Gran Premio Internacional Roadbook de Baquets: 

¡La libertad es una Baquet!

¡Qué lugares!, ¡qué paisajes!, ¡qué gente!, ¡qué país!, ¡qué fiesta es el Gran Premio de Baquets!. Algo difícil de describir con palabras, pero con la ayuda de Mónica Solís aquí contamos un poco de todo lo vivido, para que quede registro.

El punto de partida fue San Juan. Mamelucos blancos, caras limpias, la adrenalina de salir a la ruta.  ¿Andará todo bien? Al auto se le escuchan ruidos por todos lados. ¿Tiene aceite?, ¿Tiene agua?, ¿Andan los relojes?…

La bandera argentina da la señal de partida, sale adelante “El Loco” Caviglia, ¿quién sino? ¿Para llegar primero a dónde?

La primera etapa nos llevó a Villa Media Agua, pasando por las Heras (Mendoza), andando por la ruta 153, hasta llegar al cauce seco del Rio Montaña de abajo, que según los sanjuaninos es imposible de pasar. Imposible no, pero si bravo. Enseguida aparecieron las primeras dificultades y seguramente los debutantes pensaron, ¿en dónde nos metimos?

Altura de más de 2400 mts, niebla, carburadores apunados, autos caídos a la zanja lateral (el mío, por ejemplo), radiadores hirviendo, faros colgando, algún hombro roto. Traje de agua y frio; pero caras contentas.

Las baquets pasaron todas, después de que Hernán trabajara durante tres horas para improvisar un islote en el camino desmoronado. Salimos de la niebla y las nubes a medida que bajamos de la montaña, y enseguida la aridez, el calor y el sol. Una larga recta para pisar el acelerador y sentir el viento en la cara. ¡La libertad es una baquet!

Brújula en Pampa del Leoncito

Una nueva modalidad, difícil pero divertida, fue hacer una búsqueda de banderas guiados con brújula en el Barreal Blanco o Pampa del Leoncito.

Una planicie de 12 kilómetros de largo por 5 kilómetros de ancho ubicada en la localidad de Barreal, en Calingasta, al suroeste de la provincia de San Juan. Sin dudas fue uno de los
lugares más exóticos y lindos para sacar fotos con una estética única.

Qué lugar, por Dios. Indescriptible, para eso están las fotos. Algún amigo comento en mi Instagram: … parece una escena de Mad Max o Indiana Jones.

En las banderitas, Sebastián Solernó nos explicó varias veces como y que había que hacer. Pero como sabiamente decía Tusam: puede fallar. La próxima por ahí nos sale algo parecido.

Atrás nuestro salieron Virginia y Vanesa con el “90”, en una Ford Modelo A del Spinella Team que anda muy bien. Mire por el espejo para ver si nos seguían en señal de que íbamos bien, pero ¡no!, no nos seguían. Miramos para el costado y las vimos perderse en el
horizonte yendo derecho a las empanadas y el tiramisú de “Las Chicas cordobesas”;
todo muy rico. 

En medio de nuestros intentos por encontrar las banderas nos cruzamos con Juan Ortiz y Nacho Blebel que nos gritaron riéndose: … ¿y, encontraron las banderitas? ¡¡Señal de que habían hecho todo bien y nosotros no!! Pero, aunque sea nos sacaron una gran foto para
el recuerdo.

De ahí le apuntamos a Uspallata, lindas rectas para pisar el auto y sentir un poco lo que sintieron aquellos grandes volantes de los años treinta: Riganti, Zatuszek, Blanco…

En la YPF de Uspallata me di el gusto y me saqué fotos con Superman y Gatubela de 8 años aprox; que venían de la Kermese de enfrente (que felicidad la de esos niños cuando uno los deja subir a la baquet).

Capítulo aparte fue la cena en el Gran Hotel Uspallata. A los postres y NO a pedido del publico apareció un animador a cantar grandes y no tanto, éxitos de todos los tiempos. Algunos suplicamos silencio mientras el staff femenino con la participación de Fabian Pennisi y algún otro atrevido, movieron el esqueleto y pidieron otra y otra. Manfredo
para el bonus track, ya estaba en la cama tapándose la cabeza con la almohada.   

Primer aplauso para nuestros queridos mecánicos que siempre llegan últimos a comer. Y son nuestra única esperanza en el camino si algo no anda bien. 

Etapa 2:
Uspallata – Malargüe

Trepar a las nubes por los caminos cordilleranos no es para cualquiera. Sobre todo, si tu vehículo no tiene airbag, ni cinturón de seguridad, ni jaula antivuelco, ni siquiera un techo que te proteja del viento, del sol implacable o del clima seco que te cuartea los
labios. En cada pueblo los catalogan de “locos”.

Las etapas son durísimas, cansadoras, tensionantes, pero invariablemente al llegar, agotados, solo se escuchan comentarios de asombro y satisfacción por lo vivido.

El otro binomio femenino que corre, son “Las chicas baquet”, Silvana y Mariana, que llevan ya diez Grandes Premios, y su humor y la predisposición jamás han cedido a los inconvenientes técnicos.

La organización impecable no deja espacios en blanco, y el clima de camaradería y solidaridad convierte a esta aventura en una verdadera burbuja ajena a la realidad cotidiana.

En esta etapa pasamos por Potrerillos, quebrada del Condor, Tupungato, Valle de Uco y El Sosneado, hasta llegar a Malargüe, pasando por parte de la vieja Ruta 40.

En Tupungato paramos en dos escuelas para que los chicos se suban al auto y ahí surgió la idea de sortear los regalos que nos hicieron el primer día antes de la largada. Gorras, el termo; que por suerte no habíamos usado y los cuellos Puma. Fue un muy lindo momento
que Mónica retrato con sus fotos y nos dejó unas emocionantes palabras en su
Facebook (gracias Mónica).

Inolvidable el abrazo de los chicos que ganaron los sorteos y los interminables agradecimientos de las maestras; algunas emocionadas.

Kilómetros después nos esperaban nuevamente “Las Cordobesas” con el almuerzo. Esta vez pizzas gourmet, picada, frutas y mucha agua. ¡Todo 10 puntos, gracias!

Seguimos el camino con algunas trepadas de montaña hasta llegar a una muy linda recta de ripio que nos llevaba al asfalto.

Ahí nos encontramos varias baquets, entre ellas la de los hermanos Longobucco que habían pinchado, y Lao soluciono rápidamente el problema poniéndole un Revigal entero, mientras los hermanos Longo (ya sabemos que no se ensucian las manos) miraban gratificados.

La última escala fue por unos exquisitos especiales de jamón crudo – recomendados por los Mancini – que venden en la estación de servicio del Sosneado. Tomar nota por si vuelven a pasar.

Malargüe: Dia de descanso para algunos y de arreglos para otros.

En el GP de baquets todo es posible y más cuando hay ayuda de los municipios o secretarias de turismo. En Malargüe nuevamente nos recibieron Facundo Pacheco y Miriam Verdugo para hacer que nuestro paso sea de la mejor manera. 

Algunos afortunados solo le miden el aceite a su baquet y aprovechan para hacer turismo o ir a la pileta del hotel. Mientras que otros desarmaron el auto completo en el polideportivo Municipal que nos han cedido para convertirlo en parque cerrado.

Carrocería afuera y cambio de motor por cigüeñal roto, en el Ford T del muy gaucho Julio Dupont.

También motor afuera, para cambio de embrague en el Ford A de Calderale-Rodríguez, entre otros detalles.

De todo un poco en el Ford A de Juan García que fue asistido por Leo Villar, amigo que uno va haciendo el los grandes premios, y vino temprano a ayudar ante mi pedido de auxilio. Leo nos dio una gran mano a Patricio Raitzin y a mi cuando nuestro Ford A se arrastraba en el GP 2016.

Con radiadores rotos había una lista de participantes, Juani Spinella, Pablo Aisemberg, Juan García.

Para el almuerzo hubo chivito al asador by el Faisán, como siempre excelente, y al termino llego la Combi para los que íbamos al volcán.  

Visita al volcán Malacara

Algunos afortunados partimos en combi a visitar el volcán Malacara con Norma, guía especializada en la zona.

Descubierto hace tan solo 20 años atrás, debe su nombre al parecido de sus manchas con la cara manchada de los caballos “malacara” (https://turismo.malargue.gov.ar/tour-item/volcan-malacara/).

Fue una muy interesante caminata hasta llegar al cráter del volcán, donde sacamos muy lindas fotos. Este forma parte de la Payunia, zona donde hay cerca de 900 volcanes y único lugar en el mundo donde existen las tres variedades volcanicas: Vesubiano, Estromboliano y Hawaiano. 

Gracias Malargüe, volveremos.

Etapa 3. Malargüe Bardas Blancas

Salimos de Malargüe en caravana por la ruta 40. Muy lindo paseo por asfalto, sobre todo para los que hicieron muchos arreglos y necesitaban ver como se comportaba su baquet. Pasamos a la tierra, donde en algunos vados aparte de hacer buenas fotos nos llenamos de barro, auto, cara y hoja de ruta. Para nosotros fue un antes y un después, ya que cometimos
el error de sacar el barro de las antiparras pasando la mano por el vidrio, que se rayó todo y a partir de ahí se veía el 50%. La próxima hay que parar y tirarles agua. Cosa que hicimos en la laguna “Caviglia”, pero era tarde.

Ahí nos reagrupamos y sacamos muy buenas fotos de todos los autos juntos. “El Loco” Caviglia partió llanta y llego tarde a la comida.

Nos esperaba el Faisán con todo armado en un lugar soñado, hasta que se levantó un viento infernal. Hubo que sacar de urgencia la carpa y comer con las antiparras puestas dándole espaldas al viento que de a poco fue mermando y nos dejó disfrutar de la comida. Picada, ensaladas, guiso de lentejas, fruta, bocaditos fritos, pinchos…

Para lavarnos las manos y la cara pasaba un arroyo de agua bien limpia de montaña.

De ahí partimos a la etapa más difícil de la regularidad: los caminos del volcán Tromen. Mantener el promedio de 45kms/h era casi imposible por lo difícil del derrotero, cosa que comprobaron Juan García y Roberto Piatti que le hicieron un mimo a la baquet contra una
roca casi tan grande como el auto.  

Terminada la regularidad paramos a descansar, ver el paisaje y sacarle fotos a los autos que pasaban. Enseguida fueron parando baquets y se dan esas inolvidables tertulias fierreras.

Llegaron Franco Majno y su improvisado co-equiper Joaquín Ciurleo (de gran participación a la hora de ayudar a reparar las baquets durante toda la carrera), el auxilio del equipo Tolosa, siempre amables, de buen humor y disfrutando el paisaje, hasta que llegaron los
Longobucco y los hicieron trabajar. 

Hubo repartija de caramelos y chupetines “Picodulce”, en este caso no a niños sino a pedido del binomio Juany Spinella-Omar El Bacha, felices no solo por los dulces sino porque el auto refrigeraba – casi – bien.

Llegados a Chos Malal, algunos fueron directo a los talleres caso de los Machiavelo – caja rota -, las Chicas Baquet un elástico del Forcito, Juan García, con una larga lista, y Mariano Caderale sin dos ruedas, una pavadita.

Pero lo importante es que gracias a los mecánicos de la carrera y a los talleres locales, al día siguiente estaban todos en la largada listos para salir.

Quiero destacar como colaboraron durante toda la carrera y en especial esa noche el dúo JU-JU (Julián Coll y Joaquín Ciurleo), auxilio privado de los Longobucco pero que siempre se brindaron para ayudar a quienes lo necesitaban. ¡Gracias!

Etapa 4 – Trepada a Aguas Calientes.

Sin dudas fue la etapa más difícil de la carrera. Con mucha trepada de montaña, caminos de cornisa y vados. La velocidad crucero fue baja por seguridad, pero pese a eso a todos nos costó llegar, primero a Andacollo y más tarde a Varvarco, donde frenamos ilusionados
con que estaría el almuerzo. No, no era ahí el almuerzo pese a la hora, pero por suerte los lugareños nos convidaron tortas fritas y mate cocido.

Ante la pregunta ¿cuánto falta para Aguas Calientes?, todos contestaban con asombro: mucho y les va a costar llegar.

Así lo relato Mónica: “Camino al Volcán Domuyo. Cuando subiste por el camino de cornisa en algunos tramos a paso de hombre, cuando los esperaste dos horas y media arriba porque uno había perdido una rueda que hubo que buscar en el precipicio, pero no sabias qué le estaba pasando a la caravana, cuando ellos y yo habíamos sufrido tensiones que
nos hacían apretar los dientes, entonces en el encuentro la explosión de
alegría es mutua y una fiesta para la cámara. Lo que no sabíamos, ni ellos ni
yo, que todavía faltaba otro tanto hasta Aguas Calientes…”

Cambio a modo Yanina Latorre y agrego: hasta peleas de pareja hubo. No los vamos a botonear porque son muy buena gente, muy queridos los dos, como todos los de La Plata, como todos los que corren con Ford A. Ella va sacándole fotos a todos y repartiendo sonrisas, el para a arreglarle el auto a todo el mundo. Él es hincha de Gimnasia y ella del Pincha.
Lo mejor hubiese sido que la etapa termine en “Aguas Frías” para que metan la cabeza a enfriar y no en una terma. Pero después de andar un buen rato apuntando con las miradas hacia afuera del auto, gracias a Dios se amigaron. ¡¡¡Pongan fecha Fabian y Evangelina!!! La libertad es una Baquet y es biplaza.

Finalmente llegamos por la ruta 43 al almuerzo y a ese fantástico lugar que nunca hubiésemos conocido si no fuese por los genios de Ricky y Cako Viña.

Un lugar único con una vertiente de agua termal en el Área Natural Protegida Sistema Domuyo, creada en el año 1989 con el propósito de proteger especies de la “Estepa Altoandina” y vestigios arqueológicos prehispánicos.

Visita a “Los Tachos” y pedido de auxilio

En tour fuera de carrera, y cometiendo un grave error de salir de la hoja de ruta, nos fuimos con Ricky a ver “Los Tachos”, uno de los dos Geiser que hay en nuestro país y el único que se puede ver, ya que al otro que está en el norte no se puede acceder.

Esta primera atracción fue un éxito, después de transitar tramos con nieve, llegamos y bajamos la montaña hasta avistar los chorros de agua hirviendo que salen mágicamente de la tierra. De ahí nos dirigíamos al “Humazo”; otra atracción de la zona, cuando vimos la 4×4 de Ricky atascarse en el barro y hundirse hasta quedar apoyada en el chasis. 

Sin posibilidad de sacarlo, partimos en la baquet en busca de señal para pedir ayuda y volver a Chos Malal.

Recién salió nuestro mensaje de pedido de auxilio vía WhatsApp, cuando amablemente nos dieron wifi en la comisaria de Varvarco y nos vendiera nafta el amable Sr. Rocha.

La vuelta A Chos Malal fue una odisea de 2 horas a oscuras por ripio y asfalto que termino a las 12 de la noche cenando a solas en el salón de los Bomberos. Parecíamos Tom Hanks en la película “Naufrago” el estado en el que llegamos.

Nafta, aceite y a dormir un poco. Todavía faltaba una etapa.

5 etapa: Añelo – Vaca Muerta – Cipolletti

Después de tanta trepada de montaña, este último tramo resulto fácil y aliviador para algunas tripulaciones y autos, que pedían a gritos la bandera a cuadros.

Quedan para el recuerdo la imagen de las baquets esperando el paso de un rebaño de cabras y sus pastores, los pozos de petróleo en Vaca Muerta y el paso de la aridez al valle de Rio Negro.

Finalmente, la bandera a cuadros en la Bodega Familia Schroeder. Otro momento inolvidable donde más de uno no pudo contener las lágrimas de emoción.  Hubo
baño de champagne para varios pilotos, que se lo merecían por su enorme esfuerzo en la ruta.

Gracias a quienes integran la Fundación Roadbook que con muchos esfuerzo y entusiasmo organizan esta aventura. Y otra vez gracias a los mecánicos y otros colaboradores que sin ellos sería imposible llegar a todos estos lugares recónditos del país.  

¡Qué paisajes!, ¡qué país!, ¡qué lindo grupo!, ¡qué fiesta es el Gran Premio de Baquets!.

¡Volveremos!

Fotos: Mónica Solís, Fabian Gallucci, Sec.de Turismo de Malargüe y tripulaciones. 


1 comentario

José del Castillo · noviembre 17, 2021 a las 4:35 pm

Excelente el artículo, excelentes las fotos. Complimenti !!!

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