Prologo.

Mi relación con los autos es de toda la vida. Mis abuelos y mi padre tenían una gran pasión, por los autos y el automovilismo. Por el garage de nuestra casa paterna pasaron muchos Alfa Romeo, exactamente dieciséis, que con mi hermano Lao lavábamos y lustrábamos seguido. 

Ambos nacimos a principios de la década del setenta, época en el que Carlos Alberto Reutemann llego a la Formula Uno, marcándonos de por vida a todos los que jugábamos con autitos. En alguna plaza cercana en la ciudad de Buenos Aires, nuestro amigo Cris Bertschi sacaba a pasear su Alfa Romeo P2 de chapa fabricado en los años veinte por la por la marca francesa C.I.J.

En el año 2003 yo ya había dejado mi aburrido trabajo de oficina y estaba dedicado hacía un tiempo a la automobilia. Una de mis visitas semanales era a la galería Del Sol, en la porteña intersección de Florida y Paraguay, donde tenía su local Ricardo Masini, un marchand de automobilia y juguetes antiguos que había tenido autos importantes. Le compraba cosas, charlábamos de autos y siempre me invitaba amablemente a tomar un café. 

En una de esas visitas me sugirió que para tener éxito con mis quehaceres debía viajar a exposiciones en el exterior, ya que el mercado argentino era muy chico para poder dedicarse con éxito a la actividad. Así fue que volví a mi escritorio y buscando en Internet di con Retromobile Paris. No dude un segundo y reserve un espacio. El siguiente llamado fue a mi hermano que confirmo su participación al instante sumándolo a Cris también.

Llegamos a aquel Retromobile 2004 sin mucha idea de cómo montar un stand pero con mucho entusiasmo y una buena cantidad de material sobre automovilismo argentino.  En aquel entonces fuimos la novedad de la feria, la rareza, y hubo mucho interés en todo lo que llevamos. Fue ahí donde conocimos muchísimos coleccionistas y colegas de todo el mundo. Entre ellos apareció nuestro hoy gran amigo Tony Paalman, un distinto, caballero, una gran persona, con una enorme generosidad y el primero que nos dio una mano en Europa. El conocía Argentina y tenía y tiene una especial simpatía por Buenos Aires. Ni hablar del automovilismo argentino y su parque automotor: sabía mucho más que nosotros de Carlos Zatuszek y sus Mercedes-Benz,de los hermanos Brosutti, CarlosArzani y sus Alfa Romeo, Rafaela y las 500 Millas, y así.

En aquellos años conocimos también a Frans Van Haren, otro gran tipo y apasionado de las mismas historias y con un grado similar de locura al, de Tony.  Frans es admirador de la belle époque argentina, y la recepción de su colección, no parece, es un típico bar de San Telmo en Buenos Aires, en el que parece que va a entrar gente a bailar Tango en cualquier momento.

Para nuestro orgullo, el auto más importante de su colección o el que sabemos que el mas quiere es el Alfa Romeo 8C 2900 A Ex Pintacuda (Scuderia Ferrari) y ex Arzani.

Junto con el auto atesora una gran colección de fotos, trofeos, medallas, cartas y documentación que perteneciera a estos prestigiosos corredores.

Hoy después de muchos años de amistad compartimos el gran gusto de editar juntos este libro sobre las peripecias de este bellísimo auto y sus días en sudamérica. 

Willy Iacona


El libro cuenta la historia de Carlos Arzani, Carlo Pintacuda y el Alfa Romeo 2900A Scuderia Ferrari.

Desde las carreras en Brasil y Argentina, hasta su exportación en los años 80 y la actualidad en una colección privada en Holanda.

Solo 50 ejemplares en español. Con gran cantidad de fotos en B/N, tapas duras.

$ 6.000.-


1 comentario

Mike · julio 3, 2020 a las 2:54 pm

Qué bueno que sigan estas investigaciones y publicando estos verdaderos documentos!
Sin dudas el patrimonio automovilístico argentino de esas épocas era muy valioso,tomando en cuenta el interés en distintos países por el material por ustedes presentado.
Linda historia en lo personal por dedicarte a esta pasión Willy!

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