudó a Munro y abría oficinas en Avenida de Mayo 975, momento en el que ingresaron nuevos socios. La empresa cerró en 1968.

En Argentina se produjeron varias recreaciones del famoso Meccano inglés creado por Frank Hornby en 1901, el mismo que desarrolló la célebre línea de trenes Hornby y los más famosos aún autitos Dinky Toys. Se trataba de un juguete de construcción muy famoso formado por planchuelas y piezas en ángulo con orificios equidistantes, las que con el agregado de ruedas, motores y otras como guinches o hélices y unidas con tornillos y tuercas permitían armar casas, edificios, grúas, puentes, cañones, tanques, autos, aviones, barcos de guerra y de pasajeros, autómatas, calesitas, estaciones de trenes y un sinnúmero de modelos. Inclusive, hasta un parque de diversiones como el que armó Carlos Gaber del Churrinche, su local de antigüedades del barrio de San Telmo.

Después de la Segunda Guerra Mundial la firma Exacto tuvo los derechos para comercializar partes para los fanas argentinos de este juguete hoy bastante olvidado, y sus piezas se llamaban Meccano Argentino o Meccano Industria Argentina, licencia de la que gozaron hasta 1985.

En la misma línea de los juegos de construcción, El Nuevo Ingeniero Argentino presentaba un juego muy similar al Meccano inglés. Consistía en travesaños de acero con bordes y agujeros equidistantes que permitían armar también una enorme cantidad de distintos modelos. Estaba fabricado por CCIA, firma establecida en Concepción Arenal 485, Ciudad de Buenos Aires. Venía en seis cajas numeradas de la 1 a la 6, que crecía en cantidad de piezas incluidas ¡y de precio!, permitiendo armar juguetes cada vez más complejos.

Hablando de la Alfetta –el Alfa Romeo 158 con el que Juan Manuel Fangio fue subcampeón 1950 y el subsiguiente 159 con el que se consagró Campeón Mundial en 1951-, en el Diccionario de Juguetes Argentinos aparece lo que dice ser una Alfetta artesanal de fabricante desconocido. Estaba realizada de papel maché con ruedas de madera en la que lo más logrado era la reproducción de su piloto, Juan Manuel Fangio. Estaba pintada con los colores de la Escudería Argentina, azul y amarillo, con la salvedad que las Alfetta eran rojas. Sucede que en realidad ese auto era más aproximado a una Maserati 4CLT como las del Equipo Argentino.

Otro juego de construcción digno de mención fue El Experto Mecánico, creado por Norberto Crudo y Adolfo Servo Di Dío y fabricado a partir de 1961 en Víctor Martínez 1720, Ciudad de Buenos Aires. A fines de los años sesenta Crudo continuó solo en la calle Gual 2226 hasta aproximadamente 1975, cuando este tipo de juego ya había caído en desuso.

Los cincuenta y sesenta vivieron un verdadero furor de los juguetes de hojalata litografiados, la mayoría con mecanismo a cuerda o a fricción. Un ejemplo de ello es la ambulancia de la marca QZR de unos veinte centímetros. Seguramente también fue fabricado como auto descapotable, porque la versión de ambulancia era un convertible al que se la había agregado un techo para hacerlo rural.

En 1953 hizo su presentación una marca que llegaría a ser una de las más exitosas entre los juguetes de hojalata: Gorgo. La firma fue creada por los hermanos Vicente y Natalio Gorgo, nacidos en Campobasso, Italia, quienes vinieron a la Argentina en 1948 y 1951 respectivamente. Vicente era el matricero y Natalio el que se ocupaba de las tareas comerciales. Comenzaron su producción en Galicia 1951 y luego se mudaron a Emilio Lamarca 2261/63. Sus primeros juguetes estuvieron inspirados en motivos de animales: El Gatito Juguetón, El Conejito Baterista, El Pingüino Esquiador y el Zorro Ladrón, un juguete genial en el que el zorro llevaba un carrito con una jaula con las gallinas que se había robado. Este último es un artículo extremadamente buscado por los coleccionistas.

De todos modos, creemos que Gorgo logró trascender por sus autos de hojalata con pintura esmaltada, comenzando con un Mercedes-Benz de unos 30 centímetros de largo. Luego lanzaron una serie de autos en dos tamaños, mediano y grande. En esta última línea se destacaron el Sport y Sedan, con reminiscencias del Chevrolet Impala, uno de los autos más deseados de la época, también producido como taxi, policía y ambulancia y como pick-up que sería el Chevrolet El Camino, que también tuvo su versión auxilio del Automóvil Club Argentino. Gorgo también fabricó otros autos como el Buick y años después, el exitoso Chevrolet Camaro. A su vez también juguetes como el Explorador Lunar, que era una copia del Spectrum Patrol Car, uno de los autos utilizados en la serie Capitán Escarlata, recordada creación de Gerry Anderson. Otros productos fueron el auto de la Familia Telerín, el auto especial Velotech y la locomotora diesel Gorgo Express. La empresa vendió su planta y modelos, y cerró en 1989.

Combinando ambos la producción de juguetes en ambos materiales, debemos mencionar a Rullero de los primos italianos Luis Mini y Antonio Cattivello, ambos matriceros de oficio. En Tacuarí 855, Ramos Mejía, fabricaban tapas para latas de aceite y con los recortes de hojalata comenzaron a fabricar autitos a fricción en 1957; como era de norma en la época, esto incluyó patrulleros y ambulancias. Cattivello luego se asoció con el alemán Wal Van Durme y la firma cambió de domicilio. La producción de autos de hojalata llegó hasta 1965, para pasar a fabricar autos de plástico a fricción y más adelante muñecas. La producción de Rullero terminó en 1985.

En 1956 aparece un nuevo juguete, llamado el Tren Loco, realizado en hojalata. Tres años después, en 1959, es lanzado un juguete que se llegaría a ser muy exitoso, la pista hípica Costa Azul, en tiempos en los que el turf era infinitamente más popular que hoy en día. Sus patentes datan de 1928 o 1930, propiedad del suizo Arthur Gueydan y el británico Francis Beaman Whitehouse y el juego, fabricado por la firma inglesa Chad Valley, se llamaba Escalado. La versión nacional funcionaba a imagen y semejanza del original: al girar una manija la pista de goma vibraba, lo que hacía avanzar a los caballos, desde la largada a la meta. Estos eran de plomo y tenían unos cinco centímetros de largo. En 1953, Gueydan solicitó una patente para producir el juego en el país, que fue fabricado por Enrique M. Fernández. Creemos que hasta los setenta el Costa Azul fue fabricado en Cochrane 2864 y luego la fábrica se mudó a Zuviría 5531. En 1982 las matrices, herramientas y la marca fueron vendidas a Dimare SA, quienes modernizaron la pista y los caballos dejaron de ser de plomo para pasar a ser de plástico. En 1984 la planta se mudó a Oliden 2850 donde siguió en producción hasta 1991. Aunque el principal producto de la firma era la pista hípica, alrededor de 1970, incorporaron el juguete Ruta Libre, el que sobre la misma idea, en vez de carreras de caballos pasaron a ser de autitos.

Después de Gorgo, surgió la marca Saxo, que fabricó autitos de hojalata a fricción, cuyo modelo más conocido el Chevrolet Camaro 1969. Fue realizado a partir de 1970 varias versiones, como el vistoso Camaro TC color naranja, surcado por una franja con la bandera argentina y con la inscripción Berta YPF. Lo más curioso era que en esos años Chevrolet corría en TC con prototipos, o bien desde 1970 con el Chevrolet 400 o el Chevy y el Camaro nunca corrió en TC. Tampoco Chevrolet formaba parte del equipo de Oreste Berta y no estaba patrocinado por YPF, sino por Esso. Otro modelo de Saxo fue el Camaro de policía con la inscripción Comando Radioeléctrico. En forma análoga, la Policía, tanto la Federal como la de la Provincia de Buenos Aires todavía utilizaban Jeep, Estanciera y más recientemente, el Torino. El Camaro era un auto importado muy exclusivo que jamás fue empleado por la policía en Argentina.

En una misma línea que Rullero, apareció la marca Chibi fabricando autos a fricción de plástico resistente en escala aproximadamente de 1:24. Sus patrulleros, rurales y ambulancias tuvieron mucho éxito, pero su producto estrella fue el Batimóvil, un suceso de proporciones en la fantástica serie de televisión que interpretaba Adam West en la que Burt Ward hacía de Robin. Años después la marca cambió de nombre, intercambiando las sílabas de orden y pasó a llamarse Bichi.

Nuestra existencia no podría mantener su tranquilidad de espíritu sin no mencionamos tres juguetes geniales: uno era el Mago Chan, “el mago que contesta”, una novedad de Balba en 1952. El nombre era un hallazgo ya que aludía a Chang, uno de los más famosos magos de la época. El del juguete, el Mago Chan, sorprendía al auditorio infantil al girar autónomo sobre una pequeña superficie espejada para señalar la respuesta correcta con su puntero, que funcionaba con un mecanismo magnético oculto. Fue producido hasta el año 1980.

Otro juguete fantástico y con un principio bastante parecido fue El Cerebro Mágico, otro juguete muy popular. Consistía en una caja con dos electrodos y una serie de orificios. Sobre su superficie se colocaban distintas plantillas que incluían preguntas y repuestas de distintos temas como física, biología, botánica. Se buscaba encontrar la solución tocando dos orificios al mismo tiempo con los electrodos, cuando se cerraba el circuito se prendía una lamparita, lo que indicaba que la respuesta era correcta. La tapa de la caja estaba ilustrada por una especie de cabeza de robot bastante impresionante.

“Los descubrimientos técnicos, los inventos, las máquinas, fueron convertidos en juguetes simultáneamente a su utilización con fines industriales”, apunta Daniela Pelegrinelli en su libro al referirse al famoso Cine Graf, proyector de cine hogareño con dos rodillos operados a mano que alegró la vida de los chicos entre 1945 y 1965, y por qué no, algunos años más. Entre los “largometrajes” se encontraban Alí Babá y los 40 Ladrones, Los Invasores del Espacio y las vidas del General San Martín, del General Belgrano o de Domingo Faustino Sarmiento. Otras películas fueron el Maravilloso Mundo de la Zoología o el Interesante Mundo de la Botánica. No faltaron los chicos que dibujaban sus propias películas con fibras sobre papel de calcar para pasar las tardes proyectando sus propias realizaciones en la pared, soñando, quizá, a ser un futuro director u operador de cine.

A pesar de lo extenso del artículo el tema de los juguetes es tan amplio que nos vemos obligados a dejar el tratamiento de marcas como Duravit –autos y camiones de caucho-, de plástico duro como cupecitas de TC y de plástico soplado o “plástico blando”, material del que se hicieron prácticamente todos los autos argentinos de Turismo Carretera y Sport Prototipo, de gran popularidad entre 1968 y 1971. También nos ocuparemos de los de aleación de metal fundido –die-cast– como Buby, Zonda Sport, Muky, Agutí Toys, Jet y Galgo para un próximo artículo.

Debemos mencionar nuevamente la notable obra del Diccionario de Juguetes Argentinos de Daniela Pelegrinelli. Asimismo, debemos agradecer a Hernán, de Los Juguetes de Tati, que ocupa el Local 7003 en el Mercado de San Telmo que tiene varias entradas entre ellas, la de la calle Defensa entre Estados Unidos y Carlos Calvo. Visitarlo es encontrarnos con muchos de los juguetes mencionados en esta nota.


10 comentarios

Marcelo Dubini · junio 20, 2023 a las 1:10 pm

Faltaron los de mi abuelo , JULIO DUBINI, fabrica Corsario Pirata!!!

    Willy Iacona · julio 24, 2023 a las 11:54 am

    Hola, gracias por el dato. voy a buscar info. muchas gracias!!!!

Marcelo · junio 20, 2023 a las 1:09 pm

Faltaron los de mi abuelo, JULIO DUBINI, CORSARIO PIRATA, Submarino, Lancha ( la vi en una vidriera en las fotos )

    Willy Iacona · julio 24, 2023 a las 11:57 am

    ya vamos a subir algo de Corsario Pirata! sldos

alfredo · agosto 13, 2022 a las 4:27 pm

No olvidar los veleros. En casa habia uno de madera con quilla de chapa y velas de tela y el lugar donde ibamos era una pileta o fuente que habia en la general paz, no recuerdo si mas cerca de libertador o de cabildo.
Por otro lado en casa habia un trencito a cuerda, no se si era Matarazzo, la maquina la conservamos hasta hace poco.Volvi a ver uno igual hace 5 años en un museo en Usuhaia sobre la costanera. Gracias por los recuerdos

    alfredo · agosto 13, 2022 a las 5:50 pm

    Y un juguete que teniamos y que paso luego por varios chicos del barrio hasta no saber donde fue a parar era el remociclo, aparato que jamas vi otro. el pibe iba sentado y con los pies creo recordar daba la direccion tal como un triciclo pero se impulsaba con dos remos en forma de L que saliendo de la plataforma uno empujaba para adelante y para atras. Seguro que ese aparato era industria nacional y de los primeros años de la decada del 50.

Valeria terleckij · julio 26, 2022 a las 2:26 am

Les agradezco el recordator a las grandes metalúrgicas argentinas para la fabricación de juguetes . Mí nombre es Valeria .. soy la nieta de Don Francisco Delucia ..dueño de la fábrica jueguetes San Alberto que estaba ubicada en la calle Murature 4967 de la localidad de floresta . Los jueguetes San Alberto fueron populares a todo el país por pedido de donaciones que pedía el gobierno de esa época ..llevando la estampilla de su fundación Después que la industria juguetera se fue disolviendo por el ingreso de el plástico ..esa fábrica se llamo Filtros Boco. Metalúrgica argentina Filtros para autos y grandes embarcaciones .situada en la misma dirección. Solo es un dato para tener en cuenta .

    Willy Iacona · abril 6, 2023 a las 10:01 pm

    Hola Valeria, muchas gracias por la info. Si queres te contacto paa hacer una nota sobre San alberto. muchas gracias.

Guille W. Suffern Quirno · mayo 18, 2022 a las 2:58 am

Willy, muy bueno lo que escribís. Te felicito. Lo que mencionás de los juguetes me trajo recuerdos, conservo algunos de hoja lata y mi preferido una barredora de caminos que con dirección y la pala que baja sube, el Scalectric Copa oro y el tren Marklin, mi padre contrató a un maquetista e hizo una ciudad en una madera de 3x 2 aprox. Un fuerte ABZ.

    Willy Iacona · abril 6, 2023 a las 10:05 pm

    GraciasGuille, me alegro que te guste al blog. sldos

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