Luis era chico cuando «Charlie» Menditeguy iba al taller de su padre. Ambos eran pilotos y Luis escuchaba con cada célula de su cuerpo cuando hablaban de carreras, motores y tal. El padre de Luis había sido piloto de TC y de Alfa Romeo para el equipo de «Pepino» Vianini. Era el «Diente» Vázquez, era el «Brujo» de la Avenida San Martín, era el carburista de los autos de «Charlie».

Yo iba tras los relatos contados por los que habían conocido a «Charlie», por los que lo pudieran sacar del mito. No sabía si podría saber quién era él, saber la verdad, si es que tal cosa existe. Procuré escuchar testimonios genuinos. Lo sé, no son sinónimos, pero ese era mi acuerdo; hay mucho de verdad en lo que es genuino.

Lao, un amigo que sabía que yo estaba embarcada en el proyecto Menditeguy, me contactó con Luis, que se había despedido de su padre hacía unos meses, con noventa y dos años.

Quedamos en tomar un café en el Starbucks de la esquina de casa. Cómo te voy a reconocer, me preguntó. Es fácil, soy muy alta, me vas a ver, no me puedo esconder en ningún lugar. Voy a llegar seis y veinte, me precisó. Perfecto, le contesté y no dudé en imaginarlo con jeans y mocasines. Cuando entré a Starbucks miré todos los pies de los presentes: nadie tenía mocasines. Estaba en la fila cuando vi entrar a un señor de sesenta y algo con mocasines. Llegué justo para poder invitarte, me dijo. Enseguida me preguntó por qué quería escribir sobre «Charlie», le dije que no tenía idea; le pareció una respuesta razonable. Era viernes y ese domingo era el día del padre.

Me contó de un tirón esas cosas que había estado recordando sobre «Charlie» para el encuentro. Casi siempre era así con las personas que entrevistaba, una narración apretada sin lugar para las preguntas. No creo que haya esperado que yo le preguntara algo. Mientras él hablaba, otra parte de su cerebro seguía pensando, esta loca por qué querrá escribir sobre «Charlie». Le pregunté si tenía fotos o algún objeto de «Charlie». Me dijo que todavía no había entrado al departamento
de su padre desde su muerte, que no había podido hacerlo, pero que tal vez algo habría allí. Cambió rápido de tema y siguió con la vida social intensa del taller, mezcla de mecánicos, clientes, proveedores, amigotes y curiosos. Él era chico pero estaba siempre por ahí, escuchando, tratando de oír lo que no debía, hasta que su padre se daba cuenta y lo mandaba a hacer algo. «Charlie» y Luis padre eran amigos, compartían charlas que a veces terminaban en el Café de las Diez Esquinas, en Honorio Pueyrredón y Díaz Vélez.

Recordó la vez que «Charlie» fue al taller en un Jaguar 3.8, se bajó y advirtió: tengo una ragazza, una ragazza… se las voy a presentar. Volvió al auto y la hizo salir, como un regalo de un gran paquete. Era italiana, tipo chica Divito, jeans blancos ajustados, camisa blanca anudada por arriba de la cintura, un cuerpo y una actitud, en las palabras de Luis, a la medida del infierno. No hubo nadie en el taller que pudiera seguir con su tarea. Hacía mucho que Luis necesitaba contar ese recuerdo para volver a saborearlo, para recordar una vez más a esa ragazza de puro peperoncino.

Hablamos sobre la Vuelta de Arrecifes de 1959, sobre la rivalidad que existía con Luis padre, sobre los duelos con Rolo de Álzaga, sobre la camaradería, sobre su bebida favorita –Bilz-, sobre la manera excéntrica que tenía «Charlie» para vestirse con ropa Lacoste -una especie de tenista urbano-, sobre los mocasines con medias blancas.

Luis dijo que para «Charlie» el automovilismo era un “sport” más, que se lo tomaba con cierta distancia. No sé si coincido, creo que le dedicó mucho, que dijo cosas especialmente sentidas sobre lo mucho que le gustaba y, a la vez, lo que lo frustraba el automovilismo. Fue scratch de golf en tiempo récord y luego lo abandonó, ya no lo movilizaba, lo jugaba esporádicamente, casi siempre por razones sociales. Pero entonces cómo era, le pregunté a Luis ¿no estaba encima del auto, de los arreglos, de la puesta a punto? Salvo Fangio y los Emiliozzi, que se tomaban con mucha responsabilidad al automovilismo, los demás hacían esfuerzos variables por tener un buen auto. En la puesta a punto «Charlie» sí era muy bueno, podía describir a la perfección lo que sentía en el auto. Luis puso las manos como las ponía «Charlie» mientras decía si el auto estaba sobrevirante o subvirante: agarrando el volante imaginario solo con índice y pulgar y acompañando el gesto con todo el cuerpo.

Te prometo algo, me dijo Luis promediando el final de la charla: voy a buscar en las cosas de mi padre a ver si puedo conseguirte alguna foto. Me obligaste a meterme en un mundo que todavía me cuesta, el mundo de mi viejo. No hace un año que se fue, me dijo con la voz temblorosa, y es algo que tengo que hacer. El domingo voy a ir.

Me pregunto qué tan oportuna fue mi intervención en su primer día del padre sin padre. Es difícil ponerme en su lugar, no tengo idea cómo debe ser perder al padre a la edad de Luis. Si es simplemente un soltar o si, por el contrario, pega en una etapa de la vida en la que las emociones han tomado el control. Envejecer es tener cada vez más miedos, leí hace unos días. Supongo que en el fondo es notar
la fragilidad de todo, incluso la propia. 

Categorías: Notas

6 comentarios

Mike II · junio 25, 2020 a las 1:42 pm

Como todas tus notas, esta, muy apreciable.
Animate a redacatar un librito corto con tu mirada sobre este Sportmanship!.
Seria una pequeña contribucion a preservar ejemplos de liderazgos.

    Valeria Beruto · junio 26, 2020 a las 6:58 pm

    Una parte menor de su familia es muy difícil y querellante… por eso no hay biografías de él. Pero lo tengo siempre en mente como un proyecto para hacer algún día. Gracias por tus comentarios!

Mike · junio 24, 2020 a las 1:52 pm

Siempre es un placer leer lo que escribe Valeria y esta en especial sobre uno de mis admirados pilotos/personajes que ha tenido nuestro automovilismo.

    Valeria Beruto · junio 26, 2020 a las 6:55 pm

    Gracias 🙂

a_traccion · junio 23, 2020 a las 11:45 am

Excelente nota. Felicitaciones a la doctora.

    Valeria Beruto · junio 26, 2020 a las 6:55 pm

    Gracias! 🙂

Deja una respuesta

Marcador de posición del avatar

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *