Una auténtica cupecita de colección

El martes anterior a la inauguración de Autoclásica 2019 hubo una reunión que bien podemos interpretar como un agradable adelanto a la exposición de San Isidro. Unos quince amigos vinculados con el apasionante tema de los autos de colección fueron convocados por Willy Iacona, titular y creador de dandydriver.com.                     

La convocatoria fue un asado exquisitamente preparado por una selección de parrilleros en una noche propicia para presentar una impecable cupé Ford, conspicuo ejemplar del Turismo Carretera de fines de los cincuenta y principios de los sesenta. La reunión contó con un invitado especial, el periodista y artista Héctor Cademartori, vecino de San Isidro y californiano por adopción, radicado en la La Verne, Los Angeles, Estados Unidos. Héctor nos escribió un artículo que hemos editado por separado.

Franqueado el ingreso al garaje-taller, nos esperaba, en impecable condición, una cupé Ford de 1939 que comenzó a recorrer las rutas del país poco más de sesenta años atrás, allá por 1959. Una inmaculada cupecita protagonista de nueve temporadas de Turismo Carretera, entre 1959 y 1967. La cupecita estaba inactiva después de haber terminado en un zonal en el que compitió prácticamente sin sufrir modificaciones. Su actual propietario, quien la compró en 2014, nos cuenta que no requirió un gran trabajo de restauración porque se encontraba muy bien conservada. Otro aspecto notable es que cuenta con la preparación de la época, incluyendo que el V8 está alimentado por el múltiple original de tres carburadores, suspensión trasera de tres amortiguadores por rueda y tanque de combustible de unos 300 litros, para alimentar al V8 en extensos tramos de ruta. El motor es el renombrado 59AB conocido como flathead, es decir de tapas de cilindro planas con válvulas laterales. Se trata, con 247 victorias, del segundo motor más exitoso del Turismo Carretera cuya serie triunfal tuvo inicio en el Gran Premio Argentino de 1937 con la victoria de Angel Lo Valvo.

El Ford que presentamos está pintado en la versión de Alberto Exertier, su anteúltimo propietario, quien piloto de Isaura. En sus ocho temporadas esta cupé se mantuvo prácticamente inalterada, con algunas modificaciones visibles en la cola.

Su primera carrera fue un clásico del calendario, la Mar y Sierras, tercera prueba de 1959, luciendo el Nº 12 en las puertas y el techo, Sergio García Uriburu logró llegar 12º en la exigencia de 901,875 kilómetros, justamente en la 12ª posición. El vencedor fue el crédito local Alberto Logulo, también con Ford, a quien se suele señalar, erróneamente, como propietario de esta cupé. En su primera temporada con este auto, García Uriburu, fue noveno en el Campeonato Argentino con 7,5 puntos, entre los 27 pilotos que sumaron puntos.

El 3 de abril de 1960, Logulo y García Uriburu volvieron a encontrarse en la Mar y Sierras. Logulo fue segundo, a casi dos minutos del vencedor, mientras que García Uriburu llegó cuarto. Unos días después, el 24 de abril, García Uriburu le prestó su Ford a Miguel Jantus para la Vuelta de Chacabuco reservada para “No ganadores”, un tipo de carreras que cayó en desuso. Jantus marcó el noveno tiempo, a 4s8/10 de Pablo Facchini y en la carrera de seis vueltas al circuito de 100,6 kilómetros, triunfó a 151,160 km/h, siendo el único de los 16 que llegaron en cumplir la exigencia en menos de cuatro horas. En la siguiente, la Vuelta de La Pampa del 8 de mayo de 1960, García Uriburu volcó y abandonó, pero cuatro meses después logró la victoria en la Vuelta de Tres Arroyos, el 18 de septiembre. Con el Nº 7 en la prueba del Club Quilmes sobre dos vueltas al trazado asfaltado de 368,7 kilómetros, se impuso a 189,128 km/h. Este fue el único triunfo de García Uriburu en el Campeonato Argentino de Turismo Carretera, quien finalizó noveno en el campeonato con once puntos, empatado con Angel Meunier.

El año 1961, fue el de la despedida de Sergio García Uriburu, quien corrió su tercera temporada con la cupecita Ford. La última carrera de García Uriburu fue el 12 de noviembre en la Vuelta de Tandil, 24ª prueba de un campeonato de 26 competencias, quien abandonó con siete de las doce vueltas cumplidas. No corrió en las dos últimas carreras, para quedar 25º en el campeonato con dos puntos, empatando la posición con otros cinco pilotos. García Uriburu le vendió la cupecita a Dante Santiago Trotta, de Pergamino, quien por lo tanto fue su segundo dueño, aunque no el primero en conducirla en 1962. Trotta se la prestó a Jantus, quien de esta manera volvió a ser su piloto, como en 1960; el 25 de marzo en la I Vuelta de Pergamino, Jantus llegó en novena posición. Meses después su nuevo propietario obtiene sus dos resultados de 1962; el 22 de julio en la X Vuelta de Chacabuco, Trotta escolta a Dante Emiliozzi por 32 segundos. El 2 de septiembre llegó al triunfo en la II Vuelta de Mar del Plata, Premio Diario La Capital, reservada para “No ganadores”. Desarrollada sobre una sola vuelta en el extenso circuito de 504,350 kilómetros, Trotta se impuso entre 48 pilotos al elevado promedio de 195,826 km/h, ganándole a Carlos Pairetti (Chevrolet) por 2m43s. En un caso similar a García Uriburu, Trotta logró su única victoria de TC con este auto. El 4 de noviembre, en las 500 Millas Mercedinas, abandonó. Concluido 1962, Trotta sumó 12 puntos, empatando la 11ª posición del torneo con Pairetti.

Después de haberla corrido un año, Trotta le vendió la cupé vendiéndola a Alberto Exertier, de Capitán Sarmiento, Provincia de Buenos Aires. Es el tercer propietario y quien la conserva más tiempo, compitiendo con este Ford durante cuatro temporadas. Exertier debuta el 3 de marzo en la X Vuelta de Olavarría, abandonando en la segunda vuelta. El 14 de abril llega 11º en la XIV Mar y Sierras, el 12 de mayo corre la XV Vuelta de Santa Fe, donde abandona. Vuelve el 2 de junio en la V Vuelta de Arrecifes para sumar otra deserción si bien el 30 de junio, en la II Vuelta de Salto, logra finalizar entre los diez primeros, en novena posición. Ausente los siguientes tres meses, compite el 15 de septiembre en la V Vuelta de Pehuajó, llegando décimo. Una semana más tarde, el 22 de septiembre en la III Vuelta de San Nicolás, alcanza la quinta posición. El domingo siguiente, 29 de septiembre, larga las XI 500 Millas Mercedinas, recibiendo la bandera a cuadros octavo. Aunque el 20 de octubre abandona en la IV Vuelta de Nueve de Julio, una semana después alcanza su mejor resultado de 1963, tercero en la X Vuelta de Tandil. Nuestra cupé corre por primera vez la competencia más trascendente, el Gran Premio Argentino, entre el 30 de noviembre y el 7 de diciembre. Exertier llegó 50º en la primera etapa, 28º en la segunda, 15º en la tercera, 21º en la cuarta y, en notable desempeño, sexto en la quinta y última, etapa en la que ubicó al Ford mejor clasificado. En la clasificación final ocupó la 13ª posición en el Gran Premio cuyo triunfador fue Carlos Pairetti con Chevrolet. Exertier sumó tres puntos en 1963, empatando el 22º puesto del campeonato con Oscar Cabalén (Peugeot 404) y Remo Gamalero (Ford).

En 1964, Exertier continuó al volante del Ford que aquí evocamos, en la que fue su sexta temporada. Sus dos primeras presentaciones fueron el 10 de mayo en la XI Vuelta de Olavarría y el 31 del mismo mes, en la VI Vuelta de de Arrecifes. El 5 de julio, en la Vuelta del Fuerte de Ensenada de Barragán, logró la sexta posición, su mejor resultado del año. En la segunda mitad sólo se sucedieron abandonos: el 26 de julio en la IX Vuelta de Rojas, el 16 de agosto en el Premio Tandil Ciudad de Turismo para “No ganadores”, el 30 de agosto en la III Vuelta de Salto, el 27 de septiembre en la II Vuelta de Carlos Casares, el 15 de noviembre en la XII Vuelta de Tandil y en el XLII Gran Premio Argentino defeccionó en la tercera etapa. Finalizó el campeonato de 1964 sin puntos.

La cupecita continuó firme en el TC en 1965, año en el que su mecánica fue renovada con el motor Ford F100 V8 a partir de las 500 Millas Mercedinas siguió siendo conducida por Alberto Exertier. Se presentó en cinco de las 35 carreras del campeonato, entre agosto y octubre. El 15 de agosto lo hizo en la 24ª del año, la VII Vuelta de Pehuajó, en la que llegó noveno, su mejor resultado del ’65. Una semana más tarde, el 22 de agosto en la X Vuelta de Rojas arribó 13º. En las tres restantes, el 26 de septiembre en San Nicolás, el 10 de octubre en las 500 Millas Mercedinas y el 31 de octubre en San Antonio de Areco, sumó sendos abandonos.

La cupecita Ford continúa compitiendo en Turismo Carretera en 1966, su octava temporada, aunque ya no en manos de Exertier, quien la vendió equipada con el viejo motor 59AB. Compite en sólo dos carreras y con dos pilotos diferentes, ambos santafesinos. El 15 de mayo, en la XII Vuelta de Santa Fe, la conduce, Oscar Guerrero, de San Lorenzo, quien llega 16º. Cinco meses más tarde Rogelio Foffano, de Acebal, larga la Vuelta de San Antonio de Areco, y al igual que Guerrero, arriba en el 16º puesto.

La temporada 1967, marcada a fuego por el debut del Torino, es la última temporada de esta cupecita que desempeña su novena temporada consecutiva. Como en 1966, sólo corrió dos veces, conducida por Rogelio Foffaro, su último propietario y con el motor 59AB. Primero, el 26 de marzo, en la XIX Vuelta de Santa Fe y el 15 de octubre en la I Vuelta Ciudad de Rosario; con sendos abandonos.

Esta cupecita conservó sus formas durante su campaña, caracterizada por una trompa con una entrada de aire prácticamente cuadrada y un capot coronado por una ancha toma de aire. La reforma más visible sucedió en la última temporada en que la condujo García Uriburu cuando los guardabarros traseros pasaron a ser horizontales, en un incipiente diseño aerodinámico.

Completamente consustanciados con la materia, hablamos con Carlos Marincovich, quien debutó en Turismo Carretera en los últimos años de reinado de las cupecitas. Conociendo perfectamente la cupecita motivo de nuestro artículo, también nos explicó algunos detalles interesantes: “Se trata de una cupecita que pasó de mano en mano y que se mantiene original, con respecto a las marcas rivales por excelencia tenían dos características muy definidas. En los Chevrolet los largueros contaban con un travesaño en la parte del diferencial y otro gran travesaño que conformaba el tren delantero; el Ford, en cambio, tenía dos largueros parecidos pero además de los dos largueros tenían otros dos que se entrecruzaban como dos diagonales”.

La preservación del material histórico de nuestro automovilismo sólo puede entenderse con pasión, como el testimonio de su propietario sobre los mitos y certezas de su cupecita: “Hasta su último dueño creyó en la leyenda esa, que el auto había sido de Alberto Logulo, algo muy interesante. Hay una cupecita de Trotta en el 1962, y que también corre Jantus. El gran mito es que fue de Logulo, pero no tuvo nada que ver; García Uriburu sí. Sobre quién la construyó, no sabemos, puede que ser que sea quien construyó el Tractor, porque tienen alguna similitud”. Por supuesto que quisimos saber más, y quien la ha recuperado nos explicó: “Después de haberme documentado con una pila de Gráficos y Coche a la Vista, en un ejemplar de El Gráfico leí que Trotta era un mercachifle, que alquilaba y vendía autos. Oscar Cabalén le destruye el auto –se accidenta en la tierra suspendida del Chevrolet de Angel Meunier, en el Gran Premio de 1961-; Cabalén se hace un auto nuevo y Trotta compra el que era de García Uriburu. De todos modos, Trotta corrió en 1962 con ese auto, pero no fue el único que usó. Ese auto nunca fue de Logulo, para mí fue un argumento que Trotta usó para venderlo, porque Logulo tenía cierta banca. Es interesante notar que la cupecita, cuando era de Uriburu, tenía un paragolpes con tres letras y me sorprendió que todavía estén las muescas. Por otra parte, la carrocería tuvo una modificación en las puertas y la trompa, desde que la comenzó a correr Exertier”. Otra curiosidad es saber en qué zonal compitió y hasta cuándo: “Sabemos que a este auto lo corrieron los hermanos Dignani en el área de San Nicolás, Provincia de Buenos Aires. Uno de ellos falleció y quedó tirado por la zona. Lo encontró Angel Cucco, quien estaba convencido que era el auto de Logulo, lo que, como les expliqué, no es cierto”, nos explicó detalladamente su propietario, quien tuvo la gran satisfacción de que la cupecita que aquí tratamos fue galardonada con el premio a “Mejor auto de Turismo Carretera” en Autoclásica 2019 y recibir el correspondiente premio en la rampa del Hipódromo de San Isidro. 

Textos de Gustavo Arsuaga.   


2 comentarios

Enrique · agosto 28, 2020 a las 1:16 pm

Hola, en las notas periodisticas de epoca, que publicaron, señalan a Toto Fangio como corredor. Sabia que tenia intenciones, pero no que corrio. Que campaña tuvo?.
Gracias , saludos

    Willy Iacona · agosto 30, 2020 a las 10:52 am

    hola Enrique, en breve publicaremos sobre Toto Fangio. saludos y gracias

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