La recta principal es cortísima, al inicio busco el cartel que me muestra el equipo desde la pared de boxes, luego miro los relojes controlando que esté todo bien en el auto y enseguida espero el punto de frenada para Saint Devote, la primera curva.

Nada de descansar y relajarse unos segundos, todo pasa rapidísimo. Además no es una recta, es una suave curva a la derecha que se hace a fondo. Saint Devote toma su nombre de la iglesia que está ahí, escondida entre los edificios. Es una de las pocas curvas del circuito que tiene vía de escape, se frena apuntando a la arcada del puente y se dobla sin trampas. Ahí comienza la subida que es mucho más empinada de lo que me imaginaba antes de conocerla. Es todo trepada hasta llegar al casino, pero no es una recta, es un zigzagueo llamado Beau Rivage donde el auto tiene una sola trayectoria posible.

Luego viene Massenet, la curva frente al Hotel de Paris. Son muy comunes los accidentes  en este lugar en las carreras de históricos y si ocurren me los encuentro de golpe porque esta curva es ciega. Tengo que estar siempre atento a los banderilleros que son mis únicos ojos más allá de la pista.

Apenas hice un tercio del circuito y todo es mágico, difícil y peligroso. Los nombres de las curvas suenan diferente a los de otras pistas y evocan carreras del pasado, maniobras memorables o accidentes terribles.  

Hacer una buena vuelta es más difícil de lo imaginado, la trepada hace que frene de más y la bajada que frene de menos, y los errores acá se pagan caros. La curva del Casino no es difícil si hice bien la anterior, Massenet, lo más importante es acelerar con ganas porque la salida de la curva es más amplia de lo que parece.

Me pregunto si hay una curva  más romántica que esta, frente al famoso Casino, en la parte alta de Montecarlo; no lo creo. Ahora el circuito empieza a bajar,  no es necesario en un auto histórico esquivar el famoso salto (es el empalme de una calle) pero sí frenar justo ya que el auto viene bajando y es fácil pasarse en Mirabeau Superior. Hay pocos metros para llegar a la famosa horquilla que tantos nombres tuvo. Es lentísima, casi desesperante. No hay nada para ganar y se dobla casi caminando.

La horquilla me recuerda que todo esto de correr por las calles del principado es medio ridículo. Es tal cual lo dijo Fittipaldi: Mónaco es como correr en bicicleta adentro de un living. Una de las claves para una buena vuelta es que cada acelerada sea en el momento exacto, y uno de estos momentos es la curva de Portier, antes del túnel.

¿Qué pasa cuando llueve en Montecarlo? El código básico se repite: se hace todo igual pero más lento. El que menos lento lo hace marca diferencia. ¿Vale la pena buscar alguna trayectoria externa en busca de grip? En Mónaco no demasiado, es una sola huella. A mí me gusta correr en el agua (no digo que sea rápido) pero en Montecarlo es más difícil que en otras pistas. En pelotón no se ve nada y toda la trepada hacia  el casino es un túnel de spray blanco en el que voy completamente ciego, adivinando la luz de lluvia del auto de adelante. Cuando me tocó lo disfrute de todos modos.

El túnel es una larga curva a la derecha, la trampa es transitar la primera parte lejos del lado interno para atacar la cuerda sobre el final. Siempre me preguntan por el cambio de luz y lo cierto es que para el ojo humano no genera ningún problema. Ese efecto que se veía en las cámaras on board no existe. El túnel tiene su magia. La primera vez que lo transité grite emocionado. Si no te roba una sonrisa, no tenés corazón.

Luego del túnel llego a la chicana, lenta, aburrida, pero con vía de escape si me equivoqué en el frenaje. Pequeña recta y Tabac, una curva bastante rápida y tramposa. Lo sé muy bien porque me pegué ahí en  2014. Es lo que tiene Mónaco y cualquier circuito callejero: los límites. Lo que en otras pistas es solo poner una rueda en el piano acá es pared y rotura. Es difícil lastimarse, pero muy fácil destruir el auto.

Ya estoy llegando a la piscina, la primera parte es una maravilla, apenas tocar el freno y zambullirme rápido, doblando izquierda y derecha, usando toda la pista que se pueda. Mónaco premia el ritmo fluido y no trabar el auto.  Después freno fuerte para la segunda parte, mucho más lenta,  de derecha a izquierda. 

Luego aceleración breve doblando a la izquierda para llegar a la Rascasse y Anthony Nogues, todo lentísimo. Anthony Nogues es la entrada a la recta y es impresionante lo finito que se ve la pista desde adentro del auto. No se entiende cómo entran los Fórmula 1 actuales en tan poco espacio visual.

Ya estoy en la recta principal, feliz de poder subir otra vez a este tobogán y seguir jugando, una vuelta más.


2 comentarios

José del Castillo · agosto 12, 2020 a las 7:30 pm

No creo pecar de exagerado si digo que somos muy afortunados que en nuestro medio haya un personaje como Manuel que nos permita ver, a través de sus experiencias, lo que a todos nos gustaría hacer aunque sea una vez en la vida. Muy linda la nota y, como dicen por ahí, «se agradece».

    Beppe Viola · agosto 13, 2020 a las 10:43 am

    Somos muy afortunados, y lo seriamos màs si pusiera en este medio una vuelta al Godwood Revival con la A6GCS o en LeMans Historique con la TZ…
    si?

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