Durante 26 años los autos importados de Estados Unidos, aunque modificados y preparados en nuestro país, fueron los vencedores de todas las carreras de Turismo Carretera. La hegemonía de los autos producidos en Detroit tuvo una inesperada interrupción en la apertura del campeonato de 1965. El vencedor fue un piloto de primera línea que habitualmente conducía una cupé Chevrolet, pero ese día lo hizo con un auto de diferente concepción y procedencia. El 6 de enero, la Vuelta del Lago de Villa Carlos Paz fue ganada por Carlos Pairetti con un Volvo 122 S, y para completar la inusual clasificación, Gualterio Brenner llegó quinto con un Volkswagen Sedan, más conocido como Escarabajo.

Dos meses después del triunfo del auto sueco en Córdoba, el 13 de marzo en el Autódromo de Buenos Aires otro piloto muy importante de la época, Jorge Cupeiro, lograba su primer triunfo con el Chevytú, -en una carrera válida para el campeonato- el auto precursor del cambio del TC. Después de haber sido el más veloz en las pruebas de clasificación, el Gallego ganó su serie –la más veloz de las dos- y la carrera de 20 vueltas, sacándole cinco segundos a Vicente Sergio, quien corría con un Ford tradicional.

En la mencionada reunión del Autódromo porteño, Pairetti volvió a conducir el Volvo. Aunque esta vez fue 11ª en las pruebas de clasificación a once segundos del Chevytú; llegó sexto en la serie a una vuelta de Cupeiro y abandonó en la final por fisura del block.

Resulta interesante apuntar la variedad de máquinas ganadoras del Turismo Carretera en 1966. A modo de ejemplo, el 3 de abril, en la Vuelta de Necochea, Carmelo Galbato fue el vencedor con una cupecita Ford, lo siguieron Dante Emiliozzi y Eduardo Casá con sendos Ford, llegando cuarto Mario Tarducci y quinto César Malnatti, ambos con Chevrolet. El mejor de los no tradicionales fue Cupeiro, 12° con el Chevy II mientras que Federico Urruti, con un Volvo 122S, abandonó.

El 10 de abril de 1966 el TC tuvo su séptima carrera en el Autódromo de Río Cuarto. Ricardo Peduzzi, con el Chevrolet 1929 -“El Cuadrado”-, registró el mejor tiempo escoltado por “Rueda Libre”, seudónimo de Ricardo De Paoli, quien corría con un Valiant III modificado por Heriberto Pronello. El más extravagante de los autos tradicionales tenía motor Chevrolet y fue diseñado especialmente para circuitos no muy extensos. Al volante del que llamaban “El auto de Elliot Ness” por su parecido con el de la serie Los Intocables, Peduzzi ganó el parcial más veloz y la final a 30 vueltas.

Por su parte, Juan Manuel Bordeu con su Chevrolet –la famosa “Coloradita”, en 1966, su año más exitoso, logró nueve triunfos y su único campeonato de Turismo Carretera; sería este el último título de una cupecita en TC. Oscar Cabalén, por su parte, con su segundo puesto en el Gran Premio con su Falcon con motor F100 V8 ocupaba la novena posición del torneo. Las cupecitas ocuparon las primeras ocho posiciones del campeonato de 1966 y parecían gozar de buena salud. Sin embargo, la aparición del Torino en San Pedro marcó un punto de inflexión y por primera vez en la historia del Turismo Carretera, Ford y Chevrolet dejarían las marcas más ganadoras.

Tras los primeros éxitos del auto de Industrias Kaiser Argentina, se produjo otro fenómeno inédito, ya que promediando el año, al menos la mitad del parque pasó a estar formado por Torino, dejando en minoría a los Ford y Chevrolet por primera vez en la historia del TC.

En el que fue un largo campeonato con 32 carreras, el Torino ganó 19. El auto producido por IKA fue victorioso en todas sus variantes: primero el Torino 380W en San Pedro y luego la Liebre I, el Torino Bardahl, el Torino Lutteral, el Torino alivianado –especial para pista- y la Liebre II. Esta última versión tuvo un debut espectacular ganando las tres carreras del fin de semana del 17, 19 y 20 de agosto en el Autódromo porteño, rematando el año con la victoria en el Gran Premio.

Aunque no sólo los Torino fueron los “no cupecitas” ganadores en 1967: Oscar Cabalén triunfó en Arrecifes y la Vuelta de Córdoba con el Ford Falcon-F100, y con el Ford Mustang-F100 en La Pampa; Andrea Vianini fue vencedor en Buenos Aires con el Bellavigna-Chevrolet –La Garrafa-. Carlos Pairetti ganó en Hughes y Olavarría con el Barracuda-Chevrolet, Carmelo Galbato con su Ford Falcon-F100 en el Autódromo de Buenos Aires y Ricardo Bonanno con el Chevrolet Fleetline-F100 en la Vuelta de Rosario.

A pesar del modernismo imperante, algunas cupecitas se mantuvieron competitivas y dos de ellas ganaron cuatro veces en el año de la transformación del TC. La primera fue el 5 de marzo en la Vuelta del Alto Valle en Allen. En el tramo inicial, “Bamse” y Dante Emiliozzi, ambos con cupecitas Ford, desplazaron a Eduardo Copello, primero entre los Torino con su Liebre I. Sin embargo, después abandonaban “Bamse” y Emiliozzi, y sería Eduardo Casá, con el Ford-F100 -El Tractor-, quien llegaba victorioso. Lo escoltaron Adolfo Sogoló con una cupecita Chevrolet. Copello, tercero, y César Malnatti, cuarto, eran los mejores Torino. Afirmando la vigencia de las cupecitas, “Tuqui” Casá, con su segundo puesto en San Pedro y su triunfo en Allen lideraba el campeonato.

Después de haber corrido en General Roca, la siguiente fue la Vuelta de Necochea el 19 de marzo. En el circuito rutero que también pasaba por Juárez y Tres Arroyos, Ángel Rienzi, llevó a la victoria a su estilizado Ford 40 impulsado por un F100. En este caso, la cupecita de Olivos fue escoltada por Oscar Cabalén con su Falcon-F100, siendo tercero Jorge Ternengo con el mejor Torino 380W.

Para el domingo siguiente, el Turismo Carretera puso proa al norte, para la Vuelta de Santa Fe con epicentro en Venado Tuerto. Esta vez faltaron a la cita los Torino y la carrera, a la vieja usanza, fue entre los Ford y Chevrolet. En el circuito de 86 kilómetros, de los cuales 41,1 eran de tierra, las cupecitas pegaron muchos panzazos en los guadales formados por el paso de los autos. Eduardo Casá condujo con corrección, vistosos derrapes y solvencia. Cumplidas las seis vueltas y 2h58m32s3/5, Casá fue el vencedor sobre Raúl Oscar Rodríguez (Chevrolet) por 1m45s, llegando tercero Eduardo Matías (Ford-F100) y cuarto Carlos Menditeguy (con otra cupecita Ford). El quinto, Ricardo Bonanno (Chevrolet Fleetline-Ford F100), fue el mejor entre los que podríamos considerar no tradicionales. Aquel 26 de marzo, César Horacio Malnatti llegó a estar segundo con su Torino particular –el único que corrió- y abandonó. Los autos de la clasificación final fueron al viejo estilo: de los 19 que llegaron, 18 eran cupecitas.

Unos meses más tarde, el equipo IKA acentuaba aún sus aspiraciones por el título presentando un par de sus nuevos prototipos realizados sobre plataforma Torino en el Autódromo de Buenos Aires. En el fin de semana del 17, 19 y 20 de agosto fueron tres carreras de las cuales Eduardo Copello ganó las tres y su compañero Héctor Gradassi llegó segundo en el debut de las Liebre II.

Sin embargo, quedaba una para demostrar que las cupecitas seguían vivitas y coleando: el 3 de septiembre en el Triángulo del Oeste, Eduardo Casá volvía a doblegar a los autos más modernos. Se corrió en el circuito triangular con vértices en Bragado, Nueve de Julio y Los Toldos. Ese día fueron tres las Liebre II, porque a las de Eduardo Copello y Héctor Gradassi se agregó una tercera para Gastón Perkins, mientras que Jorge Ternengo corría un Torino.

Las Liebre salieron a buscar la carrera, pero el avance de Emiliozzi era arrollador, seguido por Pairetti, Copello, Norberto Polinori, Luis Di Palma, Gradassi y Casá. En el asfalto de Nueve de Julio a Los Toldos, Pairetti superó a Casá; aunque Emiliozzi y Copello se retrasaron cuando tuvieron que cambiar neumáticos. Al comenzar la tercera y última vuelta, Pairetti era el líder con el Barracuda le llevaba 43s a Casá, el perseguidor. El balcarceño, que tenía una reserva de rpm en el motor, se tiró con todo a descontar: no lo lograba hasta Nueve de Julio, donde la diferencia aumentaba a 47 segundos, pero luego las diferencias se achicaban y unos 15 kilómetros antes de Los Toldos, Casá pasaba a la punta. Al acercarse a la curva de ingreso a la tierra, Pairetti recuperaba el primer puesto. En el tramo de tierra la lucha entre el Barracuda-Chevrolet y el Tractor-Ford fue impresionante, hasta que faltando unos 18 kilómetros para la llegada, Pairetti se detenía por rotura de la cruceta de salida de caja. Tras tres vueltas y 2h39m59s3/5, Casá llegaba vencedor a 197,454 km/h. Le sacó 2m24s a Gradassi (Liebre II-Tornado) y fue tercero Raúl Oscar Rodríguez (Chevrolet) a 4m17s. Luego se ubicaron: 4° Eduardo Rodríguez Canedo (Torino), 5° Gastón Perkins (Liebre II-Tornado) y 6° César Malnatti (Torino), siendo séptimo Ricardo Sauze (Ford-F100). Eduardo Copello apenas llegó 13°, mientras que Emiliozzi y Pairetti abandonaron.

Eduardo Casá, sin saberlo pero quizá presintiéndolo, había ingresado a la historia del automovilismo argentino al haber sido el último triunfador del Turismo Carretera con una cupecita.   


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