El de 1968 fue un año bisagra para el Turismo de Carretera. Muy aceleradamente, las tradicionales cupés de hasta 30 temporadas atrás iban a dejar paso a vehículos compactos americanos, actualizando absolutamente el parque motor de la categoría. Ford desplegó en todo el mundoun fuerte apoyo para vigorizar sus ventas, que aquí se volcó tanto en el TC como en el efímero Sport Prototipos. Tras 19 años de una seguidilla casi increíble en la que todos los campeonatos se habían ganado con autos y motores Ford(nueve de Juan Gálvez, cinco de su hermano Oscar, cuatro de Emiliozzi y uno de Rodolfo de Álzaga) la marca dejó el primer plano, al que le era imperioso volver. Por ese tiempo la fábrica había desarrollado un motor V8, basado en el impulsor de la pickup F100, que pasó a ser el más potente de la categoría. En el TC, sin embargo el mayor peso de este motor, en gran medida anulaba aquella virtud.

Para compensar aquella desventaja, pero sin desvirtuar el aspecto promocional  que era el objetivo de  poner en los circuitos a un Ford Falcon, que el público relacionara con el auto que se mostraba en las concesionarias, se recurrió a un singular e insólito recurso: angostar la carrocería, pero bajo la premisa,al mismo tiempo,de conservar la identidad del modelo en el auto de carrera. Con aquello no sólo se conseguía disminuir el área frontal, sino también alivianar el automóvil, dos aspectos permitidos por reglamento.

Así a fines de 1967 ya estaba listo el primer prototipo, que tuvo una fugaz aparición en el Gran Premio de ese año, disputado como era habitual en el mes que cerraba el año. La responsabilidad de llevarlo adelante había recaído en Carmelo Galbato, un piloto consustanciado por la marca y además, muy estimado por el presidente de la filial argentina, Douglas Kitterman. De una serie programada por FMAde diez unidades que serían construidas por la fábrica de Pacheco en un año, al cabo del plazo sólo existía una. Kitterman entonces, tomó la determinación de hace construir, fuera de la fábrica, diez carrocerías modificadas en un lapso de doce meses.

El taller elegido para hacerlas fue Baufer Style de Dante Baudena y su hijo Alain, los que se consideraban por entonces como los más exitosos constructores de carrocerías del momento en nuestro país. En catorce meses estuvieron listas y a medida que se terminaban eran entregadas a reconocidos pilotos, la mayoría de ellos vinculados deportivamente con la marca del óvalo. Ellos fueron Carlos Reutemann, Dante Emiliozzi, Ricardo Bonanno, Raúl Cottet, Eduardo Casá, Carlos Menditeguy, Eduardo Matías, Humberto Dana, Alberto Beguerie y el uruguayo Calos Lepro. Salvo en el caso de “Lole” cuyo auto se completó en la planta de Ford, por lo que formó el equipo “oficial” con Galbato,cada uno de los que recibieron las carrocerías, debieron armar o hacer armar a sus angostados, equipándolos con motor, transmisión, suspensiones, trenes rodantes, frenos, etc, cosa que hicieron todos, menos Menditeguy, cuyo auto fue completado muchos años después. Hubo otros dos que no llegaron a correrlos: Emiliozzi (que lo hizo con un Ford Halcón, derivado del Huayra) y Lepro, que perdió la vida en un accidente rutero.

En su corta vida, los Angostados demostraron con algunas excelentes actuaciones (victorias de Galbato y Bonanno) que el concepto aplicado era un buen camino; Reutemann, medio siglo después y sin ningún tipo de compromiso, lo recordó como un auto excelente, por su potencia y comportamiento. Lamentablemente, cuando mucho cabía esperar, el reglamento técnico del Turismo de Carretera cambióradicalmente, prohibiendo la modificación de la carrocería, lo que dio lugar a que se formara una nueva categoría (TC “A”) con autos menos reformados y con menor potencia, que sin embargo tuvo gran difusión, lo que fue en desmedro del TC “B” que se fue diluyendo, e hizo que los pilotos de punta se desprendieran de sus angostados, para pasarse al otro bando.

Hoy algunos Falcon Angostados están en manos de coleccionistas, restaurados o en vías de serlo, formando un patrimonio cultural de nuestro automovilismo, mientras que unos pocos tuvieron diversos destinos, mientras uno, el de Lepro, sigue envuelto en el misterio. Por ahora.

Por: Carlos Neira

Si quieren encontrar más información sobre el tema, la editorial
Nuestros Fierros publicó hace algún tiempo el libro Los Falcon
Angostados, Una Historia del TC de Carlos «El Negro» Neira, que
profundiza sobre cada uno de los autos fabricados. Pueden comunicarse
con ellos en albero@auto-mobilia.com.ar 


1 comentario

Mike · junio 10, 2020 a las 1:57 pm

Qué bueno saber que a los Angostados se los recuerda en un libro y escrito nada más ni nada menos que por el «Negro» Neira!!!
Es cierto, el Lole recuerda al Falcon Angostado como el auto que más le impactó manejar (y el santafesino algún que otro «monstruo» manejó…). En una nota de El Gráfico (70 o 75 Años del TC) reproduce su relato de la Vuelta de Santa Fe allá por Hughes, él cuenta que venía acelerando a fondo (casi 270 km/h), (creo que confundido porque no lo veía a Bordeu), era una carrera rutera y… llegado a una curva antes de un paso a nivel pasó a integrar el paisaje y allí quedó cuando venía ganando. Minutos más tarde le pasaba lo mismo allí a Pairetti.

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