En 2013 emprendimos un periplo que salió redondo. Nuestra meta final era la mostra scambio di Padova en Italia, para lo cual haríamos escala en París, estaríamos dos días para aclimatarnos, y de ahí partiríamos rumbo a la citada ciudad italiana, famosa por su santo.

El viaje, colegimos, “es rápido, todo autopista…llegamos de un tirón, vamos tranqui, es más, podemos parar en el Mont Blanc a sacar fotos, tomar café y hasta visitar en el camino alguna iglesia”.

Bueno, no.

Cuando en París colocamos el GPS marcaba una eternidad que ya no recuerdo, pero casi que el doble del – mal – calculo que habíamos hecho. Poco por hacer, levamos anclas y nos hicimos a las aguas.

Histéricos, cansados, saturados, con una lluvia torrencial, ingresamos raudos a la ciudad de Padova cerca de las 2 de la matina…y el GPS decía acá, pero no era. Acá, pero tampoco. De repente: callejón sin luz y entramos en forma directa al cementerio de la ciudad…momento – no – cumbre del viaje si los hubo, menos sin luz, menos a las 2 de la matina, ¡menos teniendo GPS!

Finalmente llegamos al hotel, y tras el pago de impuestos diversos y tasa de pernocte – casi poético -, logramos estirar las piernas.

Al día siguiente a la expo a armar el stand; Padova un show de aquellos, y para los amantes de los autos italianos de los 50, 60 y 70, es imperdible.

El sector Automobilia es muy bueno, pero mejor lo es aún la parte de los modellini. Y si, claro, la cuna de los modellini.

Justo al lado nuestro estaba el stand de Don Allegro Pelloni, ex director de scuderia Scaglietti, quien tras jubilarse se había dedicado en forma artesanal a confeccionar en escala 1/6, autos italianos campeones del mundo y otras beldades.

Fue ver todo lo que tenía y terminar más golpeados que tras un round con el roña Castro.

Nos había impactado la calidad de los modelos, pero más aún el carácter que había logrado en cada uno.

Por la mañana don Allegro nos convidaba mandarinas y charlábamos, hasta que llegó el momento en que no aguanté más y le pedí precio por la Lancia-Ferrari.

Como decía Groucho Marx, ¿Pagar la cuenta? ¡Qué costumbre tan absurda! Pero bueno, o pagaba o ahí quedaba…

Hoy el bólido en escala que llevo a Fangio a su cuarto titulo está en el living de casa desde aquel entonces. En su chasis está la fecha y lugar, y la firma de Allegro.

Van las fotos, pero atenti, esto acá no termina.


1 comentario

Ale · mayo 6, 2020 a las 4:08 am

Excelente Lao !… el auto es demencial y encima con una buena historia. Listo, cerra todo…

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