Pierre Terrail de Bayard, conocido como el caballero Bayard, fue un noble francés que participó de forma destacada en las guerras de Italia. Frente a la escultura que lo conmemora en la ciudad de Charleville-Mézières, el visionario y autodidacta Adolphe Clément, fundó un poderoso imperio industrial en el campo del transporte. En junio de 1894, construyo la planta llamada La Macérienne. Donde comenzó fabricando bicicletas y poco tiempo después: automóviles, aviones y dirigibles.

 En 1896, Adolfe Clément construyo una nueva fábrica en Levalloise-Perret, al  Noroeste de Paris. Allí produjo infinidad de modelos de automóviles, que solo con interrupción de la primera guerra; en la que estuvo dedicada a la producción bélica;  extendió su producción por años, y en ella se llego a construir el Citroën 2CV cuando la planta paso a manos de la Citroën.

De Paris a Buenos Aires.

Hace unos años me llamo el amigo “Chuzo” González contándome que había encontrado un chasis completo Clement Bayard. Lo llame a mi hermano Lao y decidimos comprarlo. A los pocos días apareció Chuzo trayendo en una F100 en chasis y un montón de piezas. Siendo la carrocería y el radiador los dos faltantes difíciles de encontrar.

Se trata de un modelo ACA2A, de dos cilindros, 8hp a cardan. Y cuya carrocería podría ser cerrada, ya que el parabrisas es rebatible y los modelos abiertos no traían o eran fijos. De a poco fui armándolo hasta dejar casi todas las piezas en su lugar.

Investigando sobre la historia del auto, di con un aviso en la revista Caras y Caretas de 1911. A página entera, la firma Andrés Traverso, representante exclusivo de Clement Bayard en Argentina con salón de ventas en Moreno 854, publicitaba los nuevos modelos de la marca. En ella se ofrecen distintos  modelos a pagar en 18 mensualidades.

De visita a la Expo  Essen Technoclassica en Alemania, le pedí a mi amigo Pablo que me acompañe y fuimos hasta Alsacia, más exactamente a Luxeuil-les-Bains a donde había encontrado el radiador.

En el pobre Citroën C3 que alquilamos ya no entraba un alfiler, había comprado cubiertas Blockley nuevas para el Clement (Solo dos marcas fabrican la medida), mas una pila de repuestos y automobilia. Por falta de lugar en el auto solo compramos el radiador y una tasa de rueda que también faltaba: pero el amable Michel, a quien solo conocía vía mail, tenía tres galpones llenos de autos, motos y repuestos. No exagero, creo que habría unos cuarenta autos y doscientas motos de todas las épocas.

La última etapa de esta primera parte fue darle a mi amigo Rodrigo Díaz de Indaz, los centros de rueda para que repare las llantas tipo Clincher (USA), beaded edge (UK) y justo en francés no me acuerdo. ¡Algún lector seguro lo aportara!.

Armadas las ruedas, pudimos volver a poner el chasis a rodar en el suelo, esperando le llegue el turno de la restauración.

Continuara…


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