Siempre aparece en las encuestas de las más prestigiosas revistas de automovilismo de todo el mundo. En todos los casos, es mencionado en el extremadamente reducido grupo de los que merecieron haber ganado un Campeonato Mundial de Fórmula 1 y no lo lograron. Hoy, 39 años después de su retiro la revista semanal Autosport lo ubica 34° entre los mejores de los 770 pilotos que largaron un Gran Premio de Fórmula 1 desde 1950.

Asimismo, la decana revista Motor Sport, la más prestigiosa de automovilismo histórico del mundo, lo ubica en la cuarta posición de la élite liderada por Stirling Moss, el indiscutido número uno entre los que han merecido el honor de haber sido consagrados con el título mundial.

Nos referimos a Carlos Alberto Reutemann, quien falleció el 7 de julio a los 79 años y volvió a ser recordado porque el 17 de octubre se cumplieron 40 años del Gran Premio de Las Vegas, cuando disputaba el Campeonato Mundial, que perdió en aquella nefasta carrera del Estado de Nevada por sólo un punto.

Aquella ocasión, hace cuarenta años, fue la última vez que el Campeonato Mundial de Fórmula 1 pudo haber regresado a Argentina después de 1957, cuando Juan Manuel Fangio ganó su último título. La discusión por lo que pasó en aquel campeonato no es materia exclusiva de los argentinos, como lo demuestra la revista británica GP Racing: “Uno de los más caracterizados pilotos de su era, el desaparecido Carlos Reutemann, también debería haber sido Campeón Mundial. Las razones por las que se le escapó el título de 1981 siguen siendo el sujeto de apasionados debates hasta estos días”.


Aquella temporada comenzó con el aún vigente conflicto entre la Federación Internacional del Deporte Automovilístico y la Asociación de Constructores de Fórmula 1. A raíz de esto, el Gran Premio de Sudáfrica del 7 de febrero de 1981 no otorgó puntaje. Aunque sirvió como adelanto para saber quiénes serían los máximos candidatos al título: Nelson Piquet y Carlos Reutemann. El brasileño (Brabham BT49C-Cosworth) punteó al principio y llegó segundo y Carlos Reutemann (Williams FW07C-Cosworth), quien de haber llegado a estar octavo bajo la lluvia, pasó a la punta cuando el piso secó y fue el vencedor. Algunos sostienen que los tres puntos que le hubiera sacado Reutemann a Piquet le hubieran significado haber ganado el campeonato, esto es muy relativo, ya que a la carrera sudafricana faltaron cinco equipos, entre ellos Renault y Ferrari. Eran en ese momento los únicos que  utilizaban motores con turbo, por lo que hubieran sido los principales candidatos al triunfo debido a los 1500 metros de altura sobre el nivel del mar de Kyalami.


En cuanto al desarrollo del campeonato en sí, Reutemann comenzó habiendo punteado en Long Beach, Estados Unidos, donde cometió un error al superar a un rezagado y llegando segundo detrás de Alan Jones, en el primer “1-2” de Williams en 1981.Luego fue el vencedor en el segundo Grand Prix del año en Río de Janeiro. Con el triunfo de Brasil sumó nueve puntos pero a su vez tuvo recriminaciones de su equipo por no haberlo dejado pasar a Alan Jones, entonces Campeón Mundial y piloto N°1 de Williams en el segundo y último doblete del TAG Williams Team.


En la siguiente, el Gran Premio de la República Argentina,  Reutemann llegó segundo en Buenos Aires, donde a pesar de haber ganado Piquet por una gran diferencia, tomó la punta del campeonato, posición que mantendría hasta la última carrera.
La sucesión continuó con el tercer puesto en el Gran Premio de San Marino corrido en Imola. Prosiguió con la victoria en Zolder, Bélgica, que sería la última; no obstante, fue un triunfo triste ya que en los boxes el viernes Giovanni Amadeo, un mecánico del equipo Osella, se cayó entre las ruedas del Williams de Reutemann, golpeó su cabeza contra el piso y murió por las heridas recibidas. En esa carrera detenida por la lluvia y luego vuelta a largar, abandonó Jones por un despiste. A esa altura del campeonato, Reutemann lideraba con 34 puntos, seguido por Piquet con 22 y Jones con 18.
En Mónaco, Reutemann luego de haber tocado al Lotus 87 de Nigel Mansell, abandonó por rotura de caja. En Jarama, España, arribó cuarto en aquella carrera que, como en Mónaco ganó Gilles Villeneuve (Ferrari 126CK) y cinco autos llegaron en 1s24/100; Reutemann tres puntos.


Luego de que Goodyear que se había retirado de la Fórmula 1 a fines de 1980, decidió regresar equipando a Brabham y Williams a partir del Gran Premio de Francia en Dijon, donde Reutemann llegó en un deslucido décimo puesto por fallas de motor. Sin embargo, llegó segundo en Silverstone, Gran Bretaña, donde John Watson (McLaren MP4) obtuvo su única victoria del año. A esa altura Reutemann sumaba 43 puntos y le había sacado 17 a Piquet y 19 a Jones; esa fue la máxima diferencia que el argentino le sacó a su escolta y en el ambiente de la Fórmula 1 nadie dudaba que era el gran candidato al título.


Lamentablemente, después sobrevino la debacle. Abandonó en Hockenheim, Alemania, por rotura de motor, donde el ganador fue Piquet, y su ventaja se redujo de 17 a 8 puntos.


El Gran Premio de Austria fue doblete de los franceses, ganó Jacques Laffite (Ligier JS17-Matra) y fue segundo René Arnoux (Renault RE30), y Piquet llegó tercero y Reutemann logró un quinto puesto en Österreichring, por lo que sumaba 45 puntos contra 39 de Piquet. Sin embargo, fue el protagonista de un nefasto error en Holanda. Después de circular las primeras 18 vueltas detrás de Jacques Laffite y con 54 giros por delante, Reutemann se tiró a pasar al francés por la parte interna de la curva siguiente a la recta más larga de Zandvoort. En una maniobra inusual en Reutemann, puso dos ruedas en el pasto, golpeó el lateral derecho del Ligier y ambos quedaron fuera de carrera. La maniobra le costó -como mínimo- los puntos del quinto puesto. Dos puntos fundamentales que le hubieran dado la corona. Para peor, su rival Nelson Piquet -triunfador en Alemania y tercero en Austria-, llegó segundo y lo alcanzó en el campeonato, que pasaron a empatar con 45 puntos. El santafesino, años más tarde, reconocería su error.


En Monza, uno de los circuitos más veloces del calendario, Reutemann decidió hacer quitar el alerón delantero al Williams FW07C-Cosworth para lograr una mayor velocidad en las rectas a expensas de la tenida en las curvas. Después de haber realizado un tiempo asombroso en pruebas de clasificación con una vuelta que fue elogiada por el mismísimo Gilles Villeneuve, Reutemann largó desde la primera fila junto a René Arnoux con el mejor Renault turbo. En la carrera ganada de punta a punta por Alain Prost (Renault RE30) en la que Jones llegó segundo a pesar de haber manejado con el meñique roto en una pelea de tránsito en Londres, Reutemann tuvo de los dos tipos de fortuna. Por una parte, en el sector trasero del circuito llovió en varios pasajes de la carrera y no pudo aprovechar la extrema puesta a punto elegida por Reutemann para piso seco, que lo retrasó. Pero por otra parte, a Piquet -su máximo rival por el campeonato-, se le rompió el motor de su Brabham BT49C en la última vuelta cuando iba tercero y quedó clasificado sexto. Reutemann, quien heredó el tercer puesto volvió a ostentar solo la punta del campeonato con 49 puntos, seguido por Piquet con 46, Jones y Prost con 37 y Laffite con 34, todos con posibilidades de ganar el título.


Debemos reconocer a Reutemann como el protagonista de un fenómeno de extraordinaria popularidad de la Fórmula 1 en nuestro país: en ese momento la teleaudiencia de Fórmula 1 en la Argentina era la segunda en el mundo y las expectativas creadas por la posible coronación del santafesino, tan enormes que llevaron al cambio de horario de un Boca-Ríver. Esto sucedió el 27 de septiembre, cuando se corría el Gran Premio de Canadá donde si ganaba y abandonaba Piquet, Reutemann se consagraba campeón. Sin embargo, con dos autos a su disposición, Reutemann nunca logró una buena puesta a punto en Montreal y se vio en las dificultades de qué tipo de gomas para piso mojado utilizar. En la carrera con lluvia, en la que los neumáticos Michelin fueron muy superiores a los Goodyear, Reutemann fue fugaz puntero en la primera vuelta y en las cinco siguientes pasó de la primera a la 19ª posición, y ocupó la décima posición con tres vueltas menos. El vencedor fue Laffite (Ligier) y Piquet llegó quinto con una vuelta menos, pero sumó dos puntos y con 48, quedó a uno de Reutemann.


Para la última y definitoria carrera, el Caesars Palace Grand Prix del sábado 17 de octubre en Las Vegas, Estados Unidos, Reutemann se preparó a conciencia como el gran profesional que era. Primero, entre el Gran Premio de Canadá y la carrera de Estados Unidos, fue a probar con su equipo al circuito francés de Croix-en-Ternois, un circuito de dibujo trabado de 2200 metros que permitía lograr información valiosa antes de correr en un circuito de similares características. Luego, llegó el lunes para conocer bien el trabado circuito armado en el estacionamiento del Hotel Caesars Palace. El jueves estableció el mejor tiempo y, teniendo un auto prácticamente perfecto, tomó el riesgo de volver a la pista para mejorar aún más o probar alguna otra cosa, con el infortunio de chocar a Piquet. Su Williams golpeó una rueda trasera del Brabham, levantó vuelo y se le doblaron los anclajes de suspensión al caer. Esto fue desastroso, ya que debió recurrir al auto de repuesto que no funcionaba como el otro, presentando subvirancia, sobrevirancia y problemas de caja. De haber largado primero, Reutemann pasó a perder cinco puestos en la primera vuelta; y en la 18ª, cuando iba séptimo, lo superó Piquet. Finalmente, en una deslucida demostración, llegó octavo con una vuelta menos sin sumar puntos. Pero no sólo eso, en contrapartida, su compañero Alan Jones ganó de punta a punta sacándole veinte segundos de ventaja a Alain Prost (Renault RE30). En lo que realmente importaba, su rival Nelson Piquet, aun corriendo descompuesto y con vómitos, llegó quinto, sumó dos puntos y logró el campeonato. Reutemann, que sólo debía llegar adelante de Piquet para ser campeón, perdió el título por un punto en uno de los días más aciagos del automovilismo que los argentinos recordamos.


El campeonato fue ganado por Piquet con 50 puntos, seguido por Reutemann con 49, tercero Jones con 48, cuarto Laffite con 44 y quinto Prost con 43. En cuanto a la Copa de Constructores, que era en última instancia lo que más les importaba a Frank Williams y el director técnico Patrick Head, Williams fue nuevamente el ganador con 95 puntos, muy por encima de Brabham, que ocupó el segundo lugar con 61.
Para tener una aproximación de lo que significó aquel resultado adverso, la revista El Gráfico ilustró su tapa con la imagen de un abatido Reutemann acarreando su bolso, y el destacando de tres declaraciones pertinentes. El propietario del equipo, Frank Williams señaló: “Debía respaldar a Alan”. El periodista británico Peter Windsor, reconocido amigo de Reutemann, apuntó: “No tuvieron valor para ayudar a Carlos”, mientras que el propio Lole, simplemente expresó: “Siempre trabajaron para Jones”.
No podemos dejar de apuntar que Frank Williams, el diseñador Patrick Head y Alan Jones fueron los fundadores del Williams Grand Prix Engineering en 1978, que después de nueve años de estar en Fórmula 1 le permitió a Williams pasar a ser un equipo de primera línea. En tal condición, Frank Williams siempre expresó la condición privilegiada de Jones; esto era darle su apoyo mientras el australiano tuviera posibilidades de revalidar el campeonato que había ganado en 1980. De la misma manera, debemos reconocer a Neil Oatley, el ingeniero designado para atender a Reutemann, con un trabajo impecable y profesional.


Reutemann hizo todo lo que podía esperarse de un profesional excepcional como él para coronar su campaña con un título, de eso no hay ninguna duda. Pero el empeño, el profesionalismo, el talento y la rigurosidad a veces no son suficientes. Al finalizar la temporada 1981, Jones anunció su retiro y Reutemann pasó a ser el piloto N°1 de Williams. Sin embargo, después de las dos primeras carreras de 1982, el santafesino se alejó de la Formula 1 y el nuevo piloto N° 2, el finlandés Keijo Rosberg, fue el que logró el Campeonato Mundial.


Desde su particular perspectiva, Reutemann entonces declaró: “Todos hablan de lo que habría podido pasar si yo hubiera seguido corriendo, y suponen que tendría que haber sido campeón. Podría haberlo sido, como también, a lo mejor, las cosas se hubieran presentado de otra manera. Las suposiciones son sólo eso. Lo que vale es la realidad… También dicen que Rosberg no merecía ser campeón porque apenas ganó una carrera. Eso tampoco tiene mucho valor. En el futuro, la historia dirá únicamente que el campeón 1982 fue Keijo Rosberg. Y eso sí es lo que importa”.


Ante semejante paradoja, el estudioso y racional Reutemann quien hasta siempre había sostenido no creer en la suerte sino que los resultados desfavorables eran consecuencia de las cosas mal hechas, declaró: “Si se dieron así las cosas, hay que aceptarlas. Quizá de ahora en adelante, yo tenga que creer en la suerte…”.


1 comentario

José del Castillo · noviembre 10, 2021 a las 1:43 pm

Muy bueno el artículo, gracias Arsuaga.

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