Por Jose del Castillo

Hace unos años mi amigo Ricardo me propuso hacer una réplica de un Seven a medias. Siendo que yo ya tenía un Seven con mecánica Fiat 132, se presentó entonces la oportunidad de hacer otro igual pero con mecánica más moderna. A él le interesaba seguir los pasos del proceso de construcción, a mi me interesaba hacer un auto similar al mío pero con mejores componentes y por ende, mejor performance, para competir en las carreras de Sport Nacional Endurance.

Decidimos encarar el trabajo con Luciano Giuggioloni, la misma persona que me había hecho el Seven, por lo que convinimos un costo y un término.

Ahí fue que empezamos a comprar los componentes que irían en el proyecto.

Se compró un motor Renault Fluence en Cesvi, una caja de cinco velocidades de BMW, algunos caños, cinco llantas BMW de chapa de 15″ y cubiertas Michelin que habían dado buen resultado en el Seven. Y se empezó a pagar la cuota convenida.

El tiempo fue pasando, Luciano tenía el taller muy ocupado y no había una cama libre para arrancar con el nuevo Seven. Pasó un año.

Un día apareció a la venta un chasis de Antique que había quedado en la fábrica cuando ésta cerró. Entonces se nos presentaba la opción de hacer un Seven o  una versión «racing» del Antique que había sido un sueño mío no realizado de mis épocas de «Antiquero» ( seis años como auto único ).

Nos decidimos  por el «racing», ya que Seven había muchos, de toda forma, tipo y color, y éste sería un auto único y en que yo podría volcar todos mis gustos en lo que hace a la estética de un auto sport de la década 1939 / 1949, que es la que más me gusta. Lamentablemente las llantas y cubiertas que debían ser de 16″ ya estaban compradas. Hubiera quedado más de época con ruedas más grandes. Se arenó el chasis y se llevó al taller para reemplazar algunas partes dañadas. Y se empezó la larga modificación de Antique de calle a «racing».

Como en el ínterin habíamos comprado un tren trasero completo de BMW 120

Hubo que modificar toda la parte trasera del chasis para tomar ese componente. Se cortó el chasis de los asientos hacia atrás y se hizo una estructura que coincidiera con las tomas de BM. Se trianguló toda la parte delantera del chasis y se diseñó la suspensión a mi gusto. La caja de dirección es de Renault 6, la misma que llevaba el Seven. Hubo que diseñar las mazas delanteras y definir un centenar de cosas.  (Luciano )

Finalmente fue tomando forma, se hicieron los guardabarros y la careta en PRFV y se mandó a pintura, ahí se fueron dos meses porque no podían dar con el color como yo lo quería, que era un «celeste viejo».

Luego, el armado final, hubo que hacer el «entredós» de motor a caja, instalar la pedalera, tanque de nafta, sistema de frenos, etc, etc,etc. Algo de tapicería, parabrisas, tonneau y cuatro años y dos meses después de la reunión original me llevé el auto a casa.

Le puse  de nombre «Eight», porque vino después del «Seven». 

En esa época vendí mi Seven y compré la parte de mi socio en el proyecto.

Se me escapaba hablar de la inyección. El Fluence venía con su sistema de fábrica pero los «entendidos» insistieron en que no era compatible con un auto sport por lo que había que poner una programable. Se optó por una Fueltech 300 que anda muy bien y llevó la potencia a 160 H.P.

Estimo que actualmente llevo recorridos unos 5.000 km. en el Eight, incluyendo un viaje por el NOA con otros quince autos sport que fue muy divertido y me permitió compartir una semana con un sobrino mío y con mucha gente que no conocía.

En el Autódromo también tiene un buen andar ya que manejado por Leo que la tiene más clara que yo hizo 1:45 en el circuito  9, lo que es decir, y en ruta está al borde de los 200 k/h.

Esto es, a grandes rasgos, la epopeya de la construcción de un auto soñado por mí durante muchos años y realizado en lo que considero son mis últimos años de esta actividad tan querida. 


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